Frente a la puerta nos hallábamos Sheila y yo. Y, como siempre en un castillo, la puerta se encontraba custodiada por unos cuantos hombres en armadura.
Sheila avanzó y aquellos hombres se apresuraron en abrir la puerta, después de eso Sheila se giró a verme y me indicó que la siguiera.
Lo siguiente que vi fue un lujoso festín con varias personas vestidas en ropas que, a simple vista, eran caras y lujosas. Podía escuchar violines y ver como bailaban unas cuantas parejas. Al parecer, era una fiesta formal y por las miradas que sentía yo no estaba invitado.
Mientras caminábamos, Sheila se acercó un poco a mí y una persona salió de entre la multitud que se había formado y se paró frente a Sheila.
"¿***** ********?"
A pesar de que yo no entendía nada Sheila preguntó.
El hombre que se puso frente a Sheila me señaló y escuché que le habló a Sheila en el idioma que yo desconocía.
"¿*** **** **** ******* ****?"
Pude oír a Sheila suspirar y responder.
"** ** ** ** ***********"
El hombre ladeó su cabeza ligeramente hacia un costado.
Sheila me tomó del brazo izquierdo y continuamos, pero en ese momento el hombre me agarró del hombro derecho.
Por reflejo, cogí su mano y lo jalé hacia adelante. Cuando lo sentí en mi espalda sostuve con fuerza su brazo, me incliné un poco hacia adelante y con la fuerza con la que lo jalé, lo levanté y lo hice caer al suelo. Se escuchó un fuerte golpe.
"¡¿***?!"
El hombre parecía confundido.
Sostuve con más fuerza su brazo, me agaché y puse una de mis rodillas sobre su brazo libre inmovilizándolo. Luego, saqué el cuchillo que tenía en mi cintura y se lo puse en su garganta.
"Yo vine sin ninguna intención hostil. Sheila, ¿puede explicarme esto?"
Sheila se quedó viendo como tenía al hombre inmovilizado y corrió hacia mí, tomó mi mano lentamente.
"Por favor suéltelo mi señor, él no lo hizo con malas intenciones"
A petición de Sheila retiré el cuchillo de su cuello y el hombre se levantó rápidamente.
En ese momento Sheila agachó un poco su cabeza y el hombre se arrodilló.
Frente a mi había un hombre que parecía estar en sus 30. Tenía el cabello negro y sus ojos eran claros.
Miré a mí alrededor y todos tenían la cabeza baja.
El hombre frente a mí extendió su mano al frente y la abrió.
En su mano se encontraba un anillo plateado con un tallado algo extraño.
"Póngase el anillo mi señor" dijo a mi lado Sheila.
Cogí el año y me lo puse en el dedo índice de mi mano izquierda.
Cuando el hombre vio que me lo puse habló.
"¿Puede entenderme?"
"Sí, lo puedo entender" respondí.
Podía entender sus palabras claramente.
Entonces, el hombre dio un fuerte aplauso y toda la gente a nuestro alrededor empezó a salir de la sala. El hombre al que había tirado al suelo antes también se había ido.
Esperamos unos minutos a que la gente saliera de la sala.
Cuando toda la gente salió el hombre que tenía adelante mío me habló.
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El surgimiento de un guardián
FantasyLuego de entrar en un estado de sueño debido a una máquina de criogenización, Julian Esteban Hernandez Piñeros despierta en un mundo que ya no es el que él conoce. Las armas de fuego no existen, la tecnología que conocía son solo los vestigios de lo...