Después de un largo camino en mi motocicleta, nos encontramos en Grunewald, justo al oeste de Berlín. En cuanto llegamos, veo a Fritz mirar hacia todas partes. Ahora que lo pienso, él jamás ha estado en la casa de mis padres, por lo que supongo que es por eso que le parece interesante.
La casa es de 3 pisos, así que bien se puede confundir con departamentos, ya que tiene ventanales muy grandes por todas partes. Se podría decir que esa fue elección de mi madre, ya que ella necesita la luz del día, por aquello de la inspiración que le puede dar la naturaleza, al observarla en su máximo resplandor. Alrededor de esta, se encuentran densos bosques y un gran número de lagos, entre los que destacan Schlachtensee, Krumme Lanke y Teufelsee. Entre sus bosques se esconde Teufelsberg, una montaña de escombros de la segunda guerra mundial que aún conserva en su cúspide, una torre de espías abandonada. Por lo que el arte conceptual, vegetal e industrial, resaltan en cualquier dirección a la que ella voltee.
- Wooow... La casa de tus padres es muy grande y linda.
- Si mi madre te escuchara decir eso, seguro te enseñaría toda la casa.
- ¿Enserio? - veo que Fritz sonríe emocionado. Parece que no le disgusta la idea del todo. - Ahora entiendo por qué es una de las zonas favoritas de los Berlineses.
- Solo puedo decirte, que mi madre supo muy bien cuando eligió este lugar.
- Ya lo creo... - sorprendido, continúa mirando.
Inevitablemente su rostro me saca una sonrisa. Su cara de admiración al ver todo lo que está a su alrededor, me produce gracia y a la vez ternura. Algo que extrañamente hasta hoy pasa, ya que es muy raro que un hombre me produzca eso. Supongo que es porque le tengo cierto aprecio.
Llevó entonces la motocicleta al garaje que se encuentra al costado de la residencia, mientras tanto Fritz continúa mirando todo a su paso hasta llegar a la puerta principal. Después me encuentro con él, sacó las llaves y abro la puerta.
- Vamos, entra. – abro la puerta y de repente del lado izquierdo, mi hermana Sonja, se lanza hacia mí haciendo que Fritz se espante y se haga a un lado.
- ¡Leon! ¿Dónde habías estado, melenudo? – sin soltarme, restriega su rostro en mi pecho, haciendo pucheros, para luego mirarme molesta desde su baja estatura. Bueno al menos para mi es bajita, Sonja solo mide 1.60.
- ¿Mele - nudo? – casi queriéndose escapar una sonrisa burlona de su boca, Fritz pregunta mientras me mira extrañado.
- Ni se te ocurra decirlo de nuevo o lo pagarás... - suspiro fastidiado. - Fritz, te presento a Sonja, mi pequeña tormenta de bolsillo. – Sonja me suelta apenada, mientras una sonrisa avergonzada sale de ella al ver a Fritz.
- Ummm... disculpa, no sabía que mi hermano venía acompañado... Que pena contigo. Emmm... Como dijo él, me llamó Sonja Brinkmann, mucho gusto. – veo entonces como mi pequeña hermana, mete sus dedos entre su lacio cabello albino, como si de unas peinetas se trataran, mientras mira a Fritz con pena y curiosidad. Un momento, yo conozco esa mirada en ella...
- No te preocupes, tal vez alguien debió avisar primero antes de traer a un extraño a casa. Mucho gusto Sonja, Fritz Becker y el placer es todo mío. – veo que este le extiende la mano y Sonja apenada la toma ¿Acaso están coqueteando... y enfrente de mí? Sip, admito que soy un hermano muy celoso.
- Ay por favor. Fritz, no eres un extraño. – le doy un pequeño aventón y este solo sonríe.
- De hecho, el melenudo tiene razón. Las pocas veces que ha venido, siempre habla de ti. - veo de pronto que Fritz se sonroja.
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¿Te portarias mal conmigo?
Teen Fiction¿Que tan bajo se tiene que caer, para poder ver la redención de nuestros actos? ¿Hasta donde se tiene que llegar para ser perdonado y quedar libre de pecados?... Sobre todo cuando sigues cometiendo más y más... Pero eso no importa, por que en mis pa...