Día 25

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Salir de compras es agotador.

Le di un sorbo a mi refresco, observando a mis amigas intentar ponerse de acuerdo sobre a cuál tienda iríamos primero. Pude notar la emoción en sus rostros. Anne no deja de sonreír, los ojos de Claire brillan, Jena no para de mover su flequillo de un lado a otro, claro signo de que está ansiosa.

Por otro lado, me encuentro hecha un manojo de nervios. Mis manos sudan, el estómago comienza revolverse con solo pensar en probarme un vestido.

Intenté calmarme con la idea de que no podíamos tardar tanto. Los pasos son simples: conseguir un modelo, probarlo y comprarlo. Oh, y que mi tarjeta de crédito no se desangre en el proceso.

Lo máximo que puede tardar el proceso es una hora ¿No?

Me equivoqué.

Dos horas y nadie había conseguido nada ¡Nada! Ningún modelo me gustó, por lo que no me molesté en entrar a los probadores.

Mis amigas son otra historia: El vestido que le gustó a Anne se le veía gigante, a Claire le ocurrió todo lo contrario, muy ajustado, y Jena se midió varios pero no estaba muy convencida.

Nota mental: no volver a dejar todo para última hora.

Lo cierto es que no me entusiasma mucho la idea de usar vestido para el baile. Los odio con toda mi alma, no puedo tocar uno sin que me dé un ataque de pánico. Sin embargo me había prometido a mí misma que hoy sería diferente, tengo que enfrentar mi miedo. Además necesito desesperadamente algo que usar para el baile.

La esperanza aumentó cuando entré junto a las chicas a la siguiente tienda. Estaba repleta de vestidos, modelos hermosos a decir verdad.

Anne chilló emocionada mientras corría a buscar uno, inmediatamente una chica morena que rozaba los veinte años llamada Gina se acercó a nosotras para atendernos. Le contamos lo que buscábamos e inmediatamente comenzó a mostrarnos un montón de diseños diferentes, con una gran variedad de colores.

Un destello color purpura llamó mi atención. Me acerqué al lugar donde se encontraba de forma casi hipnótica. Tomé el vestido en mis manos, la falda era suave y larga, con varias capas de tela, adornada con piedras desde la parte superior hasta la falda, simplemente precioso.

— ¿Puedo probarme éste? —pregunté, Gina asintió, entregándome un pase a los probadores. Noté que mis amigas venían tras de mí. Me alegré de que todas lograran conseguir uno.

Pasé el seguro de la taquilla. Armándome de valor retiré mi camisa, seguido de los pantalones, los coloqué en un gancho que se encontraba en la pared.

Miré la prenda frente a mí, pasé los dedos sobre la tela lentamente. Mis ojos se llenaron de lágrimas en el momento los recuerdos vinieron a mi mente. Las contuve, al igual que las ganas de huir en ese instante. Comencé a quedarme sin aire, al mismo tiempo que un nudo se formaba en mi garganta.

«Vamos, Margaret. No dejes que te domine.»

Todo comenzó a dar vueltas. Ya está, en cualquier momento voy a desmayarme. Apoyé los brazos y la frente en la pared para tomar una respiración profunda.

«Eso es, respira. Puedes hacerlo.»

—Oye Meg ¿Necesitas ayuda? — preguntó Jena, al otro lado de la taquilla.

Tomé otra respiración antes de hablar.

—Necesito un minuto—respondí.

Esto es algo que necesito hacer sola.

Bajé el cierre del vestido, y comencé a colocármelo lentamente. Cerré los ojos con fuerza al sentirlo deslizarse por mi cuerpo, mientras me repetía que todo estaría bien.

50 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora