Día 22

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Buenos días, borrachita.

Feliz cumpleaños número 18.Espero que disfrutes mucho éste día.

PD: lo de ayer está olvidado, solo intentemos confiar más en el otro.

Con cariño.
-Adam.

Me llevé las manos al rostro muriendo de vergüenza y ternura al mismo tiempo. Un sentimiento de felicidad me invadió al recordar que pude arreglar las cosas con él. Lo que no podía recordar muy bien era cómo había llegado a casa, esperaba averiguarlo más tarde.

Estiré mis brazos al mismo tiempo que un bostezo abandonó mis labios, para mi sorpresa, no choqué mi brazo con ninguna de las chicas.

Un momento. Ellas ni siquiera están aquí.

Me levanté rápidamente ¿A caso ya estaban despiertas? Eso es algo sumamente extraño. En las pijamadas, soy la primera en despertar. Mi cabeza dio vueltas cuando intenté levantarme, la resaca vino a recordarme su presencia. Noté que en la mesita de noche reposaba un vaso de agua junto a una pastilla. No dudé en tomarla.

Justo después, la puerta se abrió bruscamente, revelando el rostro de Jena, quien ordenó que me sentara en la cama para después comenzar a cantar "Feliz cumpleaños". Las demás la siguieron entrando a la habitación. Mi familia también entró. Mamá sostenía un pastel con el número dieciocho en forma de velas. Sonreí encantada, uniéndome a la canción, todos gritamos en cuanto apagué las velas. Luego, vino la sesión de abrazos y las felicitaciones.

Mamá se llevó el pastel a pesar mis quejas, diciendo que comeríamos luego de un desayuno nutritivo. Me quedé a solas con las chicas, lo primero que hice fue ir hacia ellas envolviéndonos en un abrazo grupal, les dije cuanto las amaba, y lo mucho que me encantaba que estuvieran conmigo.

—Ay, ya basta Meg, me vas a hacer llorar —comentó Anne, echándose aire en el rostro. Todas reímos.

— Bienvenida al club de los dieciocho, cabeza hueca.

— Gracias, Jena.

—Eso no es todo, todavía quedan sorpresas. — comentó Claire. Jena salió de la habitación, para luego entrar, pero ésta vez sosteniendo una cesta, repleta de mis dulces favoritos, y polaroids de todos nuestros mejores momentos. Simplemente precioso.

— ¡Te amamos Meg! — exclamaron todas al mismo tiempo, abrazándome nuevamente.

—Yo las amo más— respondí.

La felicidad que siento en éste momento es indescriptible. Di saltitos mientras veía las polaroids una por una, fascinada con la creatividad de mis chicas. Son las mejores amigas del mundo. No pude haber hecho mejor elección en el quinto grado.

Al parecer, hoy es mi día de suerte. Horas más tarde, salí del ensayo del conservatorio con una sonrisa en mi rostro. Los resultados estaban plasmados en la cartelera; lo conseguí ¡Conseguí él solo, yo tocaré en el último concierto! Saboreé la victoria con una pequeña danza. Y no quiero ser malvada, pero disfruté la rabieta de Cassidy Cartwright desde principio a fin.

La alegría invadió la casa cuando conté las buenas noticias. Pensé que la cuestión de las sorpresas había acabado allí, pero no pude estar más equivocada.

— Deberías subir a tu habitación. — comentó Lily, aguantando una sonrisa.

Arquee las cejas. ¿Qué podría ser? ¿Un piano nuevo? Puff, jamás lo aceptaría, adoro a Alaska. ¿One direction cantaría en mi habitación la canción; Eighteen? Nah, mucha fantasía.

50 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora