Bienvenido a la locura

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Después del papeleo que se hizo para quedarme en aquel lugar de locos y mencionar que mi llegada es totalmente confidencial por ser hijo de la familia Brinkmann, mi familia partió a las 3 horas de haber llegado, pero claro, no lo hicieron sin antes despedirse.

- Vendremos lo mas antes posible amor. - dice mi madre entre lágrimas tomándome del rostro con ambas manos.

- Tranquila madre, estaré bien, ustedes hagan lo que tengan que hacer. - tomo sus manos y las beso, miro a mis hermanos, después ambos se acercan y me abrazan junto a mi madre.

- Portate bien Leon, te queremos de vuelta. - dice hazel con la mirada cristalina.

- Claro que lo hará, pues sabe muy bien que lo extrañaremos ¿cierto melenudo? - dice Sonja con lágrimas en el rostro ya. Melenudo... Sonja ni siquiera sabe que así me decía él también...

- Así es princesita.

Y como era de esperarse, mi padre se fue a Alemania en cuanto firmó los papeles de autorización y confidencialidad del psiquiátrico, pues decía que tenía otros asuntos que atender en B&S. Realmente no me sorprende que se vaya, aunque esta vez sí que me sorprendió que viniera hasta Londres.

A los pocos minutos se retiran de lo que parece será mi habitación, un lugar que por cierto me parece demasiado blanco e iluminado como en el lobby, se puede notar lo minimalista aquí también, pues no hay adornos o detalles en las paredes, ya que solo cuento con una cama queen size, un armario pequeño y un baño algo grande para mi silla de ruedas.

En cuanto abro el armario me doy cuenta de que hay una cruz colgada en uno de los ganchos.

- Pareciera que entre a la iglesia sin ser invitado... - cuando cierro la puerta del armario, aparece de pronto un tipo alto, bastante fornido, rubio y con mirada muy intensa, recargado en la entrada de mi habitación, dándome un pequeño infarto.

- ¡Carajo, ¿podrías tocar la puerta?!

- Tal vez a la iglesia no, pero si a uno de sus lugares santos... - dice de repente, creando algo de tensión en mi. - Discúlpeme por asustarlo. - dice el muy idiota.

- Sería bueno que para la próxima tocarás la puerta... - veo su uniforme y parece un camillero. - ¿Podría llevarse eso? - abro la puerta del closet y le señalo la cruz.

- ¿Acaso no tiene fe en la iglesia?

- No ¿Te lo puedes llevar? - lo miro molesto.

- Por su puesto. - el tipo me recorre un metro de distancia y recoge la cruz. - ¿Algo más?

- Por el momento sería todo.

- Muy bien Sr. Brinkmann, mi nombre es Noha Walker y yo seré quien lo ayude a llevarlo a sus terapias y estar pendiente de usted en todo momento. - cuando el tipo dice "en todo momento" parece remarcarlo. No quiero pensar mal de él, ¿pero de verdad cree que pueda hacer algo malo en esta maldita silla de ruedas?

- Muchas gracias Walker.

- También vine para llevarme algunas cosas personales que puedan herirlo.

- ¿Disculpa? - el tipo toma unos documentos que están pegados en una carpeta de plástico por fuera y comienza a hojear.

- Su diagnóstico indica que es altamente peligroso para usted mismo, ya que ha intentado suicidarse dos veces y 3 posibles intentos más, los cuales están registrados por la policía Alemana y Arábica. - mierda...

- Escucha, no tengo absolutamente nada con lo que pueda hacerme daño, ¿entiendes?

- Entiendo perfectamente, Sr. Brinkmann, es solo que debemos seguir el protocolo de retirar cosas pequeñas a las personas con su tendencia. - oh... carajo, el anillo de Fritz. No, no dejaré que me lo quiten, debo de esconderlo como pueda.

¿Te portarias mal conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora