25 de diciembre, 6 a.m.
Una mañana nueva comenzaba. La mañana de Navidad. La nieve cubría toda la ciudad de Nueva York, pero un radiante sol asomaba en un precioso cielo azul.
Aquel sol estaba radiante como la sonrisa de Jonathan, quien lentamente, se levantó de la cama para no despertar a River y se dirigió al piso inferior, no sin antes, mirar con devoción a su gran amor. Tenía preparada una gran sorpresa para Navidad pero debía ajustar detalles antes de que el rubio despertara. Sigilosamente, bajó las escaleras. Al llegar al comedor, observó el precioso árbol navideño decorado. Un árbol que estaba lleno de sueños y de amor. No pudo evitar recordar aquellos momentos de su juventud cuando se encontraba con River en aquel río para besarse o abrazarse como dos verdaderos enamorados. Amaba recordar su juventud y más amaba recordar como lucharon por estar juntos.
El castaño tenía preparadas tres sorpresas para Phoenix. Dos de ellas, estaban envueltas en un regalo. La otra, imposible envolverla. Sonrió con ternura y comenzó a prepararlo todo.
Una hora después, un adormilado River abrió sus hermosos ojos celestes-verdosos. Observó el despertador ubicado en la mesita de luz y vio que el reloj marcaba las 7 a.m. Con una sonrisa, volteó hacia el lado contrario de la cama para despertar a Jonathan con un beso como hacía todas las mañanas, pero no lo encontró. Se extrañó porque usualmente, era tradición entre ellos que para Navidad despertaran juntos, al mismo tiempo. Preocupado, bajó las escaleras y se dirigió al piso inferior.
Al llegar allí, notó las luces apagadas. Solo brillaban las luces navideñas colocadas en un árbol lleno de regalos. De Jonathan, no había rastros. Caminó hacia la biblioteca en su búsqueda, supuso que quizás estaba terminando algún guión. Su esposo era detallista y pensó que incluso para Navidad podría estar trabajando. Mientras se dirigía allí se detuvo. Otro detalle llamó su atención. La puerta de la biblioteca estaba cerrada. Jonathan jamás la cerraba. Siempre la dejaba semi-abierta.
—¿Jona? ¿Estás allí?—preguntó preocupado. Nadie respondió.
River no espero más y abrió la puerta. Al ingresar, comprobó que la biblioteca estaba vacía. Jonathan no estaba, pero si estaban sobre la mesa del escritorio dos pequeños regalos con una tarjeta que decían "Para Riv ". Al lado de ambos regalos, un sobre. Tomó el sobre en sus manos y sacó el papel que se encontraba dentro de él. Era una carta, una carta de Jonathan. Extrañado, se dispuso a leerla.
Querido Riv: Quiero pedirte perdón por no despertar a tu lado como todas las Navidades. Me hubiera encantado que me despertaras con el tradicional beso navideño, pero créeme que un motivo especial hizo que ésta vez, fuera diferente.
Supuse que el primer lugar en el que me buscarías sería en la biblioteca. Eres mi esposo y sabes que suelo ser perfeccionista con mis trabajos, al punto de a veces, trabajar en Navidad. Pero ésta vez, no fue así. Por ello, decidí dejar aquí dos de tus regalos. Sabía que en tu intento por buscarme, los encontrarías.
Voy a pedirte algo. Quiero que abras estos dos pequeños regalos y que luego, te dirijas a nuestra habitación. Allí te estaré esperando con la última sorpresa.
Te amo, Jonathan.
Phoenix sonrió. Su esposo sí que era todo un enigma. Primero Martha de adolescentes, ahora esto. Dejó la carta cuidadosamente apoyada en la mesa del escritorio y tomó en sus manos uno de los regalos. Cuando lo abrió, no pudo evitar que una lágrima resbalara por su mejilla. Era un pequeño cuadro con una foto del río de Danbury donde en su adolescencia, había surgido todo. No pudo evitar que miles de recuerdos se agolparan en su mente. Algún día volvería allí con Jonathan para revivir viejos momentos. Abrazó el pequeño retrato y luego, abrió el otro regalo. Parecía que su esposo estaba empeñado en hacerlo llorar. El otro paquete contenía dos pasajes a Idaho, el lugar donde habían pasado su luna de miel. Lo amaba, definitivamente lo amaba. Dejó ambos regalos sobre el escritorio y con celeridad subió las escaleras. Al entrar a su habitación, se encontró a Jonathan con una gran sonrisa y con un pequeño bultito tapado con una manta en sus manos.
—¡Sorpresa!—dijo el castaño, destapando la manta—¡Feliz Navidad, Riv!
River no pudo hacer más que sonreír y besar a Jonathan con todo el amor que sentía en su corazón. Le había regalado un cachorrito. De pequeño, siempre había querido uno.
—No puedo creerlo...en verdad no puedo creerlo—añadió el rubio, feliz hasta el delirio.
—Sabía que desde pequeño querías un cachorrito y que no pudiste tenerlo—respondió Jonathan emocionado—Bueno, quizá no pudiste tenerlo de niño, pero ahora lo tienes de adulto.
River no pudo evitar derramar algunas lágrimas.
—¿Desde cuándo llevas planeado esto?—preguntó el rubio expectante.
—Desde noviembre que vengo planeándolo—contestó el castaño—Quería que ésta Navidad fuera inolvidable. Después de todo, es nuestra primera Navidad como esposos.
River sonrió y se acercó seductor. Tomó al cachorrito en sus manos y por unos momentos, lo depositó en la cama.
—Pero no la última...créeme—añadió besándolo larga y profundamente.
El beso estaba tornándose pasional, pero River se detuvo. Jonathan respiraba con dificultad. El castaño lo observó extrañado.
—Supongo que esto que acabo de hacer es un adelanto de uno de los regalos que te espera— agregó el rubio seductor, con su respiración algo agitada—Pero tendrás que esperar hasta más tarde.
Jonathan dejó escapar una larga carcajada.
—¡Bien jugado Phoenix!—respondió, cruzándose de brazos.
—Te lo merecías por haberme dejado solo en la cama hoy—dijo River, fingiéndose ofendido.
—¿Así que ésta es tu venganza, esposo?—preguntó Jonathan, acercándose al rubio
—No Jona, créeme...—añadió el rubio, muy cerca de sus labios—Esto recién es el comienzo.
Luego, con una sonrisa seductora, River tomó al cachorro en sus manos y lo abrazó.
—Lo llamaremos Júpiter ¿Qué te parece?—preguntó observando al castaño.
—Me parece que es un hermoso nombre—respondió Jonathan con una sonrisa, en tanto se acercaba a acariciar al cachorro.
River lo miró, dulce.
—Pero no tan hermoso como quien me lo obsequió—añadió el rubio depositando un corto beso en los labios de Jonathan—Por cierto, ¡Feliz Navidad, Jon!—dijo el rubio, sacando de su bolsillo un pequeño paquete.
Brandis se extrañó. No sabía que podía haber en un paquete tan pequeño.
—¡Ábrelo!—pidió el rubio en tanto sonreía.
Jonathan tomó el pequeño paquete y lo abrió. Era una cadena con un corazón. Pero no un corazón normal. Era un relicario. Al abrirlo, se encontró con que en el interior del mismo había una pequeña foto de él y una de River cuando eran adolescentes. No pudo evitar abalanzarse sobre el rubio para besarlo.
—¡Gracias cariño! ...es simplemente perfecto—dijo Jonathan, visiblemente emocionado.
River besó su nariz.
—Supuse que sería lindo que tuvieras una foto de cuando ambos éramos adolescentes para que te recuerde cuando nos conocimos y cuánto hace que nos venimos amando—respondió el rubio —Y créeme Jona, esto es para siempre.
—¡Te amor River! ¡Siempre te he amado!—dijo Jonathan en tanto volvía a besarlo. El rubio correspondió el beso.
—¡También te amo, Jona! Ahora y para siempre—respondió Phoenix.
—Me gusta eso de para siempre—dijo Brandis abrazándolo a él y a Júpiter, el nuevo integrante— Juntos los dos para siempre.
—Mmm... creo que hay un pequeño error en tu teoría—contestó River observando a Jonathan fijamente. El castaño no entendía a que se refería su esposo—Temo que ahora será los tres juntos para siempre—añadió con una sonrisa, señalando a Júpiter.
Jonathan dejó escapar una carcajada.
—Tienes razón ¿Cómo pude olvidarlo?—respondió dulce, en tanto abrazaba a su amor y a su nueva mascota.
Definitivamente, ésta Navidad sería inolvidable para ambos. Pero esperaban, que no fuera la única Navidad especial. Después de todo, aún le quedaban muchas navidades por delante para pasarlas juntos como esposos que eran, demostrándose su amor.
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Doble vida (BrandisxPhoenix)
Fanfic¿Qué locura serías capaz de hacer por amor? Dos chicos. Un alocado plan. Un amor que rompe todas las barreras. Una historia que te va a enamorar.