Pasaron meses. El mundo resonó cuando la noticia de una nueva dimensión se esparció desde las ciudades hasta las aldeas más lejanas del reino, y más aún cuando no sólo se encontró un portal, sino tres de ellos, lo cual calzaba perfectamente a las expectativas de los investigadores. Debido a que los portales al End eran la cosa más valiosa del reino, fueron fuertemente reforzados, construyéndose fortalezas bajo la tierra, donde había cientos de soldados que protegerían esos lugares.
Tal y como se les había dicho, Steve y Charlie se convirtieron en exploradores del Ministerio del Saber. Básicamente su trabajo constaba de explorar el Nether y conseguir materiales raros, desde varas de blaze hasta crema de magma, pasando por lágrimas de Ghost y nethederita. Al principio les fue complicado adaptarse al nuevo entorno que les significaba el Nether, sin embargo, al poco rato se habían vuelto expertos capaces de arreglárselas solos.
Se encontraban en un bosque distorsionado, un lugar en el que Charlie se sentía un poco mareado por el fuerte contraste de los colores que veía, entre el azul verdoso y el rojo. Aun así, se percibía como un pequeño oasis de paz dentro del mismo infierno.
―Es muy complicado hallar netherita ―decía Charlie mientras descansaba sobre un el tronco de un árbol―.
―Lo sé, pero la misión principal fue conseguida. Hemos logrado llevar a cabo un acuerdo con los piglin de la región siete ―añadió Steve, jadeando.
Siguieron avanzando, sin comentar mucho. El bosque distorsionado terminó abruptamente, y delante de sí tenían un océano de lava. Tomaron una poción de resistencia al fuego y montaron unos striders. En silencio avanzaban, empuñando cañas de pescar con hongos distorsionados.
―Me pregunto cuánto faltará para que esto termine ―dijo al aire Charlie.
―Falta poco, cruzaremos este océano en unos minutos ―respondió desganado Steve―, y luego de eso estaremos en la fortaleza que nos lleve a la Capital.
―No me refiero a eso ―respondió.
― ¿Entonces a qué?
―A esta vida de explorador ―pausó―. Me gusta mucho el trabajo, me ilusiona bastante como ya sabes. Es sólo que en los últimos días he pensado qué pasará en el futuro, qué será de mí cuando sea un viejo incapaz de poder siquiera escalar una colina.
―Descansarás, todos los días descansarás y harás lo que te plazca ―dijo Steve sin perder de vista el camino―. O eso al menos yo tengo pensado hacer.
―No sé si eso me haga feliz. Quiero decir, comienzo a preguntarme sobre las cosas a las cuales tuve que renunciar por elegir este camino. Este estilo de vida es genial, me permite ver cosas que los ojos de la mayoría de las personas jamás verán, tengo más conocimientos que un erudito de biblioteca, y tengo la sensación de ser la persona más libre del mundo porque no pertenezco a ningún sitio. Sin embargo, cuando sea un anciano, o incluso un adulto en edad madura, me preguntaré: ¿realmente valió la pena el camino?
―Eres aún bastante joven, no tienes más de 25 años, ¿verdad? Puedes dedicarte a esto un poco más y después vivir otras cosas.
―Sí... justo eso es lo que he pensado ―mencionó, severo―. Sólo quiero ver cómo es el End, explorarlo un poco, y renunciar a este trabajo.
Steve se giró hacia su amigo, consternado.
― ¿Hablas en serio? Creí que dudabas.
―La verdad es algo que decidí desde hace varias semanas, pero no sabía cómo decírtelo, Steve. No sabía cómo decirte que dejaré de ser tu compañero de exploración en un año o dos por mucho. Luego de eso, buscaré vivir lo más posible. Quiero conocer a nuevas personas, tener más amigos, tener mi propio hogar y quizá conocer a una chica y formar una familia. No sé. Tal vez dentro de diez años me visites de cuando en cuando en mi granja a las afueras de la Capital. Mis pequeños hijos dirán "¡Papá, llegó el tío Steve!" y yo dejaré de apilar heno para irte a recibir. Tomaremos algo mientras charlamos sobre cómo le va a cada uno en su camino. Y, para cuando el sol se esté poniendo, me dirás que es hora de partir porque tienes un encargo importante de la corona y tendrás que viajar hasta donde sólo Notch sabe. Nos daremos un abrazo y veré cómo te alejas de mi granja, perdiéndote entre los enormes campos de trigo ―terminó de decir, correspondiéndole la mirada a un Steve boquiabierto.
―Sí que has pensado muy bien las cosas ―dijo, aún tratando de procesar lo que escuchó―. Aunque reconozco que suena a algo interesante. Me gustaría visitarte de cuando en cuando para olvidarme del trabajo, aunque sea un poco, porque de momento, yo no tengo proyectado retirarme.
