18.- Fresas y otros venenos (Ronroneo Omega)

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18

Fresas y otros venenos

(Ronroneo Omega)


La música sonaba tan suave, y por momentos sentía que era el aullido del viento. Sólo servía para dar un matiz elegante a la reunión, hacer el ambiente más ligero mientras el aire se llenaba con el aroma del vino y otros licores. Sobre él, un enorme candelabro de cristal decoraba el salón de aquel hotel, lleno de lunas diminutas, lleno de un fulgor tan sombrío como el de una aurora boreal reflejada en ciénegas de agua sucia. Era horrible.

O tal vez no, tal vez sólo debía dejar de mirarlo fijamente, y concentrarse en los demás.

El club de teatro volvía a reunirse después de tantos años, y él sólo podía pensar en charcos y lunas falsas. Si hubiese dependido de él, habría inventado alguna excusa para no asistir al evento, pero cierto lobo le insistió con tal fervor que terminó ahí dentro.

A su alrededor, las caras familiares de sus antiguos compañeros reían, con un rubor en sus mejillas causado por el alcohol. Era increíble lo mucho que habían cambiado desde la última vez que los tuvo tan cerca, aunque sabía que él mismo se vería diferente.

La primera hora la había pasado saludando y sonriendo a cada uno de ellos, asintiendo a cualquier cosa que le preguntaran sin la molestia de escucharlos realmente (supuso que algunas cosas no cambiaban nunca), pero después todo mejoró con las charlas sobre tiempos pasados. No podía negar la dulce nostalgia que le había causado rememorar los días del club, incluso se vio conmovido al recordar los viejos sueños que alguna vez compartieron.

A pesar de haber entrado a la fiesta con cierto recelo, se alegró de reencontrarse con ellos, deleitándose con sus anécdotas y desventuras.

Hasta que finalmente le dieron un respiro logró ver a Legosi, charlando con el viejo equipo de producción. Sus ojos se encontraron, y no pudo evitar sonreírle. Sin importar el paso de los años, seguía teniendo una mirada ingenua y sumisa, siempre brillando con curiosidad como la primera vez que sus aromas los acercaron. Cualidades raras en un Alfa que nadie entendería, pero que Louis amaba.

Pudo verlo excusándose con sus compañeros, y acercándose a él. Cuando estuvieron juntos, le reacomodó las solapas del saco, ganándose una sonrisa por parte del lobo.

—Gasté mucho en este traje, al menos úsalo apropiadamente —dijo Louis, sacudiendo cualquier rastro de pelusilla en sus hombros—. Así está mejor.

—Te dije que no debías comprarlo.

—Si debía. Aceptaste la invitación a un evento de cóctel sin tener nada apropiado para usar. ¿Pensabas asistir en ropa casual?

—No me hubiera importado.

—A mí sí. Soy tu Alfa, no puedo dejar que hagas el ridículo.

—Me encanta cuando lo dices —respondió, con una sonrisa.

—¿Cuándo digo qué?

—Que eres mi Alfa.

Louis soltó un bufido ante ese comentario.

Legosi sí que era un Alfa bizarro.

Las fuertes carcajadas los hicieron voltear al otro extremo del salón, donde se congregaba un pequeño grupo. Cualquiera que fuera la broma, pensó que debía ser endemoniadamente graciosa para provocar tales estruendos. Aunque después recordó que no tomaba mucho trabajo hacer reír a un ebrio.

Las últimas flores del año (Omegacember)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora