CAPÍTULO II

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La campana sonó dando lugar al recreo. Algunos de forma sigilosa, otros apresurados se levantaron de sus asientos dispuestos a disfrutar de un momento de ocio. Después de todo, ¿Quién no querría hacerlo luego de unas aburridas clases de matemáticas? River fue uno de los primeros en salir. Para él, la escuela no tenía sentido. Sobre todo porque sus padres lo consideraban un "fracasado", un joven que jamás saldría de los suburbios para abrirse paso a la vida. 

Se sentó en uno de los bancos que se encontraba bajo un árbol y dirigió su mirada al cielo como buscando una respuesta. Suspiró hastiado y parte de unos mechones rebeldes que colgaban en su frente se removieron. La vida apestaba y apestaba aún más cuando él, el chico más popular de la escuela no tenía confianza en sí mismo. Sin embargo, aquello estaba guardado en lo más recóndito de su ser. Nadie podía saberlo. Exteriormente, era un joven extrovertido que tenía éxito en los deportes y con cualquier mujer que se cruzaba por su camino. Interiormente, era un joven que luchaba constantemente contra sí mismo y con su baja autoestima producto de las opiniones ajenas.

Vencerse a sí mismo, eso es lo que necesitaba...

En una pared cercana a aquel árbol, se encontraban parados Jonathan y Winona. Jonathan no podía evitar entre la conversación con su amiga, dirigir una mirada hacia donde se ubicaba el rubio. Lo observaba pensativo, casi como derrotado y no entendía por qué ¿Qué podría aquejar a un joven tan popular como aquel? Sin embargo, ese gesto lo intrigaba. Deseaba acercarse a él, aunque fuera como un amigo, para consolarlo, ofrecerle un oído, pero con su timidez, eso era casi una misión imposible. No supo en qué momento ocurrió, pero de repente, el rubio desvió su mirada y sus ojos se encontraron. Se quedaron mirándose apenas unos segundos, hasta que Jonathan avergonzado, apartó la mirada y agachó su cabeza.

Winona que no pasó desapercibido el gesto de su amigo lo miró intrigante.

—Jon, ¿Qué sucede?, acaso ¿hay algo interesante en el suelo que deba mirar yo también?

—¿Q-qué?—preguntó Jonathan percatándose de que su mirada apuntaba al suelo—Ah, no, no... solo estaba buscando un pendiente que se me cayó.

—Ajá—rió Winona—¿Y desde cuando usas pendientes?

Jonathan maldijo para sus adentros. Peor excusa no pudo haber utilizado.

—Estabas mirando a "ojitos" otra vez, ¿verdad?

El castaño asintió suspirando.

—¿Hasta cuándo piensas seguir así Jon?—preguntó Winona observándolo—Te gusta ese chico desde hace cuatro años y jamás intentaste acercarte a él.

—Es que...simplemente no puedo hacerlo.

—Claro que puedes—respondió Winona—Es más...creo que se me ocurre cómo puedes hacerlo y sin que él siquiera sepa que eres tu—finalizó pícaramente.

Jonathan la observó levantando una ceja. Se preguntó qué se traería su amiga entre manos, pero decidió por el momento no preguntar.

Una vez más observó aquel árbol donde estaba sentado River. No supo en que momento, pero la figura del joven había desaparecido. Seguramente había ingresado nuevamente a clases porque la campana había sonado. Tan sumido estaba en sus pensamientos que si no fuera por su amiga, no se habría percatado del sonido estridente de la campana.

Mientras se dirigía a su próxima clase, ésta vez de educación física en el campo deportivo de la escuela, no pudo dejar de pensar en el momento en el que River y él se miraron a los ojos. Podría parecer extraño, pero para Jonathan, ese instante fue como una comunión de almas. Como si de alguna forma, después de esa mirada compartida, hubieran quedado unidos para siempre.

Doble vida (BrandisxPhoenix)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora