Desperté definitivamente cerca de las ocho.Me gustaría decir que fue un sueño profundo, relajante, de esos para recargar energía, pero no lo fue; solo había lugar para las pesadillas, despertaba luego de que terminara una, intentaba dormirme nuevamente, pero ese era el inicio de otro horrible sueño.
Desayuné en silencio con mi familia, les dije no quería hablar más sobre lo sucedido la noche anterior. No me presionaron, ya sabían todo lo que pasó cuando se lo tuve que contar a la policía.
En cuanto terminé de comer me excusé, fui directo a mi habitación, necesitaba con urgencia tocar el piano. Lo único que podía llevar mi mente a otro lugar .Cada vez que pulsaba las teclas, el nombre de las notas revoloteaba por mi cabeza, tocar es un sentimiento único, casi mágico.Si fuera por mí, estaría todo el día haciéndolo, pero solo me permití tocar durante dos horas. El lado bueno es que ya me sé casi todas las piezas. Sin embargo, también debo estudiar para mis exámenes finales de la escuela, y la audición para el concierto final junto a la orquesta.Memoricé hasta la hora del almuerzo, luego de aquello, a petición de mis padres, dormí una siesta, ésta vez sin pesadillas.
El sonido de mi teléfono hizo que abriera los ojos, pero no me moví, estaba muy a gusto recostada en mi cama. Volvió a sonar repetidas veces, estiré mi brazo hacia la mesita de noche, dónde se encontraba el aparato. Noté que llegaron varios mensajes de mis amigos, todos preguntando cómo me encontraba, les respondí que estaba mejor de lo que esperaba, lo que es verdad. Sí, lo de ayer fue algo horrible, nadie quiere vivir algo así.Pero, mientras estaba sin poder dormir, mirando al techo, me puse a pensar que todo lo que ocurría tenía una razón, para dar una lección, supuse que en este caso para hacerme más fuerte ¿en qué sentido? No lo sé.Yo más que nadie sabía en carne propia lo que se sentía, la impotencia de que una persona pudiera hacer contigo lo que quisiese y que tú no pudieras hacer nada al respecto, trágico y traumático para cualquier chica o chico que lo experimentase.No es mi culpa que el mundo cuente con gente tan despreciable, capaces de hacer tanto daño a las personas. Pero, ya han pasado cuatro años, lo que ocurrió la noche anterior sirvió para darme cuenta de que es necesario que termine de seguir adelante.
Espero no estar equivocada.
Un nuevo mensaje llegó, esta vez de Adam, abrí su mensaje.
Adam: Hola, Meg.
Suspiré en cuanto lo leí, me mordí el labio, tecleando una respuesta.
Yo: Hey, Turner.
Su respuesta me llegó casi al instante.
Adam: ¿Qué tal estás?
Yo: Puedo decir que bien ¿Qué hay de ti?
Adam: Bien, igual.
No abrí el mensaje ya que no supe que responder, tampoco sentía ganas de seguir la conversación porque estaba segura de que caería en sus redes, y no podía hacer aquello luego de lo que había sucedido con Deliah. Me dediqué a los estudios nuevamente, costaba creer que ésta era mi última semana, y luego la universidad, se supone que la respuesta de Juilliard debía llegarme ésta semana o tal vez la siguiente, sino llegaba el correo, pues simplemente no era lo que ellos buscaban. Sin embargo , fui aceptada en la New York University, la carta llegó está mañana, según me contó papá. Lo cierto es que ni siquiera me había tomado la molestia de leerla.
Más tarde decidí bajar a la cocina en busca de provisiones, mi estómago ruge y estoy hambrienta; me quedé con dos latas de coca-cola, un paquete de galletas, y un poco de puré de patatas que había sobrado del almuerzo.Cuando estaba a punto de subir las escaleras, sonó el timbre. Miré la puerta de mala gana, dejé la comida en las escaleras para poder dirigirme a la puerta con mayor facilidad, abrí la misma encontrándome con mi mejor amiga. Jena viste su ropa usual, un jersey negro, unos blue jeans rotos, con sus botas de tacón negras a juego. Saludó con una leve sonrisa, para luego echarme a un lado y entrar.Sonreí, feliz de que ella me tratara igual que siempre, no como un pedazo de cristal a punto de romperse, cosa que comenzaron a hacer los demás luego de lo sucedido anoche.
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50 Días
RomanceExisten dos tipos de personas:a los que les va bien en el amor, y a los que no, claramente Meg y Adam pertenecen a la segunda. Decidida a ponerle fin a su mala suerte en aquel tema, Meg le cuenta a su mejor amigo una alocada propuesta, que parece...