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Ya había pasado el celo del mexicano, ahora se encontraba comiendo algo que le habían preparado unos de los trabajadores. Seguía en su cuarto y Perú también estaba con él, sentado en una silla a lado de su cama, comiendo también.

¿Ya te sientes mejor? — pregunto el alfa dando un mordisco una tortilla.

— Si, me siento fresco — contesto — CDMX ¿no ha llamado?

— Mm, lo hizo. Pero estabas dormido muy profundamente y me dijo que mejor te dejará descansar — respondió luego de hacer memoria.

México ya no pregunto más, no tenía muchos ánimos igual. Siguió comiendo en silencio.

Ya había pasado uno de sus problemas, el celo había sido llevadero gracias a la ayuda y atenciones del peruano. Lo habia ayudado durante el celo y ahora también lo hacía, checaba su temperatura y le daba todo lo que pedía. Le agradecía demasiado por ello.

Pero, ahora venía el segundo problema. La junta que tendría con ONU y con...

Suspiro con pesadez y Perú lo noto.

— ¿Pasa algo? — pregunto preocupado.

— Uh, no. No es nada. Creo que tengo sueño de nuevo — contesto evitando el tema.

El peruano noto eso y lo dejo pasar, México estaba candado ahora, agregarle otro pero ahora no era la mejor idea. Así que asintió y siguió comiendo con tranquilidad, al menos hasta que el mexicano decidió comentar algo que no se esperaba.

— Por cierto, eres muy bueno en la cama — dijo de la nada con una sonrisa pícara.

Lo que Perú estaba comiendo fue a parar en la cobija de la cama, no todo. Solo unas cuantas migas y después una violenta tos le inundó. México soltó una gran carcajada al ver lo avergonzado que estaba el alfa.

— Ya me viste hasta el alma, no hace falta que te avergüences — le dice una vez que se calma.

Perú limpia el desastre de migas sin decir nada mientras escucha una que otra risa del mexicano, después él también ríe. Si era cierto que lo había visto en una situación muy íntima, desnudo y diciendo cosas obscenas, su mirada se queda fija en un punto de la sabana recordando las caras de placer del omega hace unos minutos, ese rostro sonrojado y sudoroso con la boca entreabierta gimiendo en voz alta. Era un buen recuerdo, pero...

« Si, quizá te vi desnudo. Pero más que ver tu alma, quisiera abrazarla y nunca hacerla pasar soledad » piensa levantándose de la silla.

— Ya no tienes fiebre — dice Perú tocando su frente y la de México — me alegro. Llevaré los platos abajo.

Cuando el mexicano va a decir algo, Perú le besa la frente y toma su plato ya vacío. Después sale de la habitación con una sonrisita que delata toda la alegría que siente.

Un joven que está limpiando le mira de reojo y piensa que nunca había visto una expresión tan tranquila y amorosa. Sonríe, seguro que su jefe ya está mejor.

Más tarde México sigue en su cuarto, está vez en la bañera, el agua tibia alivia toda su pesadez. Es lo que necesitaba, su lobo está cansado, lo puede sentir como si estuviera echado en su subconsciente pero también mueve la cola ligeramente, tranquilo, feliz. Ya no se siente solo.

Pero pronto el sentimiento de seguridad se esfuma, debe ir con CDMX, extraña a su bebé y quiere verlo de inmediato. Sonríe, quiere mucho a su pequeña águila.

[...]

Ya han pasado al menos cuatro días desde que CDMX está cuidando a su pequeño hermano, no ha sido una tarea fácil pero tampoco es tan tediosa como imagino.

CONQUISTANDO AL ÁGUILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora