IMBÉCIL

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Los meses pasan y sigo sin verlo. Se acerca mi cumpleaños, que es el dos de frebero. Mis padres han pensado que podemos celebrarlo, pues cae sábado. Han pedido un permiso a Dumbledore y éste se lo ha concedido. Genial, tendré una fiesta de cumpleaños.

Pero por ahora, tengo que ir a la clase de Esgrima. Alastor Moody cree conveniente que cuantas más clases de Esgrima demos, mejor. Para mí que nos quieren convertir en algo así como soldados, pero de todas formas asisto a la clase, ya que me divierto mucho con Lockhart.

Estoy a medio camino cuando alguien me coge por el codo y me mete a una clase por la fuerza.

— ¡Idiota! ¡Imbécil! —digo a quien sea que me ha metido aquí. Está todo a oscuras y no veo nada—. ¡Déjame en paz! ¡Que sé karate! —vale, eso es mentira.

— ¿Así tratas a tu futuro marido? —oigo que dice esa voz tan familiar.

Pero no puede ser. Él no...

— ¿D-draco? —pregunto, temblando.

Literalmente me tiemblan las rodillas y las manos.

Draco pasa ambos brazos por mi cintura y me besa. Lo echaba tanto de menos... ¡Un año sin probar esos labios! Sin poder evitarlo, me aprieto a su cuerpo. Necesito sentirlo, porque sé que se va a ir muy pronto, como hace siempre. Nos separamos y me toca la mejilla.

— Escucha —me dice en voz muy baja—. Necesito que te cuides, y mucho. Por favor, J.J. Vigila con quién vas: estás en peligro.

Aprieto sus manos con fuerzas. Al igual que hago con la mandíbula, noto que voy a llorar y no quiero.

— ¿Qué demonios pasa? —pero él no contesta— ¡Draco!

Me besa. Pero es un beso de necesidad. Uno de esos en los que la gente se despide... No puedo evitar llorar.

— No puedo decírtelo —me dice al oído. Noto su mejilla húmeda y sé que está llorando. Mi llorón...— Si te lo digo... ¡se sabría enseguida! Necesito que lo descubras tú sola.  Eres inteligente, lo harás.

Va a marcharse cuando le cojo por el brazo.

— Draco, te necesito.

No sé si me mira o qué, porque esta oscuro, pero oigo un sollozo.

— Por favor... —me pide él.

Le suelto el brazo y dejo que se marche. Me limpio las lágrimas y cuando estoy preparada, salgo hacia la clase de Esgrima.

——————

— Llegas tarde —me dice Moody nada más entrar por la puerta.

Lockhart me pasa una espada de madera y me coloco junto a Pansy, Zabini y Dan, que por cierto, ¡le ha tocado Slytherin!

En cuanto a Crabbe y Goyle, sé menos de ellos que de Draco.

Cuando llego junto a Pansy le pregunto qué han hecho desde que han empezado. Empieza contarme todo con pelos y señales cuando se da cuenta de que he llorado. Me mira con la boca abierta, pero no dice nada, porque sabe que es lo mejor.

De vez en cuando, Lockhart dice alguna de las suyas, como:

— ¡Sí, sí! Yo fui el mejor de mi clase. Las chicas alucinaban.

O como:

— Claro que sé practicar Esgrima —después de que alguien le pregunte que qué hace aquí si no mueve el culo para nada—, lo que pasa es que ando con flojera y no puedo mover el brazo.

Encaro una ceja.

— ¿Dos cursos seguidos? —pregunto en alto. Pansy y los demás de Slytherin ríen.

— Sí... bueno —se nota que está buscando una excusa—. Es una herida permanente. De esas de toda la vida —dice sonriendo. ¡Que a mí no me engatusas!

— ¿No decías que era flojera?

Toma. Sonrío de medio lado, triunfal. A lo Draco Malfoy.

Malfoy & MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora