8
Veneno
(Celos)
En ocasiones, sentía que lo veía por encima del hombro. El grandioso lobo al lado del débil ciervo, cuyo título de Alfa bien le servía para nada. Sabía que sólo eran pensamientos nacidos del enojo, pero no dejaban de estar ahí sobre todo cuando la verdad le golpeaba la cara.
No podía competir contra la fuerza física de Legosi, las tareas que él hacía le eran prácticamente imposibles. Y aunque tenía la virtud del liderazgo, era imposible ignorar como algunos se decantaban por la ingenuidad y compañerismo del lobo, siempre humilde, siempre dispuesto a ayudar a otros.
Lo que él transmitía a los demás podría llegar a catalogarse como miedo, y mientras, su pareja inspiraba confianza. Cuando veía a compañeros acercársele, con las características sonrisas estúpidas de los devotos en el rostro, simplemente los celos le calentaban el pecho sin terminar de entender el por qué.
Pero en uno de esos episodios, cuando alguien del club engrandeció la cualidad de Alfa de Legosi, comprendió de donde nacía esa tortuosa envidia. Todo había sido una competencia, el deseo de destacar ante los demás, ser un símbolo de autoridad para Betas y Omegas, porque él también era un Alfa, y él también merecía admiración.
Una vez aceptado eso, pensó que todo volvería a la normalidad, su enojo disminuiría al convencerse de que era una reacción normal de su jerarquía. Pero en una tarde de diciembre se dio cuenta de que no era tan fácil ir contra la naturaleza.
El club de teatro ya había terminado la última función de la obra de invierno, por lo que dedicaban sus tardes a almacenar los ornamentos que acompañaban las escenografías. El periodo vacacional estaba por comenzar, así que debían limpiar con más ímpetu.
Louis se encontraba en la bodega del edificio, ordenando viejas cajas polvorientas en estantes igual de viejos. No eran las tareas que normalmente asignaban a los actores, pero ¿que más daba? quería estar solo y cualquier cosa valía. La luz gris de un día lluvioso se filtraba por las cubiertas desgastadas del techo, el olor polvoriento flotaba en el aire frío.
Terminó de sellar otra caja, pero cuando quiso levantarla, sus brazos se tensaron por el esfuerzo. Sus manos sólo soportaron pocos segundos más, hasta que tuvo que devolver la caja a la mesa. El golpe seco causó un eco que rebotó de vuelta por todo el lugar. Lo intentó por segunda ocasión, aguantando poco más que la primera, pero cuando intentó elevarla por encima de su cabeza un dolor le laceró los brazos y la pesada carga volvió a azotarse. Esta vez, el esfuerzo lo había dejado sin aire, pero contuvo sus respiraciones jadeantes. No iba a aceptar la debilidad de su cuerpo.
Alzó la vista para mirar ese astillado estante viejo que ahora le parecía tan alto como una montaña. Iba a desistir, nadie estaba cerca para juzgarlo, o eso creyó hasta que sintió el familiar aroma de Legosi.
Cuando giró la vista, lo vio de pie al lado suyo, con el deportivo manchado de polvo como muestra de su arduo trabajo. Su presencia le proyectó una sombra muy larga, una que parecía devorarlo. Lo miraba con aquellos ojos de plata que tanto le gustaban. Calma y amor, eso le transmitían. Pero en aquella ocasión se enfureció con su presencia debido a lo que él ya sospechaba, a lo que su corazón ya sabía.
—No necesito tu ayuda —espetó Louis, y enseguida volvió a intentar levantar la maldita caja.
Nuevamente, el peso era demasiado para su cuerpo, pero no iba a rendirse, no frente a él. Él era un Alfa, no necesitaba ayuda de nadie.
Su ira sólo pudo ir en aumento al sentir que sus músculos le exigían un respiro. Dejó la caja y dos segundos después lo intentó de nuevo, sin suerte todavía.
—Déjame... —Empezó Legosi, acercándose más. Louis pudo oler su preocupación, y eso sólo empeoró las cosas.
—¡Te dije que no!
—Louis, te vas a...
—¿Lastimar? Cállate, y observa.
Sus dedos estaban entumecidos, le quemaban por el esfuerzo. Comenzó de nuevo su lucha. En su mente profería maldiciones para todos. Maldecía a la susodicha caja, a sus compañeros que parecían dejarlo de lado cuando aparecía Legosi, pero sobre todo a sí mismo. «—Eres un Alfa —se repetía como un demente—, eres un Alfa, muéstrale tu fuerza».
Finalmente, no pudo más y soltó de nuevo la caja, con un brusco quejido que oscilaba entre el dolor y la furia.
Legosi, sin decir nada, terminó el trabajo. Tomó las cosas, soltó un pequeño gruñido de esfuerzo, y la acomodó con el resto de ellas en el estante, que crujió dolorosamente por su peso. Estaba hecho. Lo miró de vuelta, con un destello de ligera molestia en sus ojos.
A Louis no le importó demasiado, después de todo, él también estaba muy molesto. Siempre supo que no era demasiado fuerte, pero ahora, al siempre estar cerca de otro Alfa, odiaba su debilidad con más razón. Porque frente suyo estaba Legosi, en toda su gloria cruel. Le enseñaría, le enseñaría que era más fuerte que él. Le enseñaría...
Entonces, su violento frenesí de pensamientos se detuvo.
Un sentimiento de dolor le nubló la mente. Celos, enojo, orgullo, tristeza, culpa. Empezaba a marearse por las emociones. No era culpa de Legosi.
Abrió la boca para darle las gracias, pero las palabras murieron sin haber salido de él. No pudo hacerlo. No quiso hacerlo. Leía en su mirada que ese incidente no significaba nada para el lobo, ¿cómo podría explicar la importancia de algo a quien no la ve?
Sin decir nada, decidió huir de ahí, antes de que su frustración lo llevase a un lugar en el que no quería estar. Sintió la confusión de su pareja, pero no se volvió.
Sólo quería irse.
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Las últimas flores del año (Omegacember)
Roman d'amour(BEASTARS) Colección de drabbles con motivo del #Omegacember de la pagina Es de Fanfics (Alfa Legosi/Alfa Louis) [Lougosi] ~*~ Créditos de la increíble portada a Kristaru1542 ~*~ ~*~ Créditos del fanart utilizado para la portada a 舞小仙 (en gracg) ~...