VI.- Alquimista Oculto

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A cada uno de los viajeros se les entregó un casco de oro, el resto de la armadura fue de hierro, así como su espada. Además se les dio una manzana dorada y pociones varias. La ministra Krani se posicionó en el centro del grupo.

―Es un equipamiento estándar, pero no deberían de tener problemas, ya que serán protegidos por caballeros ―señaló en espacial a uno de gran altura y barba de candado muy bien cortada―. También los acompañará un cartógrafo experto, su nombre es Kendo ―presentó a un sujeto escuálido, de gafas y bigotes largos.

―Seré yo el líder de grupo ―enunció con voz profunda el caballero de gran altura―. Me llamo Heros, y espero que podamos trabajar óptimamente.

A los exploradores les sorprendió que se les dijera que el viaje no lo emprenderían de manera "tradicional", ya que Krani les dio luz verde para que usaran los caminos del Nether, exclusivos del ejército del reino. Fueron llevados a una sala bastante protegida con múltiples puertas y guardias, y dentro de ella había un gran portal de obsidiana que resplandecía una luz morada.

―Muy bien, ahora sólo deben de cruzar ―dijo Krani, contenta―. ¡Mucho éxito a todos!

El primer en acceder fue Heros, y de poco en poco, el resto fue entrando, temerosos. Y era comprensible, ninguno de los exploradores había entrado al Nether alguna vez en su vida. Steve tragó saliva y, empujado por su propia voluntad, avanzó a paso de plomo hasta que la luz morada cubrió su cuerpo. Todo se comenzó a distorsionar hasta que simplemente su vista le dejó de funcionar. Instantes después, sus ojos le volvieron a dar claridad lentamente hasta que pudo ver una pared de ladrillos carmesí y a varias personas.

― ¡Rayos! ¡Cuánto calor! ―exclamó Charlie― ¿No podemos quitarnos al menos el casco?

―Negativo ―respondió tajante Heros―. El sitio es bastante peligroso, está prohibido entrar al Nether sin protección.

Estaban dentro de una fortaleza, en ella había un puñado de guardias cuidando la habitación del portal la cual no tenía ninguna ventana o algo parecido, sólo una entrada. Anduvieron sobre los pasillos, y realmente no vieron gran cosa, sólo un par de constructores trabajando en una pared, cultivos de verruga y cofres. Lo impresionante vino cuando salieron del edificio y comenzaron a andar sobre los largos e interminables pasillos y puentes del Nether. La vista desde ellos era imponente: literalmente estaban rodeados de un océano de lava, había montañas carmesíes que sobresalían, y el cielo no existía, sólo era más piedra carmesí. Sobre estos pasillos al aire libre había un ballestero cada cierta distancia, preparado para atacar criaturas como los blaze o ghost.

― ¿Sólo tendremos que avanzar por este pasillo? ―preguntó Steve para sí.

―Así es, compañero ―le respondió ese tal Kendo, quien le oyó―. En el Nether un metro equivale a ocho en el Overworld, por no mencionar que no tendremos que hacer esas cosas engorrosas de viajar en caminos irregulares o barcos. Sólo basta andar hacia delante y llegaremos a la región.

El lugar seguía dejando boquiabiertos a los exploradores. Pese a haber recorrido el mundo, este sitio les infundía la misma curiosidad que a un niño pequeño. Sin duda alguna se trataba de un sitio extraordinario.

Los viajeros avanzaban, sin mucho que decir. El pasillo expuesto se internó en otra fortaleza que, a su vez, estaba dentro de otra montaña.

― ¿Qué tan mapeado está el Nether? ―preguntó Alex a Kendo.

―Bastante mejor de lo que pudiera imaginar. Es complicado de realizar mapas debido a que las brújulas fallan y por la inaccesibilidad del terreno, pero aun así hemos registrado los lugares cercanos a las fortalezas, lo cual no es poca cosa.

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