Llegaron al otro lado del océano de lava. Apearon y continuaron en silencio. Steve no pensaba demasiado en lo que le dijo Charlie, genuinamente le parecía un gran plan e incluso sentía algo de alivio porque su amigo se alejaría de los peligros de la exploración. En cuanto a él, eso de retirarse de la exploración quizá sólo sería opción hasta tener certeza de que el mundo no será destruido por la magia.
― ¡Mira! ―señaló Charlie.
Heros los esperaba a pocos bloques. Se saludaron y los escoltó hasta el camino de la fortaleza.
―Llegan a tiempo ―les decía, portando una reluciente armadura de diamante encantado―. En una o dos horas será la apertura de los portales del End. Todo el reino está al tanto de las primeras noticias que reciban los primeros exploradores especializados en pisar la otra dimensión.
― ¿Tan rápido? ¿Funcionó el experimento de Krani? ―preguntó Steve sorprendido.
―Al parecer sí. El polvo de blaze combinado con otros materiales dentro de los orificios de cada portal sirvieron para poderse activar. Se formó una especia de ojo verdoso por lo que oí.
―Yo sigo sorprendido con los avances en la comunicación, de verdad no puedo creer que Krani lograra desarrollar un método de envío de mensajes a través de la magia. Gracias a eso los mensajeros nunca más serán necesarios, y podemos comunicarnos con cualquier persona aunque esté al otro lado del reino.
―Era cuestión de tiempo para que pasara. A partir de los portales del Nether se abre la posibilidad de poder transportar lo que sea y donde sea en el Overworld, y todo en muy pocos segundos ―añadió Heros.
Avanzaron otro poco y llegaron a la fortaleza, sin embargo, no estaba la escuadra de Heros. Al analizar el sitio, vieron que había armaduras y armas tiradas en el suelo. Heros no titubeó, desvainó su espada y le pidió a Charlie y a Steve correr sobre el pasillo. Tras varios minutos de correr sin mirar atrás, vieron a un ballestero por delante suyo.
― ¿Qué ocurre? ―exclamó el guardia a lo lejos.
Antes de que Heros le pidiera información sobre su escuadrón, el guardia fue atrapado por unas manos rosadas que lo tomaron desde el borde los pasillos. Comenzaron a oír muchos pasos a su alrededor, y antes de que continuaran corriendo, media docena de monstruos cayeron desde las alturas, rodeándolos. Eran monstruos rosados en estado de putrefacción, con espadas de oro y malolientes.
― ¿Son piglin? ¿Por qué nos atacan? Se supone que tenemos un trato de no agresión con su civilización.
―Fíjate bien, Charlie ―dijo Steve, armado con un hacha―. No son piglin comunes, es como si estuvieran muertos.
―Así es ―dijo Heros, decapitando a uno de los cerdos zombi con su espada―. Están zombificados, pero eso sólo pasa en el Overworld.
Pelearon contra los hombres cerdos zombis. El más hábil en pelear era Heros, quien con su espada lograba rechazar los ataques de los monstruos y dañarles de un solo movimiento. Steve con su hacha buscaba esquivar ataques, y luego de eso, atacar al enemigo entorpecido por su golpe fallido. Y Charlie, sin dudarlo, subió a un montículo de piedra del infierno y desde ahí atacaba a los enemigos usando su arco.
Primero fue media docena, luego una docena y entonces dos. No paraban de atacar en grupos cada vez mayores. Fueron rodeados de a poco en poco, y sin ya siquiera poderse mover, los piglin zombis les sometieron. Tenían la cara pegada al suelo caliente y con los brazos en la espalda, y justo cuando creyeron que los monstruos los decapitarían o algo parecido, se escucharon varios pasos acercándose. Steve vio que era un pequeño grupo de humanos, portando sólo túnicas negras. Por simple deducción, supieron que esas personas eran líderes de los zombis piglin.
― ¡¿Quiénes son ustedes?! ¡Déjenos en paz! ―exclamó colérico Heros.
―Nos sirven, se ven vigorosos ―dijo en voz baja uno de los encapuchados―. ¡Llévenlos con el guía, le servirán!
E impotentes, no tuvieron más remedio que seguir las órdenes de ese grupo.
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Minecraft. El Origen.
Fanfic¿Qué pasó con los humanos de Minecraft? ¿Por qué Steve y Alex son los únicos que quedan? ¿Por qué hay zombies, magia, dimensiones y alquimia en este maravilloso mundo? Esta historia busca responder dichas interrogantes, siguiendo la vida de Steve y...