17.- Cénit (Celo Alfa)

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Nota:

Advertencia de contenido NSFW. No soy muy buena en esto, pero lo intenté (*'ω`*)

(Top Louis, Bottom Legosi)

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17

Cénit

(Celo Alfa)


Louis amaba a Legosi, y sabía que era amado de vuelta. Alguna vez tuvo vergüenza de admitir su cariño, pero eso ya era sólo un recuerdo muy lejano, ahora todo lo que quería era estar a su lado y crecer juntos.

Lo amaba de verdad. Por eso le costaba admitir que el sexo no era lo mejor que compartían.

Ambos eran Alfas, y todo parecía más difícil. No sabían si las prácticas naturales de sus especies podrían satisfacer al otro, y aunque habían optado por la versatilidad, a ambos les tomó su tiempo para que la penetración dejara de sentirse como una torpe fricción caliente y empezara a ser algo más placentero.

Pero aún con eso, siempre parecía que ambos lidiaban con un complejo secreto, un deseo involuntario de contenerse, de parar cuando las cosas podían salirse de control. Sin querer habían construido una barrera incómoda que los obligaba a terminar rápido para proteger el frágil equilibrio que habían creado.

Como todo lo bueno, era corto, porque la brevedad hacía la dulzura.

Louis terminó cansándose de ese pensamiento y deseaba con toda su alma destruir esa barrera.

Por eso cuando descubrió que sus ciclos de celo iban a coincidir, no quiso perder la oportunidad de intentar algo nuevo: suspender el uso de supresores por una vez, dejar que sus cuerpos estuvieran al máximo de excitación y que el destino decidiera lo demás. Y aunque, cuando le planteó la idea a su lobo este se mostró indeciso, fue cuestión de tiempo para que accediera.

Al llegar por fin ese día, dejaron sus supresores de lado y esperaron juntos el despertar de ese torbellino sexual.

En realidad, ocurrió mucho más rápido de lo que imaginó.

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Los gruñidos de ambos Alfas llenaban la habitación oscura. Se besaban y arañaban con una necesidad salvaje que les quemaba la piel y entorpecía todos sus sentidos.

Louis se sentía hambriento, sediento, en su cabeza no había lugar para ni un solo pensamiento coherente. Sólo existía el aroma de Legosi, tan potente y exquisito que por un segundo creyó estar en medio de la naturaleza, y no en la alcoba que compartía con él. Su cuerpo era un caos total de sensaciones, y la desesperación con la que su pareja se aferraba a él no hacía más que endurecerle el miembro.

El amargo gusto de la sangre lo despertó de sus delirios carnales, su tibieza derramándose por sus labios junto a la saliva como si fuera el néctar de un fruto prohibido. Los colmillos del carnívoro le habían cortado, y el dolor lo hizo estremecerse por lo placentero que era.

Al parecer, entre la completa lubricidad se habían olvidado del bozal, pero eso no podía importarle menos en ese momento.

Sus bocas se separaron por un segundo entre jadeos desesperados que pedían aire, la sangre goteaba escarlata de sus labios. Sin perder ni un segundo más, empujó a Legosi contra las almohadas, y este se dejó hacer, con un brillo febril en sus ojos. Al menos eso creyó ver, el mundo parecía turbio y borroso.

Las últimas flores del año (Omegacember)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora