Las espadas que amenazaban mi vida se acercaban rápidamente. No podía hacer mucho para prevenir eso, pues, me encontraba rodeado y el enemigo se contaba por miles.
Uno de los soldados enemigos se abalanzó sobre mí con la punta de su espada apuntando hacia mí. Cuando estuvo a pocos pasos de mí, propinó una poderosa estocada la cual, por los pelos, alcancé a esquivar solo para ser apuñalado en uno de los costados por otro soldado que esperaba su oportunidad para matarme. Agarré la empuñadura de la espada del soldado que se había abalanzado sobre mí y lo halé hacia mí. Por la fuerza con la que lo halé, casi caigo, pero, mantuve mi postura y apuñalé al soldado en la garganta con mi espada. Poco pudo hacer aquél soldado para poder evitar su muerte.
Ahogándose en su propia sangre, cayó al suelo luego de haberle hecho un barrido de pierna.
El soldado que había apuñalado mi costado retiró su espada y la volvió a insertar a pocos centímetros de la primera puñalada que me había propinado.
"¡Ataquen!"
Detrás de varios soldados escuché la misma voz que daba órdenes.
"¡Es fuerte pero no invencible, continúen!"
Con aquellas palabras, otros dos soldados más se abalanzaron sobre mí y como me encontraba distraído tratando de librarme con el soldado que me había apuñalado dos veces, sentí que algo entró salvajemente por la abertura que había entre el cuello y la clavícula. Me bastó con solo mover un poco la cabeza para comprender lo que había entrado salvajemente a mi cuerpo.
Una espada con extraños patrones se encontraba clavada verticalmente en mi cuello. Gracias a la adrenalina que estaba recorriendo mi cuerpo, el dolor no era mucho.
Enfoqué mi atención hacia el soldado que todavía tenía su espada clavada en mi costado y enterré mi espada en su cuello el cual no estaba protegido por la armadura.
Poco después, vi cómo se agarraba el cuello y de entre las pequeñas aberturas de sus dedos cubiertos por guanteletes de metal un líquido espeso carmesí se filtraba.
A los dos soldados que se habían abalanzado sobre mí tuve que desenfundar otra espada para poder hacerles frente.
Uno de los soldados estiró rápidamente su mano para sacar la espada que estaba incrustada de forma vertical en la zona de mi cuello, pero, no me dejé, sabía que si aquél soldado tenía éxito yo moriría por desangrado. Así que di un paso atrás donde choqué contra algo y escuché un leve roce de metal contra metal.
Aquél sonido no me distrajo de lo que tenía enfrente, pues, sabía que era algo afilado y que arrebataría si un ápice de duda, pero, frente a mí había problemas mayores de los cuales ocuparme.
Los dos soldados corrieron hacia mí. Uno sosteniendo su espada cerca de su pecho apuntando hacia mí dándole la facilidad de propinar una estocada o un tajo horizontal y el otro corría hacia mí para sacar la espada que estaba incrustada en mi cuerpo desde hacía unos momentos atrás.
Con un arma apuntándome desde atrás y dos enemigos con claras intenciones de matarme a tan solo unos pasos frente a mí, un pequeño mensaje del Sistema me alegró enormemente.
La habilidad [Descenso] está lista.
Las comisuras de mi boca se alzaron levemente y una breve palabra salió de mi boca, casi como un susurro.
"[Descenso]"
Del cielo, el cual se encontraba repleto de nubes grises, se veían varios relámpagos los cuales eran acompañados de muchos truenos, pero por el calor y la intensidad de la batalla pasaban casi desapercibidos. Los relámpagos se fueron intensificando volviendo lentamente las grises nubes en blancas y los truenos eran tan fuertes y prolongados que parecían el sonido hecho por los cuernos de batalla anunciando el inicio de una.
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El surgimiento de un guardián
FantasiLuego de entrar en un estado de sueño debido a una máquina de criogenización, Julian Esteban Hernandez Piñeros despierta en un mundo que ya no es el que él conoce. Las armas de fuego no existen, la tecnología que conocía son solo los vestigios de lo...