VIII.- Querencia

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― ¡Por allá! ¡Ese río pinta ser menos profundo de lo que aparenta y nos ahorrará el trabajo de escalar la cordillera! ―decía Steve, indicando el paso que debía de seguir la expedición.

El viaje se prolongó por un par de días más, haciéndoles dejar el bioma del vasto desierto por uno más templado y montañoso. Según los cálculos que portaba Kendo, con solo cruzar el río que había señalado Steve habrían de llegar al punto que tanto buscaban.

―Me sorprende que ningún otro grupo haya llegado hasta donde nosotros ―decía Charlie, preparándose para meterse al agua.

―Esperemos que sólo estén un poco perdidos, sólo eso ―secundó Heros, adentrándose al río.

El grupo cruzó el cuerpo de agua sin problema, y al estar en la otra ladera, se instalaron. La misión fue mucho más fácil a estas alturas, sólo tenían que descender a las capas interiores del mundo. Para su suerte, se hallaban cerca de unas cavernas profundas.

―Creo que nunca había explorado cavernas ―dijo Charlie, alumbrando con su antorcha y caminando con sumo cuidado.

―Tampoco yo ―respondió Steve―. No es usual que la gente nos contrate para explorar cavernas, ese es asunto más de mineros. En todo caso, sigue andando.

Las cavernas eran largas y no se dejaban de interconectar con otras, dando a sistemas cada vez más grandes y difíciles de explorar para un reducido grupo como el de ellos. Aun así, seguían andando, a la espera de tener suerte.

Kendo portaba un aparato que funcionaba con múltiples cosas que Steve y los demás ignoraban, como el magnetismo, los flujos de magia y hasta la composición de los minerales dentro de la caverna. Fue así como, repentinamente y con gran regocijo, gritó:

― ¡Es aquí! ¡Aquí! ―señaló un muro― ¡Piquen! ¡Debe estar ahí!

Los exploradores picaron y formaron un túnel amplio. Siguieron adentrándose hasta que Alex notó algo extraño, algo que no parecía una roca, sino más bien un objeto de colores verde y arena. Hizo el anuncio y Kendo se acercó con su aparato. No podía creerlo. Habían hallado el portal, no había duda alguna.

Luego de picar alrededor de ese bloque hallado por Alex, dieron con una estructura cuadrangular formada por ese bloque que era literalmente indestructible. Estaban cautivados, jamás habían visto algo así, mucho menos Kendo, quien nunca había visto el tipo de material que conformaba el portal.

― ¿Cómo se activa? ­―preguntó Heros a la par de que inspeccionaba que fuera seguro.

―No lo sé ―dijo Kendo, maravillado―. Pero a juzgar por estos huecos que presentan los doce bloques, supongo que hay que introducir algo que lo haga activarse. Puede ser cualquier cosa y necesito de más colegas investigadores para que sepamos qué hacer con esto.

No había mucho más que hacer, el trabajo estaba realizado. El grupo de exploradores se hallaba encantado y satisfecho, alegres por la gran recompensa que les otorgaría la corona. Charlie no paraba de platicarle a Steve todo lo que haría con el dinero, diciendo que deberían de tomarse uno o dos meses de vacaciones y descansar en los lugares más maravillosos de Xenolia, adquirir un espacio y construirse sus hogares; tal vez incluso crear una compañía de exploradores en la Capital. Las posibilidades eran infinitas.

El grupo de exploración degustaba sus alimentos en la superficie, y allí seguían las charlas sobre el futuro. Casi todos coincidían en descansar por muchas semanas y viajar, sólo Kendo decía que estaba emocionado por comenzar a trabajar en las investigaciones sobre el portal, a la par de que trazaba un mapa de la región y de todo lo que habían viajado.

Como era habitual, Alex estaba algo alejada del grupo, comiendo por su cuenta sin querer unirse a la conversación. Heros notó su figura esquiva, y le interrogó directamente.

―Por lo poco que te conozco, Alex, supongo que tú buscarás seguir trabajando aún cuando tengas tu recompensa, ¿o me equivoco?

―No estás en un error ―respondió, severa―. Ya tengo varios clientes esperando, en cuanto regresemos a la Capital, atenderé sus pedidos ―y siguió en solitario.

Steve se esforzó por no pensar en negatividades y centrar su atención en el convivio, pero era casi imposible. Mil preguntas sobre la magia le iban y venían, y quería asegurarse de que el portal que ayudó a encontrar no representara un peligro para nadie. Vio que Kendo se alejó del grupo, debido a que buscaría subir una pequeña colina para tener una mejor visión y trazar terreno en sus mapas; y sin dudarlo, Steve le pidió acompañarlo sólo por mera precaución.

En la cima de la colina lograron conseguir una vista panorámica mucho óptima. Kendo trazaba líneas con su lápiz de carbón, Steve estuvo a punto de hacerle una pregunta, pero éste le interrumpió.

―Algo te aqueja, Steve. Dime qué pasa ―le dijo con voz relajada, sin despejar la vista de sus trazos.

Steve respiró hondo, y sin vacilar, dijo:

―A lo largo de los últimos días he visto muchas cosas, cosas que presiento que se interconectan y significan algo muy grande. Encontrar el portal al End fue la gota que derramó el vaso. Me perturba un poco pensar en cuáles serían las connotaciones de nuestro hallazgo, si estamos poniendo en peligro al mundo... ―su tono de voz estaba un poco quebrado―. Señor Kendo, soy un total ignorante en la magia y alquimia, así que mi miedo es irracional. Pero le quiero pedir su opinión, ¿usted piensa lo mismo que yo? ¿Cree que sea posible que nuestro mundo sea destruido?

Kendo no dijo nada. Siguió trazando por buen rato, en silencio. Cuando terminó de dibujar una montaña y colocar un sello de cera al mapa enrollado, alzó la vista hacia Steve y dijo en voz queda.

―Sí es posible que nuestro mundo pueda ser destruido ―pausó―. La magia y alquimia en sí mismas no significan un peligro, el peligro viene de quien use dichos elementos. Hasta el momento desconocemos cuáles son los límites de la magia de esta realidad, hemos llegado a los extremos de poder invocar a no vivos, de generar maldiciones y envenenar a otros; pero eso no es ni de cerca el límite de la magia.

― ¿Pero por qué? ¿Eso qué tiene que ver con el End?

― ¿Recuerdas a Tenebris? Dentro de sus trabajos, él halló que, cuanto más interconectadas estén las dimensiones de nuestra realidad, mayor será el poder de la magia. Antes de que los alquimistas descubrieran el Nether, la magia se limitaba a el encantamiento simple de objetos. Cuando conectamos al Nether, la magia en el Overworld y en esa otra dimensión se hizo superlativa... creemos que, cuando logremos conectar al End, la magia sea mucho más poderosa de lo que es actualmente.

―Ese poder podría destruir al mundo, ¿no? ―preguntó Steve, abrumado, y Kendo asintió.

―Pero no te preocupes, Steve. Son muy contados los alquimistas los que son capaces de utilizar la magia en todo potencial, y los que existen, están bajo el mando del Ministerio del Saber. Nosotros no queremos la magia para destruir el mundo, sino para obtener maravillas.

― ¿Qué clase de maravillas? ―dijo, un poco más tranquilo.

Kendo sonrió y miró el atardecer. Los rayos de luz se filtraban detrás del horizonte, bañando de colores naranjas al cielo y a la tierra. Los animales nocturnos comenzaron a salir, al mismo tiempo de que el rio, chocando con las rocas, anulaba el silencio total. Kendo abrió los brazos hacia el sol, como si quisiera abrazar. Se sentía bien, se sentía cálido, era como un pequeño vistazo al paraíso donde uno no se sentía ni vivo ni muerto, sólo ahí, contemplado el paisaje.

―Dime, Steve ―dijo, bajando los brazos―. ¿Te gustaría ser un dios? 

Minecraft. El Origen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora