Día 5

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El reloj marcó las cinco de la mañana. Intenté conciliar el sueño, pero estaba lejos de lograrlo. No podía dejar de pensar en todo lo que había pasado el día anterior. Debo admitir que estoy ansiosa por llevar a cabo el meticuloso plan de Jena, que incluye vengarme de Brian de una vez por todas. El idiota se lo merece, aún se me revuelven las entrañas y se me aprietan los puños con solo recordar lo que estuvo a punto de hacer ... luego viene Adam, al pensar en él me pongo de los nervios, el sentimiento de culpabilidad se instala en mi pecho y se rehúsa a salí de allí.

«¿No se supone que cuando estás en una relación, la honestidad es una de las cosas más importantes?»

Estrellé la cara contra la almohada, gruñendo.

«Vale, vale, sí le diré.Pero hoy no»

Tratando de no hacer ruido salí de mi habitación. Bajando la escalera con los pies en punta para entrar lo menos posible en contacto con el suelo frío. Ya en la cocina, abrí el refrigerador. Mis ojos se encontraron con las botellas de coca-cola, quería un poco pero luego me decidí por una leche tibia, ya que si tomaba el refresco no dormiría las horas que restaban. Encendí el microondas y metí el vaso.

Mientras esperaba los diez segundos para que se calentara, escuché un ruido.

«Son cosas tuyas, ya cálmate»

Saqué la leche del microondas para luego apagarlo, bebí rápidamente con la esperanza que me diera sueño de una buena vez, cuando subí las escaleras escuché algo de nuevo.

Rodé los ojos al notarlo ¿Cómo no lo había adivinado antes? Aquel ruido se trataba de mi hermana, quien estaba caminando hacia su habitación, sin darse cuenta de que podía montar un escándalo, Lily es sonámbula. Ella no se percató de mi presencia como era de esperarse y entró a su habitación que ya tenía la puerta abierta. Un dato extraño de mi hermana menor, es que siempre debe dormir con la puerta abierta, el tener que cerrarla la vuelve loca.Al regresar a mi cuarto, me tumbé en la cama, esperando dormir un rato, pero no lo conseguí.Busqué mi teléfono con la esperanza de que Adam estuviera conectado, pero no respondió mi mensaje.

Resulta que sí conseguí dormir, pero sólo un par de horas, ya que a las seis y cuarto de la mañana la alarma comenzó a sonar.

Puaj.

Me levanté de la cama con toda la flojera del mundo, entrando al baño en modo zombi, hice mi higiene personal. El uniforme de Mildford High me sonreía colgado en la puerta de mi armario preparado para ser utilizado. Luego de desayunar. Papá nos llevó, y nos deseo un buen día cuando aparcó el auto frente a la escuela. Devolvimos los buenos deseos.

Mi hermana se encaminó a su torre luego de despedirse con la mano. Sus amigas se le acercaron corriendo y no tardaron en llevársela de allí, en dirección a la segunda torre. A pesar de que este lugar es gigante, es muy sencillo ubicarse. Existen tres torres, la primera es para los estudiantes de primaria, la segunda es desde séptimo grado a noveno, y la tercera torre es para décimo, undécimo y Senior Year. Yo pertenezco a ésta última.

Además, cada torre cuenta con su propio gimnasio y laboratorio. También está la piscina, aunque aquel lugar está bastante lejos, y un campo de tenis que casi nadie usa. La torre dos— la más grande— cuenta con un precioso auditorio donde tienen lugar las presentaciones del club de teatro, y los recitales de música.— me cansé de tocar allí, a decir verdad. Pero este último año, decidí retirarme de la orquesta de Mildford High para poder concentrarme en mi audición de Juilliard. — Sí, este lugar es de ensueño para cualquiera, pero lo cierto es que a veces desearía seguir en la escuela pública. Todo es demasiado perfecto para mi gusto, y seré honesta; no me interesan las demás materias a excepción de música. Soy un desastre para ellas, a pesar de intentar darlo todo, no soy buena para la escuela y punto. Intento aprobar, es lo único que me importa. Simplemente el sistema educativo no está hecho para todos. Mis tres años seguidos en la escuela de verano pueden dar fe de ello. De todas formas, si no logro entrar a la universidad entraré a una orquesta profesional y moriré de hambre — eso me responde todo el mundo cuando cuento mi plan— . Pero al menos moriré de hambre haciendo algo que me gusta. Suena bien para mí.

50 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora