Día 26

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Años atrás nunca imaginé lo rápido que llegaría éste día. Pensaba que cinco años se convertirían una eternidad; pero en realidad el tiempo pasó en un abrir y cerrar de ojos. Aún se me hace difícil creerlo: hoy es mi graduación.

Me miré al espejo de cuerpo completo que se encontraba en la habitación. Admiré mi propio reflejo durante varios segundos. El traje celeste y la camisa blanca luce genial, los tacones a juego le proporcionan más elegancia.

Quien me diga que las chicas no pueden usar traje, que les den. Porque cariño, me veo fantástica.

Compré el atuendo dos meses atrás junto a mi madre y Lily. Quedé encantada la primera vez que lo vi, no tuve dudas cuando me lo probé. Mi cabello oscuro estaba recogido en una preciosa coleta alta que mi madre se había encargado de elaborar. Le tomó casi una hora, pero valió la pena.

Pude sentir el ambiente lleno de nostalgia y euforia en el momento que entré a Mildford High. Me dirigí hacia uno de los salones que conectaba con el anfiteatro del Colegio. La gran mayoría ya se encontraban allí. Varias personas se acercaron a saludarme, gesto que correspondí con amabilidad.

Localicé a Adam. Se encontraba de espaldas a mí, hablando con Aaron y Mason. Su gemelo fue el primero en verme, señaló en mi dirección con una sonrisa cómplice. Turner se giró. Sus ojos verdes se encontraron con los míos, y al instante una sonrisa se formó en su rostro.

Se ve guapísimo.

—Oh por Dios ¡Mírate! Te ves preciosa—exclamó, rodeándome con sus brazos, levantándome del suelo, lo que llamó la atención de más de uno de mis compañeros. Escuché uno que otro suspiro por parte de las chicas. Besé rápidamente su mejilla.

—Mírate, tú estás hecho todo un adonis. — sonreí, apoyando mis manos en su pecho.

Aquel traje color azul marino se le ve terriblemente bien, le queda a la medida, resaltando su buena figura. Su cabello rubio perfectamente peinado, y huele delicioso. Su perfume es mi debilidad.

No es por presumir, pero Turner está buenísimo.

El resto de la mañana se me pasó volando. Entre el discurso de Claire—-quien fue la elegida para tal honor, gracias a su excelente rendimiento académico— la entrega de los diplomas, las fotos con nuestras respectivas familias y amigos, los abrazos, felicitaciones y Adam repitiéndome lo mucho que adoraba mi traje, tomando fotos cada vez que podía —lo que me pareció muy tierno. — Llegó mi parte favorita; donde todos juntos alzamos los birretes por los aires, dando por finalizado aquella etapa de nuestras vidas. El lugar estalló en sonoros aplausos. En ningún momento pude quitar la sonrisa de mi rostro.

Miré a Turner, junto a mí. Luce incluso más contento que yo, aquellos lindos hoyuelos se le marcaban en las mejillas. Al sentir que le miraba se giró hacia mí.

—Una foto dura más, créeme. — guiñó un ojo.

—Idiota—le di un puñetazo en el pecho a manera de broma.

El rubio aprovechó, y me tomó de la mano, jalándome hacia a él, de manera que nuestros rostros quedaran extremadamente cerca. No lo resistí; acorté la distancia en un beso efusivo. Turner correspondió con el mismo entusiasmo, profundizando el beso al mismo tiempo que sus manos se cernían alrededor de mi cintura, las mías se aferraron en sus hombros, con el corazón latiendo fuertemente contra mi pecho.

Es extraño como podía expresar tantas cosas con un beso, era algo simplemente mágico, y deseaba poder congelar aquel momento para siempre.

A pesar de que no éramos la única pareja compartiendo muestras de afecto—y créanme cuando digo que nuestro beso se quedaba corto a comparación de los demás— tuvimos que separarnos antes de montar un espectáculo.

50 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora