🌹|| "35"

568 56 9
                                    

En otro lado.

La representación miraba atenta unos de los papeles que tenía en la carpeta, estaba algo ocupado con el trabajo.

De algún modo también estaba intranquilo; el vínculo que había tenido con el Omega se había roto hace meses, pero podía saber cuándo algo no estaba completamente bien y, de algún modo extraño, también podía sentir cuando México estaba asustado o preocupado por algo. 

No podía decir que lo quería porque sería mentir a su corazón y mentirle a los demás también, si, México había sido muy amado por él en el pasado. Pero el corazón algunas veces cambia y no sabemos que pasa hasta que nos damos cuenta que esa persona de un momento a otro se volvió como cualquier otra.

Se dió cuenta cuando la sonrisa de México ya no curaba sus heridas, cuando abrazarlo seguía siendo agradable al tacto, pero indiferente al corazón. Y México no tenía la culpa de ello.

Pero, aún así, en su estupidez, le hirió.

Aún así, termino haciendo una de las cosas que nunca quiso.

Y aún así, siguió hiriendolo durante mucho tiempo.

Se distrajo de repente cuando escucho que alguien venía, era su secretario quien le traía algo más de trabajo. Suspiro y recibió los papeles sin objeción.

— Mm... — el hombre se quedó unos momentos en la oficina.

— ¿Necesita algo? — pregunto mirando al hombre.

— N-No... Pero, señor — el Omega miro con atención a su jefe — ¿No está preocupado?

— Un poco, pero eso no tiene que ver usted. No se preocupes, ahora vaya a casa o su esposa me matará — dijo volviendo la vista a los papeles con una ligera sonrisa.

El hombre rápidamente asintió dándole las gracias a su jefe por salir temprano. La representación simplemente miro al techo, tenía razón, estaba preocupado.

[...]

México en otro lado disfrutaba de la gran vista que le brindaban sus amigos peleando por un último plato de comida.

El pequeño también estaba sonriente y burlón a la situación, cruzaba sus bracitos y reía de vez en cuando.

México supo quién fue el vencedor cuando escucho una fuerte risa, Rusia se abrió paso entre los demás caminando en dirección al Omega. Rusia miro atentamente y con algo de pena al hombre moreno que extendía largas y fuertes piernas en el sofá, con una sonrisa encantadora mientras apoya su rostro en su mano y con la otra mantiene al pequeño sentado cerca de él. Era una escena que quería guardar para siempre en su memoria.

— ¡Iaia! ¡Baaa!.. — empezó a balbucear Tlecuauhtli cuando vio al de ojos turquesa acercarse con un plato en las manos.

— Eres muy tragón — dijo México a su hijo cuando se dió cuenta de sus intenciones.

Rusia simplemente se agachó sentandose frente a padre e hijo y le dió pequeños bocados a este último una vez que México le dió el permiso.

— Oh, aquí están — hablo suave Japón saludando al moreno y después a los dos "hambrientos hombresillos".

— Siéntate un rato, ven deja te hago un espacio — dijo México incorporándose en el sofá y haciendo un espacio para el nipón — listo.

— Que amable — dijo Japón tomando asiento a lado del moreno — ¿Quieren ir de compras conmigo?

¿No llevas ya muchas cosas? — cuestionó el moreno al nipón con una sonrisa.

CONQUISTANDO AL ÁGUILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora