Mi dulce Fritz

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Que lindo bosque... Tan fresco y pacífico. Algunas hojas son de color amarillo y otras son rojas como el amanecer. Secas, crujen ante mis pasos, mientras los rayos del sol que entran por las aberturas de los árboles, parecieran que dan más vida a las hojas muertas que se encuentran en el suelo frío, volviéndose a encender de ese color naranja vivo.

Voy caminando y algunos rayos tocan mi rostro haciéndome sonreír, pues sentir esa calidez tan cerca me hace sentirme protegido, pero de repente no muy lejos de ahí, algunas risas y gritos alegres se comienzan a escuchar y curioso empiezo a caminar hacia haya.

Subo una pequeña pendiente y al alzar la vista, encuentro una escena de lo más surreal pero linda, donde dos niños tal vez entre 7 y 8 años se encuentran jugando con unos pequeños aviones de madera, sin dejar de reír y divertirse, mientras corren uno detrás del otro. Uno de ellos tiene un gorro de color verde, un impermeable de color azul y unos pantalones de pana café, mientras el otro niño tiene un abrigo a rayas de color beige y un pantalón de vestir negro.

Un suspiro sale de mi boca y con una sonrisa me acerco más, alcanzando a reconocer a uno de los niños. Ese niño se parece mucho a Fritz. El niño de gorra verde se gira hacia mí y comienza a saludarme, extendiendo su pequeño brazo de un lado hacia otro, después el otro voltea y me doy cuenta de que se trata de... ¿mí?

Mi yo pequeño coloca su mano en el hombro del pequeño Fritz como si fueran grandes camaradas, mientras me sonríe cálidamente y me saluda, yo hago lo mismo. Pero entonces, comienzo a escuchar voces de adultos y ajetreo no muy lejos ahí.

- Estoy seguro de que los vi por aquí ¿Estarán dentro de la cabaña?... No lo sé, ¡sigue buscando! – los niños voltean hacia atrás y comienzan a correr despavoridos, cuando de pronto...

Abro asustado los ojos y recuerdo que Fritz y yo estamos en la cabaña desnudos ¡Carajo! Reviso mi celular y son las 8 am. Joder... ya es tarde, pero ¿quién va? Juraría que escuché voces... Alertado, me levanto sin despertar a Fritz, me acerco un poco a la ventana casi a gatas y cuando me fijo por una de las esquinas de la ventana, alcanzó a ver a un soldado con semejante metralleta ¡Mierda! Asustado me pongo contra la pared y comienzo a recoger mis cosas, acto seguido, empiezo a mover bruscamente a Fritz o si no, nos encontraran, al poco rato esté despierta.

- ¿Qué pasa...? – comienza a tallar sus ojos.

- Vístete, los soldados de tu padre están aquí y la puerta sólo está sobrepuesta...

- ¡Mierda!

Fritz y yo nos comenzamos a vestir intentando no hacer tanto ruido, pero cuando Fritz se comienza a colocar el pantalón, su cinturón choca con una de las tazas donde se encuentra una vela y esta cae al suelo, quebrándose y haciendo demasiado ruido.

Ambos nos quedamos inmóviles por unos segundos, hasta que veo que la mesa del comedor tiene una sábana alrededor, por lo que rápidamente tomó a Fritz de la mano y a pasos largos pero silenciosos, llegamos debajo de ella.

Aquella sábana cubría incluso las patas de la mesa, así que podríamos fácilmente continuar vistiéndonos ahí sin problema, pero de pronto, un sonido fuerte nos alerta y dejamos de movernos.

- ¿Qué fue eso? – pregunta Fritz en voz baja.

- Creo que fue la puerta...

- ¿Crees que nos encuentren?

- No lo sé... shhh... - de pronto veo que Fritz comienza a mover el pie haciendo algo de ruido en la madera del piso. – Fritz, tranquilo, té prometo que saldremos de aquí sin que nos vean, solo relájate. – tomó su pie.

- Perdón...

Comenzamos a escuchar que los soldados vienen a nosotros y uno de ellos se para justamente enfrente de mí.

¿Te portarias mal conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora