XXIII

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Las mañanas en altamar eran desoladoras, sobre todo cuando una noche antes el barco casi se había inundado por la lluvia cruenta que cayó a media madrugada, dejando el próximo amanecer lleno de neblina y nubes grises sobre un cielo que debería estar soleado. Era más solitario que un día cualquiera.

O bueno, Jungkook sentía los días más solitarios desde que Jimin había partido en un camino distinto, y se sentía raro por eso, pues mucho tiempo solo se había dedicado a observar desde lejos; fueron pocas las semanas donde pudo distinguir con precisión su aroma y el tono de su voz, hasta que se fue.

Desde el timón con su pipa entre su mano y labios observaba de vez en cuando la puerta de la que alguna vez fue la habitación de Jimin, observaba en silencio; tal vez con aquella pequeña luz de esperanza y pérdida de verlo salir por aquella puerta de madera. Lo extrañaba.

—¿Cómo crees que este? —Escuchó a su lado, no se sorprendió pues era Taehyung, alguien que tenía aquella costumbre de moverse en silencio.

—Espero que esté bien.

—Mhm, yo también lo espero. Seguro consiguió un trabajo en algún restaurante.

—No creo, con el dinero que le di le alcanza para comprarse una casa e incluso más.

—Si, pero recuerda que Jimin no planea quedarse en el puerto sino planea irse a otro lugar. Para empezar de nuevo, ya sabes.

Jungkook lo recordó, asintió por aquello, con una sola constante en su cabeza, aquella de que; pasaría un largo tiempo hasta que las estrellas se alinearan y pudiese ver por una última vez a Jimin, o quizás, nunca pasaría.

El sentimiento de extrañarlo era abrumante, porque no era lo único que sentía, sino también aquella necesidad de girar el timón para volver a donde estaba Jimin; pero no sabía que podría ofrecer.

Y lo peor, es que no sabía porque le quería ofrecer algo a Jimin.

—Espero que le vaya bien.

—Le irá bien, es un bonito omega, conseguirá un trabajo muy rápido y con lo que le hemos enseñado podrá defenderse de cualquier bastardo.

El mundo está lleno de personas malas, no importa de la condición económica que posean, ricos o pobres, muchos de ellos son malos; muchos de ellos solo buscan tomar ventaja de los omegas. Omegas que han sido criados sólo para servir a un alfa, para bajar la cabeza ante uno y hacer lo que se le pida sin decir algo, como había sido criado Jimin toda su vida. Le fue inevitable no preocuparse por aquel detalle.

—Le hemos dado una pistola, podrá defenderse con ella.

—Es un chico valiente, se que lo hará. —Asintió Taehyung. —Aun así, me llegó a preocupar.

—¿Por qué?

—Porque ayer hablaba con Sooyoung y me hizo notar algo.

—¿Qué cosa?

—Que hay una base naval cerca del puerto, como Santa María es un puerto más que todo de piratas pues lo tienen vigilado, por si las cosas vuelven a ser tan fuertes como antes, con lo del contrabando de oro y los robos que antes se hacían a las familias ricas.

Jungkook se sintió un completo tonto por no haber precavido eso, por no haber husmeado el perímetro antes de dejar a Jimin a su suerte ahí. Y se podría decir que exageraba, pero no era así, sabía que todos los funcionarios de la corona estaban buscando a Jimin por órdenes del futuro monarca.

—¿Por qué no me lo dijeron antes? —Preguntó con un tono molesto.

—Creían que tú lo sabías.

—¡Claro que no! —Exclamó, algo irritado por la noticia repentina que había recibido. —Jamás hubiera dejado a Jimin en un puerto vigilado por marinos de la corona, jamás.

—Eso lo sé, fue lo mismo que les dije. Pero no puedes culparlos.

—Lo sé.

—¿Y ahora?

—¿Ahora?

—Si, ¿Qué haremos?

—Nada.

Taehyung no pudo evitar mirar a Jungkook de una forma extraña, claramente sorprendido por su respuesta, sorprendido por escuchar que no haría nada con respecto a la situación en la que habían puesto a Jimin.

—¿Nada?

—Si, Jimin podrá cuidarse y ser lo suficientemente cuidadoso para salir del puerto sin que ningún marino lo reconozca, es alguien valiente y ágil, puede hacerlo.

Esa era la respuesta que daría para ocultar el hecho de que estaba demasiado preocupado y asustado sobre la protección de Jimin, pero como lo había dicho antes, él no se impondría ante las decisiones de Jimin.

Aunque estas decisiones Jimin no las haya tomado teniendo en cuenta aquel pequeño punto, él no sabía lo que le esperaba a unos cuantos metros o siquiera a unos cuantos centímetros.

En su nuevo empleo de mesero, llevando platos y bebidas por unas cuantas monedas a distintos alfas y betas. Con un delantal donde guardaba las propinas que los clientes le dejaban. A comentarios de la dueña del restaurante supo que en esta temporada del año el puerto estaba casi libre de piratas, que todo el puerto podría estar en tranquilidad por aquello, así que no tendría que preocuparse por las manos largas, solo por unas cuantas miradas sugerentes o chistes a los que hacía oídos sordos.

Ya habían sido cuatro días en los que consiguió muchas propinas, creía que era por su buen trabajo y buen trato a la clientela, pero también, por su atractivo. De todas formas, él ganaba, pues tenía monedas para sus próximos planes.

Había oído que cada fin de mes una embarcación de frutas viene, esta embarcación aparte de traer frutas lleva consigo a personas que quieran un nuevo cambio de aires, si puedes pagar la cuota que se te pide estas dentro, los destinos eran variados, entre Alemania, Rusia e Italia, cualquier lugar lejos de Inglaterra le venía bien a Jimin.

Por eso es que tenía que guardar cada centavo que se le asomaba, pues no gastaría de las monedas de oro que el capitán Jeon le había proveído, le servirían para su nueva vida muy lejos de la corona inglesa y de su familia.

Aunque sin imaginarse el peligro que corría tras ser captado por uno de los clientes de su nuevo empleo.

—¿No cree que ese omega es demasiado bonito como para andar en un puerto de mala muerte? —Dijo el hombre mientras bebía del ron que había pedido.

—¿El rubio? —Preguntó el capitán Choi, buscando entre la multitud a toparse con siquiera el perfil del omega.

—Aja. Es como una pequeña atracción en esta choza, por lo refinadito que se ve.

Choi lo siguió buscando con la mirada, hasta que dio con él, con una sonrisa en el rostro bebió de su ron.

—El trabajo vino a nosotros ¿ah? —Sonrió, había sido más fácil capturar al prometido del príncipe, pues estaba entregado en bandeja de plata.

—¿Lo tomamos ahora?

—¿Para que todos salten? No puedes raptar a alguien en pleno día, mucho menos con tantos testigos.

—¿Entonces?

—Esperaremos. —Sonrió bebiendo de su vaso, escondiéndose del posible cruce de miradas que podría tener con el omega, no quería que se sintiese inseguro, no aún.

Ante el peligro tan cercano y todos los pensamientos que invadían a Jungkook, no tuvo otra salida más que girar el timón en busca de Jimin, su conciencia no lo dejaría tranquilo sabiendo que lo dejó muy de cerca con personas que podrían llevarlo arrastrándolo al palacio, donde nadie sabría cuál sería su destino. Donde nadie le aseguraría que Jimin no corriese el mismo destino que su amada.

Solo le tomó cuatro días para dar la vuelta y volver por Jimin, excusándose en la tormenta que se realizaba en su cabeza por la culpa carcomiéndole.

Solo una excusa muy buena.

Calypso ՞๑ kookmin; omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora