SLYTHERIN

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La sala común de Slytherin está repleta de adolescentes curiosos que me miran, a mí y a Dumbledore, que está aquí a mi lado, enseñándome la que será mi casa el resto del curso.

En un sofá de tres plazas, hay sentados tres adolescentes, dos de ellos gordos y el otro delgado y rubio, un rubio plateado, vestido con un traje en vez de con una túnica, como el resto.

No saludan. Yo tampoco.

— ¡Esta es tu nueva casa! —me informa el director, cosa que ya era obvia—. Tus cosas ya están en la habitación, junto con tu túnica y la bufanda. El conserje ya se ha encargado.

De repente, muchas de las cabezas se giran hacia mí, incluidas las del sofá. El chico de pelo rubio plateado se acerca a Dumbledore.

— ¿He escuchado bien? ¿Es nueva?

El director asiente.

— Y necesito que alguien la guíe a su dormitorio, Malfoy.

— Pues no esperes a que sea yo. Ya sabes, porque está prohibido.

Dumbledore se ríe. Le pide a una chica que me lleve a mi dormitorio.

El dormitorio es compartido, cinco camas de un color verde con cortinas verdes... Ventanas y baúles frente a las camas. Al lado de una que hay frente a la puerta, hay una pequeña percha con todo lo que me había dicho Dumbledore antes.

— Bienvenida a Slytherin. Me llamo Pansy Parkinson, ¿y tú? —me pregunta la chica.

— J.J. Beckett.

Cuando me explica que las camas están calientes ya de por sí, como si hubiese magia, nos volvemos a la sala común. Ella es amiga de los tres chicos del sofá, así que se reúne con ellos. Yo la sigo porque no sé adónde ir.

— Crabbe y Goyle —les presenta Parkinson, ahora señala al rubio —, y Draco Malfoy.

Ninguno dice nada, pero Malfoy me mira intensamente. A los pocos segundos decido que lo mejor es apartar la mirada, por si a caso.

— Tenemos que ir al gran comedor, ¡es la hora de la cena! —exclama Crabbe.

— ¡Qué hambre! —lo sigue Goyle.

Draco se levanta elegantemente del sofá y mientras camina hacia la puerta, se toca la corbata.

Pansy me sonríe y con una seña quiere que la siga. Y lo hago. ¿Qué otra cosa hacer?

——————

El gran comedor está repleto de gente. Hay cuatro grandes mesas y por cada una se sientan personas con distintos colores de túnicas. En la mía va gente con el color verde y la insignia de Slytherin, que es una serpiente.

Me siento al lado de Pansy, por lo que quedo justo enfrente de Draco. Él me mira y me pone nerviosa. Sus ojos grises se clavan en los míos, de un color negro intenso.

Muevo la cabeza para librarme de la intensa mirada de Draco y me doy cuenta que unas mesas más atrás están sentados los chicos que antes he visto en la cabaña. Sólo la chica me mira, y cuando lo hace frunce el ceño y se gira para hablar con sus amigos, quienes de pronto me miran también.

Me ruborizo.

De repente aparecen los platos con comida. Por lo que veo, hoy toca gachas con pan integral. No es por nada, pero esto da asco...

Por lo visto, Draco se da cuenta de que hago una mueca, porque me dice:

— A mí tampoco me gustan las gachas —revuelve la cuchara de su plato y hace como que vomita—. Saben a moco.

Me río, y él también.

Nos miramos.

Sonrío, y él también.

—————

Dumbledore se acaba de levantar de su silla. ¿Es normal que los directores hagan eso? ¿No debería ser en alguna ocasión especial?

Se acerca a las mesas y se pone detrás de una estatua que parece un águila. O no sé, no lo veo bien desde aquí.

— Antes que nada —empieza, y me extraña que haya tanto silencio—, dar las gracias a los cocineros. ¡Estaba todo riquísimo!

Draco me mira y pone cara de “La lleva clara".

— Pero, aunque por poco, lo importante no es eso. Hoy hemos recibido a una alumna nueva. Por favor, Jessica Jane, acérquese.

Mierda. ¿Por qué a mí? ¿Por qué aquí? Me ha pasado en ocasiones que he ido nueva a otros colegios y no me han presentado ni nada, no he sido tan especial. ¿Por qué tendría que ser este un colegio diferente?

Me acerco adonde está el director, que sonríe. Yo estoy dando traspiés, me sudan las manos y tiemblo de pies a cabeza. ¡Tierra trágame!

Cuando ya estoy al lado del director, éste me coge por los hombros y me acerca a él. Intento no mirar al frente, me da miedo lo que pueda encontrar.

— ¡Muchachos: Jessica Jane, de Slytherin! —exclama Dumbledore.

Sólo los de Slytherin aplauden. Todos los de Slytherin menos Draco, que me mira ceñudo.

— Es nueva y espero que la tratéis bien, pues no sabe lo que se os dijo en primero.

Dicho esto, Dumbledore me deja marchar a mi mesa. Mientras me acerco, los de mi casa aplauden eufóricos, contentos por tenerme entre ellos, supongo. Pero los demás, ¿por qué no aplauden?

Malfoy & MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora