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Años atrás, 1924.

México estaba allí completamente sentado, solo escuchando, serio. Normalmente estaría se buen humor y carismático, pero hoy no, tenía unos problemas en su país. Pero ahora estaba en una junta, no podía darse el lujo de distraerse.

La representación de cabello rubio opaco era imposible de ignorar, no podía negar algo que estaba existente frente a él. Había algunos callados y otros que estaban haciendo alboroto; el rubio solo estaba de pie, incómodo y desconfiado. ¿Quién no lo estaría? Todos lo estaban viendo como si fuese un animal salvaje o extraño.

A México le pareció más bien como una rosa floreciendo en la fría nieve, fuera de lugar. Era una sensación difícil de controlar las primeras veces.

Sonrió amigable, estaba dispuesto a ser un apoyo, no siempre era un buen apoyo. Pero era uno leal. Le gustaba ayudar.

Todos se callaron al ver al moreno ponerse de pie, USA solo le miro de reojo como si estuviese esperando una explicación. No la tendría, hace semanas que no cruzaban palabras. México sonreía tranquilo mientras veía al hombrecillo esperando alguna palabra.

— ¿Te puedo llamar URSS? Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas es demasiado largo — pregunto una vez que estuvo enfrente del rubio.

— México ¿Que estás haciendo? — le pregunto Canadá con un tono moderado, pero se notaba su curiosidad.

— Reconozco al muchacho. — contesto, serio, pero sonriendo. Después miro a la representación que había estado en silencio por un gran tiempo — Soy Estados Unidos Mexicanos, México; quiero que sepas que puedes ver en mi un aliado y un apoyo cuando necesites. Así te reconozco como un estado, URSS.

Termino extendiendo su mano al hombre; URSS le vio unos segundos, pero después y finalmente correspondió el gesto con un apretón de manos amistoso entre ambos.

— Será un placer para mí tenerlo de mi lado, Sr. México — hablo por fin con una muy ligera sonrisa.

[...]

Año 1926.

México miraba con atención al rubio, siempre que se veían este evitaba mirarlo a la cara.

URSS era demasiado reservado, pero no era molesto o aburrido, era tan calmado como la nieve que reposa en el suelo durante el invierno. Frío. México era tan alborotado como los chapulines que saltan en el campo, era imposible para el siempre estar quieto.

Приятно видеть вас снова. [ Es bueno verte de nuevo].dijo sonriente estrechando su mano con la del soviético Господин Маяковский, для меня большая честь, что вы посетили нас. [ Sr. Mayakovsky, es un gran honor para mí que nos haya visitado ].

El hombre solo asintió también saludando a la representación. Estaban en el puerto de Veracruz, así que tomarían el tren hasta llegar a la ciudad de México, allí el poeta estaría siendo esperado por Diego Rivera.

Las dos representaciones fueron en lugares aparte, solo ellos dos; México como siempre hablaba eufórico de todas las mínimas cosas que recordaba que habían pasado, mientras que el soviético le miraba tranquilo con una mueca que parecía ser una sonrisa.

CONQUISTANDO AL ÁGUILADonde viven las historias. Descúbrelo ahora