XIII

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El silencio y la oscuridad eran dos cosas que hacían que sus huesos tiemblen, desde muy pequeño le había temido a la cruenta oscuridad, siempre tenía que dormir con las cortinas abiertas para que la luz de la luna iluminase su habitación. Al pasar de los años creyó que aquel miedo por la oscuridad se había ido.

Pero al parecer no era así, teniendo una mano pesada sobre su boca y el no poder ver con claridad por el miedo, le hacía temblar con los huesos.

Quería gritar, quería patalear, pero se quedó helado cuando sintió una mano áspera meterse por su camiseta. La mano era grande, pesada, rasposa y demasiado fría, le quitó el grito que saldría por su garganta.

El miedo era más grande que las ganas de gritar y empujar a quien se había subido a horcajadas de él. Nunca se había encontrado en una situación parecida, jamás. El máximo peligro que tuvo fue cuando su madre lo halló leyendo libros pesados, el único terror que alguna vez sintió fue cuando su madre le pidió que extendiera sus manos para golpearlo con la varilla. Estaba tan aterrorizado que no podía siquiera mantener los ojos abiertos, sentía que se desmayaría.

Y si pasaba eso, sí se desmayaba, el cuento se tornaría a uno demasiado trágico.

No podía hacerlo, no podía ceder. Se gritaba en conciencia que no podía. Había escapado de las manos de un futuro rey, había escapado del destino que sus padres hicieron para él y por eso no podía dejar que su historia se torne en un cuento trágico.

Abrió los ojos, aún temblando hasta los huesos. No podía ver el rostro de su agresor, pero lo que sí, podía sentir la piel de su mano sobre sus dientes. Con la gran oportunidad de tenerlo así de cerca, abrió su boca y lo mordió lo más fuerte que pudo.

La fuerza de su mandíbula por haber comido nueces toda su vida se vio reflejado en el grito que se escuchó, con aquello tuvo la nueva oportunidad de patearlo lejos de él.

Se había librado.

El lugar ya no estaba en silencio, sino que ahora se escuchaban las interrogantes de los demás ¿Qué había pasado?

Jimin aún conservaba el terror sobre su cuerpo, pero necesitaba hablar sobre lo que había sucedido.

—¡É-él trató de hacerme daño!—Grito con todas sus fuerzas.—¡Trató de lastimarme!

Escucho como los demás se movían en sus camas, pero aún todo era oscuro, demasiado. Tan oscuro que no vio cuando el hombre se había levantado, solamente lo sintió tomándole del cabello y del cuello. El aroma agrio se hacía más potente, pudo distinguir el disgustante olor a ron cerca de su nariz, seguido de aquello sintió la calidez de una lengua por su mejilla.

Aunque se veía al fondo la luz de una vela, todo parecía muy oscuro. Volvió a gritar, quiso zafarse pero el apretón sobre su cuello se hizo más duro, le dejaría marcas, lo más probable.

—Solo quiero un bocado del precioso tesoro del capitán, nada más.—Le susurro muy de cerca.

Nunca había estado tan asqueado y aterrado en su vida. Fue tanto que dio un chillido liderado por su omega, tan agudo y desgarrador. Lágrimas cayendo por sus mejillas.

Se sentía demasiado inútil, no pudo mantenerlo lejos de su cuerpo siquiera dos minutos.

La ayuda le llegó, un par de los tripulantes tomaron al alfa entre sus manos, logrando que dejara a Jimin, el omega estaba tan aterrado que cayó al piso en busca de alguna zona donde sentirse seguro. Su cuello y cabeza doliendo cual fuego vivo, las lágrimas sin cesar, la tos escapando de su garganta.

Se sentía tan inútil que quería hacerse una pequeña bolita y esconderse.

Estaba en shock hasta que escucho las pisadas de unas botas pesadas, miró hacia el lugar de donde provenía el sonido viendo al capitán Jeon y a Taehyung, su alfa amigo se adelantó y comenzó a correr hacia él, al llegar frente suyo se arrodilló y le tomó de la barbilla.

Calypso ՞๑ kookmin; omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora