Cruda Realidad

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1938

Habían pasado ya dos años desde que los juegos de Berlín finalizaron con la ausencia del primer heredero germano que no pasó desapercibido para nadie y se habló de ello hasta que el carmesí dijo en una de las entrevistas finales que este se encontraba en otra parte del territorio supervisando asuntos del partido, mientras tanto el rubio pasaba sus días enseñándoles a los niños muchas de las cosas que él sabía sobre armas e idiomas aunque algo que aún lo dejaba inconforme es que muchos de los mayores que se graduaban del campamento acababan en las SS o en la cernida SA que habían vuelto a sus órdenes de incitar odio y violencia en la población alemana hacia los descendientes Judíos y de otras razas.

Lo mismo se les enseñaba a esos niños cuando no estaban entrenando para convertirse en soldados o verdugos de cerebros lavados por el gobierno y sus familias, afortunadamente en ese tiempo había formado amistad con una niña azabache de largas trenzas llamada Charlotte Baumann, está constantemente gustaba de sentarse a leer junto con él o contarle sobe su querido hermano mayor el cual se había unido al ejército como era tradición en su familia, su padre también era un veterano de la Gran Guerra con el cargo de Capitán.

-Herr Weimar, ¿Usted alguna vez se ha enamorado?.. -Preguntó de imprevisto la de ojos grisáceos mirándolo con curiosidad a lo que este se descolocó un poco ante el tema-.

-Hace mucho tiempo ya, pero no terminó bien.. de todas maneras estaba destinado al fracaso porque éramos de familias muy diferentes... -Su vista se perdió en el pasto salvaje que crecía libremente bajo sus pies, en todo ese tiempo no se había detenido a pensar otra vez en el americano por lo que ahora sus recuerdos lo pusieron algo tenso- Pero yo no soy el más indicado para hablar sobre eso, deberías preguntarle a alguien más que tenga mejor experiencia con el tema.

-Entiendo... ¿Y el supremo Reich se ha enamorado de alguien? -La pequeña humana cambió su pregunta pues sentía curiosidad respecto a la vida que llevaban los guardianes del territorio más allá de lo que veía en el periódico y nada parecía ser más sincero que el amor-.

-No creo que mi hermano tenga tiempo para esas cosas, podría decir que está "Comprometido" con el pueblo y nada más -El tricolor le sonrió a la niña antes de continuar con su lectura sobre viejas leyendas germánicas-.

• • •

Dritte Reich miraba escéptico el paquete de fotos desparramado sobre su escritorio que había encontrado hace poco, una creciente sensación de asco y furia lo invadió más a cada segundo viendo como en cada una había una escena diferente de su hermano tomado de la mano con el de estrellas caminando en el territorio de este o sonriéndose mientras comían, incluso una en donde se les veía besándose en el borde del ventanal en la habitación de Weimar que el anglosajón parecía estar abandonando al amanecer.

Colérico ordenó que mandasen a llamar al mayor en ese mismo momento, luego de ello pasó algunas horas dando vueltas como una fiera dentro de su oficina hasta que llegó Himmler de manera muy tranquila ofreciéndole un café a lo que este no notando su expresión sospechosa se lo bebió de un par de tragos rápidos antes de dejarse caer en su silla repicando los dedos de manera ansiosa.

Para cuando el rubio llegó, el de piel carmesí tenía los ojos enrojecidos y en su rostro había una espeluznante sonrisa que dejaba ver sus filosos colmillos.

-Guten Tag brüder, me alegra que hayas podido llegar hoy, ¿Cómo te ha ido? -Inició este en una tonada extraña mientras entrelazaba sus manos sobre el escritorio algo desordenado con papeles arrugados-.

-Bueno los niños no son tan malos como creí... ¿Para qué me llamaste con tanta urgencia, sucede algo? -Respondió este de manera extrañada ante el comportamiento del otro, sentía como si hubiese algo mal en él-.

-No aunque.. tal vez haya algo, algún secretillo que hayas olvidado compartir con tu querido hermano, no lo sé.. -Divagó el azabache moviendo un poco sus manos como había tomado costumbre de tanto ver a Adolf, hasta que sin previo aviso lanzó con violencia las fotografías que tenía en el bolsillo de su abrigo- ¡Tal vez, que eres un jodido desviado que se revuelca en nuestro hogar con el bastardo que mató a nuestra familia!

Aquél grito y las fotos comprometedoras regadas tanto en el escritorio como en sus piernas y el suelo lo dejaron helado sin poder emitir palabra, el más alto resoplaba cual depredador a la espera de que este al menos intentara dar una explicación coherente que pudiese desmentir esas asquerosas fotografías.

-Dritte, yo..... no debías enterarte de eso... -Murmuró apenas el tricolor cerrando sus ojos con fuerza sabiendo que nada de lo que dijera podría librarlo de aquello, pero esas no eran las palabras que el otro quería oír-.

Así que se abalanzó sobre su hermano mayor para golpearlo con frenesí mientras gritaba con enojo y profunda decepción de que quién solía ser su modelo a seguir hubiese caído tan bajo, ni siquiera podría mandarlo a uno de los campos que estaban construyendo porque nadie debería enterarse de sus retorcidas costumbres inmorales y enfermas.

Así que lo mataría culpando luego a alguien más de su muerte, usándolo también como mártir para explotar más la respuesta del pueblo cuando su siguiente plan iniciara.

-¡Creí que me apoyarías como prometiste desde que éramos niños, pero no has hecho más que cuestionar mi manera de dirigir la nación luego de tus errores y ahora escupiste sobre el honor y memoria de nuestra familia al enredarte con ese capitalista! -El menor golpeaba cada vez con más fuerza al contrario que intentaba defenderse sin querer devolverle los golpes enojándolo más-.

-¡Detente, Dritte! -Gritó el de ojos celeste cuyas gafas agrietadas habían caído al suelo luego del primer golpe en su rostro, no quería pelear o lastimar a su hermano pero tampoco permitiría esta situación por lo que comenzó a forcejear para liberarse de él-.

-¡Traicionaste a nuestro legado, a nuestro pueblo.. me traicionaste a mi! -El menor tambaleó unos pasos hacia atrás luego de recibir un empujón, sacando así en medio de su ira y su confusión mental la daga que llevaba en la funda de su cinturón, clavándola con fuerza en el pecho de su hermano antes de que este alcanzara a reaccionar-.

Weimar miró su pecho sangrar una sustancia azulada de tono brillante aún con el arma clavada en este, levantando luego la mirada para ver al contrario a los ojos con terror mientras este se asemejaba a un animal salvaje.

Chicago Night's (USA × Weimar) [YAOI]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora