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— Vaya, parece que si te domaron — Alemania escucho que alguien le decía.

Se dió la vuelta y allí estaba el canadiense recién llegado, al parecer había visto como México lo dejaba encogido en su lugar. Sacudió un poco la cabeza, después se puso serio de nuevo viendo de mala gana a Canadá, quien tenía su sonrisa burlona.

— México fue adentro — le dijo suponiendo que el canadiense estaba buscando a México.

— Oh, gracias. Que amable cachorrito — le dijo yendo a otro lado buscando a México.

Alemania gruñó disgustado, pero no le dijo nada más.

Canadá camino por la casa escuchando a Brasil decirle dónde iba a quedarse, agradeciendo cuando le dejo solo, ahora podía buscar al moreno tranquilo. México estaba envuelto en una toalla y su pequeño igualmente, mientras que hablaba con Perú sobre alguna cosa al parecer importante, pues ambos estaban serios; prefirió no interrumpir la plática y mejor fue a buscar a su hermano, el cual estaba jugando con su teléfono en uno de los cuartos.

Unos minutos después bajo buscando a México de nuevo y ahora estaba ya bien vestido, mientras que Tlecuauhtli estaba secuestrado de nuevo por Perú. A Juan al parecer le había dado hambre y estaba comiendo, a lado del moreno, ambos hablando animadamente mientras reían.

Canadá se acercó a México y lo abrazo, esto sorprendió al Omega y al hombre a lado de el. México se dió la vuelta para corresponder el abrazo con una sonrisa.

— ¿No estabas sancionado? — pregunto el Omega mientras le indicaba que se sentará del otro lado.

— Yo los dejo — dijo el Alfa levantándose y caminando de nuevo al árbol donde había estado durmiendo.

— Que simpático — dijo Canadá mirando de reojo al guardaespaldas de México — y si, estaba sancionado. ONU me dejó venir, claro que me mandó con USA de niñera. Pero ahora el está durmiendo, no le gustan los aviones.

— Es cierto, bueno, al rato se levantará — dijo México sonriéndole.

— Si ¿Y dónde está Tlecuauhtli? — pregunto.

— Perú está con el, al parecer le ha tomado mucho cariño, también Tlecuauhtli se encariño con Perú — explicó tomando una de las cervezas que estaba cerca, ofreciéndole otra al canadiense.

— No deberías beber — le sugirió tomando la cerveza y después le dió un trago.

México sabía que beber no era una buena idea, pero solo era una y la verdad tenía un buen aguante al alcohol. Desde que había quedado encinta no tomaba una sola gota de alcohol, pero ahora le apetecía una.

— Lo se, tranquilo. Solo beberé una. No me pondré borracho, mucho menos ahora — se explicó después de dar un largo trago.

Canadá se tranquilizó con eso y siguió hablando con México, eso hasta que llegó Japón hablando animado saludando a todos de una manera un tanto respetuosa como solía hacerlo siempre. Cuando llegó hasta México ambos se abrazaron y Japón le acaricio un poco el cuello como si fuera un gato, algo que muy pocos sabían que a México le gustaba. México ronroneo ante el delicado toque, lo que hizo que el japonés sonriera satisfecho.

Eso hasta que llegó Juan dándole un coscorrón al nipón cuando se dió cuenta de le iba a acariciar la nuca a México. Esto si bien no era algo grave, si era una ligera falta de respeto a cualquier Omega, ya que esta parte del cuerpo era un poco íntima y solo la pareja del Omega podía tocarla con libertad.

CONQUISTANDO AL ÁGUILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora