Un día, tras una misión en una montaña, Kanae y Shinobu encuentran a un pequeño niño siendo criado por jabalíes, así que deciden tomarlo bajo su cuidado y criarlo en la mansión mariposa.
Con el paso del tiempo, el temperamento atrabancado y hosco de...
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Lograron terminar de enterrar a todas las personas que había en la casa de los demonios cerca del atardecer.
Tanjiro estaba agradecido y sorprendido por el trabajo de Inosuke, aún después de tres días sin comer o dormir logró resistir todavía a la ardua tarea de sepultura, incluso les dio a los niños unas semillas de glicinias para que no tuvieran que lidiar con los demonios de nuevo, era una persona dulce.
Sin embargo, le preocupaba el estado de salud del chico mariposa, ¿Cuánto tiempo más iba a soportar en semejante estado de inanición?
—Inosuke, ¿tu casa queda por aquí? —inquirió Tanjiro una vez se despidieron de los niños y comenzaron a caminar los tres bajo el cielo anaranjado.
—la finca donde vivo esta bastante lejos —observó—. Me tomó varios días llegar aquí.
—¡si te tomó días entonces debe ser demasiado lejos! —alegó Zenitsu.
—sí, un poco. Pero dejando eso de lado, conozco un lugar donde podemos reposar, creo que los dos tienen varias fracturas —observó.
—¡Cawww! ¡La cawwsa del grabado de glicinias! —cacareó el cuervo de Tanjiro, posándose sobre uno de los hombros de Inosuke.
—así es —respondió el del broche de mariposa, esbozando una pequeña sonrisa y acariciando el cuello del ave con su dedo índice de una forma suave.
"¡Increíble! ¡la última vez que intenté acariciarlo, Tennoji me picó!", observó el muchacho de los cabellos burdeos, con un ligero rubor en sus mejillas.
El gorrión de Zenitsu se posó en la cabellera negra sujeta con el broche de Inosuke, a lo que el alzó la mirada en un bizco, sorprendido. El que parecía ser su propio cuervo también se posó en su otro hombro.
—parece que las aves te quieren bastante —observó el rubio, esbozando inevitablemente una sonrisa boba ante la imagen que se daba frente a él.
—mis hermanas me dicen lo mismo bastante —dijo, un poco apenado—. Suelen compararme mucho con un ave.
A Zenitsu y Tanjiro les hizo bastante sentido esa comparación.
Agraciada, bella, rápida, tenaz y libre. Las aves podían ser tan bellas como las mariposas.
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