Oktoberfest

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Por fin llegó octubre y con ella la segunda semana del Oktoberfest, ya que esta inicia en la última semana de septiembre y termina el primer domingo de octubre, por lo que teníamos que aprovechar este fin de semana.

Casi toda la universidad estaría ahí, y es que es lógico, ningún estudiante con ganas de divertirse y pasarla bien se perdería de esta maravillosa festividad.

- Leon ¿Crees que podamos pasar por algo de ropa a mi casa?, la verdad es que ya no cuento con mucha aquí... - dice Fritz mientras busca entre sus cajones algo que ponerse.

- Claro.

- Ok, le marcare primero a mi madre para que sepa que iremos para allá.

Fritz se mete al baño y comienza a hablar con su madre, cuando de repente escucho algo que llama mi atención.

- No, de hecho, iré con un amigo... Umm... si, ¿Oye podemos hablar de esto en otra ocasión? – escucho como Fritz comienza a reírse nervioso. – No lo sé, tal vez, espera, le preguntare.

De pronto Fritz abre la puerta del baño, dándome un tremendo susto.

- Leon ¿Te gusta el salmón crudo?

- Umm... sí ¿Por qué? – carajo, casi se me sale el corazón.

- Ok. – dice eso y cierra la puerta de nuevo.

¿Salmón crudo? Solo lo he probado en sushi...

Fritz y yo terminamos de vestirnos, nos montamos en la Ducati y nos vamos. Mientras él va guiándome por donde irme, pienso en que es la primera vez que veré la residencia de Fritz, por alguna razón me siento emocionado por saber cómo es, aunque aún más por conocer a su familia.

Al llegar puedo ver una casa de dos pisos, amplia y con un techo enorme, el estilo es muy parecido a las casas victorianas en USA (United State of America), pero un poco más modernizada, incluso te da esa sensación de confort y calidez. Esta se encuentra en los suburbios de Berlín en Reinickendorf, un lugar al que no había visitado pero el cual me parece bastante acogedor, me recuerda mucho a esas películas americanas, donde la armonía abunda entre sus calles y vecinos, o con esos enormes y viejos árboles de otoño que forman caminos donde el sol apenas y traspasa entre sus ramas.

- Lindo lugar. – me bajo de la motocicleta retirandome las gafas de sol y me pongo a caminar entre las hojas secas de los árboles mientras Fritz se retira el casco.

- Si que lo es, por suerte mi padre no eligió aquel horroroso lugar cerca de la base militar alemana, de haber sido así, sería un fastidio ir por ropa hasta allá.

- Entiendo, pues... me parece muy reconfortante tu casa, se ve bastante tranquilo. – respiro hondo, el aire que se respira aquí es demasiado puro, no como en la casa de mis padres, lamentablemente aún está en la ciudad y el smock abunda.

- Y lo es, los vecinos son muy amables y cuando tenemos algún problema, ellos siempre nos ayudan.

- Ahora entiendo porque no querías traerme... - bromeando, le hago un gesto de enojo.

- ¿Qué?, no, no es por eso. – Fritz comienza a reír mientras ambos caminamos hacia la puerta de su casa.

- Sabes que soy un desastre y no encajo para nada aquí. – continuo con mi drama y él ríe sin parar.

- Basta no seas absurdo.

Comenzamos a picotearnos las costillas, cuando de repente la puerta se abre y aparece una mujer tal vez de unos 40 y tantos años, ojos grandes y verdes, de tez clara como la nieve y cabello totalmente oscuro y lacio hasta los hombros.

¿Te portarias mal conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora