MARQUÉ [TINCAN]

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Después de tres días de celo y casi en su totalidad estando la ahora muy feliz pareja encerrados en la habitación al fin el celo había cedido en dejar al mayor, el menor estaba muy cansado, las manos de su alfa estaban marcadas en sus caderas, mientras que las uñas del menor dejaron marcas en la espada del alfa, los labios de ambos estaban rojos pero en los del menor eran más notorios, muchas marcas en el cuello y pecho de ambos; todo eso fue resultado del celo del alfa.

Tin estaba como si nada, tenía mucha energía mientras que el menor no se quería parar, estaba agotado, el alfa le abrazó y lo coloco encima de sí, necesitaba que su pequeño descansara y él como el alfa debía y quería cuidar del rubio.

El menor estaba agotado, pero el calor del alfa le calmaba, sonrió beso y beso el pecho del mayor mientras se acurrucaba, al instante quedó dormido en brazos del alfa.

La madre estaba feliz, había llegado ese día ya que sabía que el celo de su hijo debía de haber terminado, y justo al llegar tomo la tarea de preguntar qué había pasado con su hijo y el menor a las sirvientas que con lujo de detalle le dijeron santo y seña de todo lo que escuchaban y veían.

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Type estaba llegando a la casa cuando vio a un omega coqueteando con su alfa, sus celos le cegaron y fue a donde el mayor, se montó en el sin aviso y le besó frenético, el mayor sorprendido tardó en responder, pero sonrió al comprender la acción del menor, le apretó los muslos y sin despedirse de la omega quien le veía medio molesta se adentró con el menor en brazos a la habitación que compartían.

Al separarse el menor tenía sus mejillas coloradas, estaba feliz por como el mayor le aceptó, dejó un beso más en los labios de su alfa e intentó bajarse, pero no pudo, el mayor no le dejo, hizo un puchero adorable haciendo a su alfa sonreír.

- No tienes que preocuparte bebé, tú eres mi omega —dijo y besó la frente del menor, lo sentó en la cama y fue al baño, se lavó la cara y regresó ante la atenta mirada de su pequeño.

- Pero nadie lo comprende —dijo con un puchero, el mayor suspiró, debía marcar a su pequeño, por el menor y por él, no soportaría que un alfa intentara acercarse a su omega, pero no lo iba a marcar en esas circunstancias.

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Can despertó ya bien descansado y con mucha hambre, el mayor le veía atentamente, sonrió y se talló los ojos de una forma demasiado tierna para el mayor.

- Ya es de noche, la cena ya está aquí, siéntate amor —dijo el mayor, el más pequeño obedeció, llevaba un conjunto de seda color celeste, sonrió, sabía que había sido su alfa.

El mayor le pasó un plato de fruta bañada en chocolate, el menor sonrió, siendo ese el primer plato de muchos que el mayor le daría al menor para que comiera bien.