Día 30

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Cuando me desperté solo tardé tres segundos en darme cuenta dónde me encontraba; una habitación que definitivamente no es mía. Las cortinas blancas no dejaban que la luz del sol se colara en la habitación. El colchón suave, las lujosas sábanas blancas que llegaban hasta mi cintura olían a lavanda. La respiración de Adam me hizo cosquillas en el cuello.

Me giré lentamente, con cuidado de no despertarlo. Bostecé y admiré su rostro, completamente sereno. El cabello rubio hacía contraste con el color blanco de la almohada, pude apreciar sus largas pestañas doradas.

Por cierto, son fantásticas. No es muy justo que yo tenga que usar rímel para que se vean así.

—Buenos días, sweet Maisie. — susurró, con voz adormilada y ronca, sobresaltándome.

—Buen día, Turner. —respondí.

— ¿Admirabas mi belleza desde tan temprano? — preguntó, ocultando su rostro en mi cuello.

—Hmmm, no sé de qué hablas.

Cerré los ojos un segundo, disfrutando de su aroma masculino. No puedo creer que incluso recién levantado huela delicioso. Turner se apartó un poco solo para girarnos, y colocarse sobre mí. Sus brazos apoyados a cada lado de mis hombros para no aplastarme.

— ¿Dormiste bien?

—Muy bien. — respondí.

Llevé mis manos a su cabello rubio, moviendo con mis dedos las suaves ondas que se fueron formando mientras dormía.

Acercó su rostro al mío, rozando mi nariz con la suya dulcemente, para luego plantar un beso en mi mejilla, seguido de otro en la comisura de mis labios.

—No voy a besarte ahora— aclaré, colocando mi mano en su cara, apartándolo. Adam arqueó la cejas, entre confundido y adormilado.

— ¿Por qué no?—preguntó, regresando a su posición anterior.

Sus ojos tan cerca de los míos, conseguían ponerme nerviosa. Pasó sus dedos por mis costillas, causando que me dieran cosquillas. Solté una risita.

—Porque tengo mal aliento.

—Ay, Meg. — se echó a reír con ganas. — Eso no me importa ni en lo más mínimo.

—Pues a mí sí. —Hice un mohín. —Una vez leí en una revista que besar con mal aliento es totalmente desagradable.

—Podríamos averiguarlo. — bromeó, acercando sus labios a los míos.

— ¡Noooo! —exclamé, zafándome de su agarre.

Corrí en dirección al baño. Le escuché soltar una sonora carcajada, justo antes de cerrar la puerta.

Luego de mi visita al cuarto de baño, Anne se apareció en nuestra habitación para decirnos que bajáramos de una vez a desayunar, ya que hoy —según ella—debía ser un día completamente productivo. Turner se quedó atrás, alegando que debía cambiarse el pijama, prometió que se uniría lo más pronto posible.

Mientras bajaba las escaleras, escuchando a mi amiga parlotear sobre la nueva colección de su diseñador favorito, me di cuenta de un detalle importante: La fecha en el calendario de mi teléfono marca 16 de Junio.

Faltan dos días para mi aniversario de un mes con Adam.

No he planeado absolutamente nada.

¡Pff! ¿Cómo lo había olvidado? ¿Y qué se supone que haría? ¿Darle un regalo? ¿O una cita especial?

Joder, ¿Qué se supone que llevo en una cita especial?

Un Momento. ¿Él ya habría planeado algo? Porque no me gustaría arruinarlo de ser así.

50 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora