Día 23

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5:45 Am

Adam abrió bruscamente la puerta de la habitación sin dejar de besarme. Dejé caer el bolso en la alfombra, mientras su lengua se enredaba con la mía. No pude evitar soltar un leve jadeo, su cercanía es abrumadora. Mis manos sujetándose en sus hombros, y la suya alrededor de mi cintura presionándome contra él. La puerta emitió una corta melodía al cerrarse.

No sé cómo llegamos hasta aquí. Las cosas se pusieron un tanto... comprometedoras en el club. Tragos, bailes sexys, besos, caricias y más tragos.

Hice los tacones a un lado. Adam se quitó los zapatos en una sacudida. No tuve tiempo para reírme de sus medias con estampado de cars. Ahogué un gemido en el momento que me tomó de los glúteos para que rodeara su cintura con mis piernas. Turner caminó hasta depositarme en la cama con delicadeza, quedando sobre mí.

El calor inundó mi cuerpo cuando me recorrió con la mirada, tomándose su tiempo. Sobre todo en el escote.

Sus labios bajaron hasta mi cuello, depositando suaves besos en la zona. Cerré los ojos disfrutando la sensación, enredando mis dedos en su cabello rubio. Bajé mis manos por sus hombros hasta su abdomen, acariciando por debajo de la camisa, sintiendo su piel caliente contra mis dedos. Turner jadeó, el sonido me hizo sonreír.

Sus ojos estaban oscurecidos, pero me sonrió con dulzura. Se echó hacia atrás para cambiarnos de posición, sentándome sobre él. Comencé a desabrochar los botones de su camiseta con desesperación. Soltó una risita contra mi cuello.

—Tranquila, tigre. — me miró con diversión, para luego ayudarme con los botones. — Ya está.

Terminó de quitarse la camisa, la cual voló hacia algún rincón de la habitación. Mentiría si dijera que nunca había visto a Adam sin camiseta, pero era la primera vez que podía...tocarlo. Pasé las manos por sus hombros, es increíble lo suave y fuerte que es su piel. Sus brazos musculosos, pero no demasiado. Si tengo que hablar de su abdomen, bueno, es una jodida escultura griega.

—No tienes idea de lo que me está haciendo ese conjunto. — murmuró. Respiré entrecortadamente. — ¿Puedo...?

Asentí, sin saber muy bien qué estaba aceptando. Turner pasó sus dedos por mi cuello con delicadeza, bajando por mi clavícula hasta recorrer todo el escote. Le miré fascinada, él tenía la misma expresión en el rostro. No sabía que éste tipo de conexión era posible, quería seguir explorando aquella mágica sensación junto a él, quería más.

Me tomó por las caderas, pegándome contra él. Acaricié su mejilla, besándole de nuevo con más calma. Adam apoyó su frente con la mía.

—Tenemos que parar, Maisie. — suspiró.

—No quiero...— susurré, en tono lastimoso.

—Créeme yo tampoco. — Admitió, colocando un mechón rebelde de mi cabello detrás de mí oreja. — Pero no quiero que nuestra primera vez sea así.

Tiene razón. Si no controlamos la situación, aquello pasaría a más, y no estoy segura de estar lista para lo que conlleva.

—Espero que hayas pasado un gran cumpleaños. — añadió.

—Fue el mejor. — respondí.

Entré al baño casi de inmediato. Quité cada capa de maquillaje, debajo de ésta mi rostro lucía sonrosado, debido a lo que acaba de suceder momentos atrás. Nunca habíamos llegado tan lejos.

Le quité la camisa. Repito: le quité la camisa. Y fue fenomenal. Si Turner no me hubiese detenido probablemente la ropa terminaría en el suelo. Exhalé bruscamente, apoyándome sobre el lavabo. ¿Realmente hubiese sido capaz de hacerlo? Aparté la mirada de mi reflejo, sin contestar la pregunta y terminé de cambiarme.

50 DíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora