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Las risas de Han salían de sus labios involuntariamente, al ver como ella se llevaba con su familia a pesar de ser tan dura era increíblemente hermoso.

Sentía la necesidad de pertenecer en ese círculo tan pequeño donde nadie quiso aceptarlo, tenía miedo de que las cosas salieran mal pero todo iba yendo a la perfección.

Doni le había dado un calmante a su madre, quien no paraba de bailar y mostrar una enorme sonrisa. Para su chica ella estaba sin estrés porque los "calmantes" hacían efecto. La había logrado para que cerrara la boca y así poder hacer sentir a Han cómodo.

La mayor se sentó a su lado para darle una sonrisa y sacar un libro que había sacado de su habitación. Racier ahora tenía un comportamiento raro, y con un movimiento rápido sus dedos se habían ido rápido al collar que tenía en el cuello.

La mujer de había confundido, había soltado un suspiro de miedo, estaba confundida en cuanto las cosas que estaban pasando.

— Este collar... es hermoso —Decía en un susurro mientras que la menor aún estaba con esa sonrisa, disfrutaba el hecho de que su madre y su chico se estaban llevando bien — ¿D-De donde lo sacaste? Estoy segura que he visto ese collar en algún lado.

— ¿Este collar? Lo dudo —Sonrió —Este collar era una reliquia que me había dado mi madre antes de que cumpliera los veinte.

— Ese collar —Susurró mientras cerraba sus ojos intentando recordar donde lo había visto —Estoy segura de que lo he visto en algún lugar.

Racier se levantó de ahí, buscando el libro infantil que había tenido en los recuerdos de la peli negra.

La menor al ver que su padre se había ido de compras, su madre por lo que creía había ido al baño se acercó a e Han para sonreírle.

— Siento haberte dejado con ella —Ello rieron uniendo sus labios para hacerlo una vez más llenando de suspiros sus besos, separándose — Pareces cansado, ¿quieres irte?

— Es que tengo muchas cosas en la cabeza ahora —Sonrió —Pero estoy muy bien —Avisó —Te ves hermosa.

— Gracias —Agradeció coqueta.

— Estamos solos otra vez —Susurró el tomándola de sus muslos poniéndola en su regazo.

— ¿Y mi madre? —Preguntó poniendo sus delicadas manos en su pecho, para sonreírle y hacer que el hiciera lo mismo.

— Fue a dormir, al baño... no lo sé —Unió sus labios sin importarle que le estaba faltando el respeto a la casa de los padres de su chica.

Los sonidos obscenos de sus labios mezclarse era lo único que se estaba escuchando en la silenciosa sala. Las manos grandes de Han habían estado acariciando sus muslos dejándose ir por los pequeños besos que la menor esparcía por su rostro.

— Te amo...—Admitió una vez más haciendo que ella sonriera y llevara sus manos en su cuello.

Mientras tanto Racier estaba llena de sollozos arriba, tapando su boca para que nadie se diera cuenta que estaba rompiéndose en ese instante.

Con las fotos en sus manos, la otra mitad del collar, Jissele, las fotos de la menor y su corazón completamente rotos.

Por fin su celular había sonado después de estar llamado todo el tiempo. La voz quebrada de su hermana se escuchaba del otro lado de la línea y las ganas de dejarlo todo era algo que jamás pensó que tendría.

— Tienes que venir —Decía Racier en un hilo de voz, mientras que Jissele se encontraba llorando también.

— ¿Que paso? ¿La niña está bien? —Absorbió su nariz mientras que aún miraba aquel vídeo y todas las cosas que Hyunjin le había dejado.

— Las cosas aquí se han salido de control —Sollozó —Está aquí Jissele, Han está aquí con mi... tu hija.

— ¿Que?

— Quería conocer al novio que decía que tenía, pero jamas pensé, jamas pensé que era Han Jissele.

Las dos hermanas sentía que su corazón se caía en pedazos, sentían que se ahogaban poco a poco por todo lo que estaba pasando, sentían que tenían la culpa de todo.

El grito desgarrador de Racier se había salido sin permiso haciendo que la menor se separara de Han y se fuera corriendo al baño.

— Mami... ¿estás bien? —La voz de la menor Jissele la había escuchado, y con un hilo de voz había soltado unas palabras que a Racier le habían dolido.

— ¿Esa es su voz? Dios que hermosa —Sollozó, dejando escuchar como las puertas de un auto se habían cerrado.

— Mami... ¿estás bien? —Repitió.

— Estoy bien... —Mintió — Todo estará bien cariño —La tomó de las manos, para acariciar su pelo y ver como sonreía con dulzura —Pase lo que pase todo estará bien.

Ya era hora de decirle la verdad y aunque iba a dolerle como el demonio sabía que era necesario.

DIRTY┃HAN JISUNG. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora