XIX.- Lucha de Dioses

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Charlie apareció en un bastión, y vio a piglins luchando contra los no vivos que intentaban destruir su fortaleza. De inmediato quiso probar sus poderes, así que comenzó a correr y brincar vertiginosamente por todo el lugar hasta alcanzar el aire. Caía libremente, directo hacia un puñado de esqueletos wither y pinglins zombificados. Cayó al suelo golpeando la tierra con su puño, y una enorme luz azul evaporó a los enemigos cercanos. A puño limpió comenzó a luchar contra el resto de los enemigos, era ágil, podía dar enormes saltos, correr como flecha y neutralizar a sus enemigos con un solo golpe. Tuvo frente de sí a un esqueleto wither que le arrojó su espada de piedra, y nada, ni un rasguño. Charlie regresó el ataque con un puñetazo, y los huesos del wither se convirtieron en una nube de polvo negro que se desvaneció en un fugaz momento.

No perdió el tiempo, y corrió a toda marcha hacia la fortaleza más próxima. En su camino ignoraba a la mayoría de los no vivos, exterminando a uno cada tanto que se le cruzaba directamente en su camino. Al llegar a la fortaleza logró ubicarse, sabía a dónde tenía que ir a donde creía que era la guarida de Tenebris. Sobre los caminos de las fortalezas todo fue mucho más sencillo, sólo corría hacia direcciones muy concretas y pulverizaba a todo aquel que se le atravesaba. En sus venas corría un incalculable poder que lo hacía sentir imparable, sin duda alguna sería el salvador de la humanidad, no tenía rival que se le comparara.

Al cabo de un rato llegó al lugar donde fue capturado junto a Steve y Heros. Supo de inmediato la ruta que debía de tomar. Brincaba entre las estructuras de la infrapiedra y destruía a cualquiera que se le interpusiera. Y, cuando menos lo esperó, llegó al valle de almas desde el que Tenebris comandaba a su ejército. De hecho, el oscuro alquimista estaba dentro de una estructura que parecían ser enorme huesos, levantaba los brazos y decía palabras de un libro que hacían aparecer más y más no vivos.

Charlie no quiso ser soberbio, así que tomó su arco, apuntó perfectamente, y disparó una veloz y potente flecha. Sin embargo, la flecha impactó contra un cubo de infrapiedra que repentinamente salió de la arena de almas. Era obvio que Tenebris sabía que Charlie estaba en ese lugar, y de un momento a otro, en todo el valle surgieron esqueletos wither y arqueros que comenzaron a atacar en masa el lugar donde estaba Charlie.

El joven chico tomó otra flecha y la disparó contra un esqueleto que tenía muy cerca, e hizo lo mismo para el más próximo, y el que le seguía, y el que le seguía. Cuando menos se lo esperó, Charlie estaba disparando cientos de flechas a un ritmo maquinal, barriendo todo el valle con flechas que exterminaban a los esqueletos con un solo impacto.

―Deténganse ―ordenó Tenebris, sorprendido por lo que vio.

Charlie dejó de disparar flechas al ver que los esqueletos quedaron en un estado catatónico. Bajó de la montaña en la que estaba, y corrió directamente hacia Tenebris mientras le disparaba flechas. Tenebris, por su lado permanecía inmutado y se protegía de las fechas a través de bloques de infrapiedra que salían del suelo. Al ver que esto era inútil, Charlie desvainó su espada, dio un enorme salto y cayó con fuerza de plomo para decapitar en un solo movimiento a su enemigo. Tenebris sólo alzó uno de sus brazos y, súbitamente, Charlie quedó inmovilizado en el aire.

―Veo que Krani envió uno de sus peones para derrotarme ―dijo, sin bajar su brazo―. Realmente estoy sorprendido, no esperaba que lograra replicar tan bien el poder de un dios. Aun así, temo decirte, mi estimado, que yo no soy una réplica como tú.

Charlie salió disparado contra una montaña donde se estrelló cual proyectil, quedando incrustado dentro de ella. Rápidamente recobró la consciencia, y volvió a correr hacia Tenebris. El alquimista alzó sus brazos, y cuando los bajó, un enorme fragmento del techo del Nether fue desprendido, era del tamaño de una montaña. La enorme estructura fue arrojada contra Charlie, quien hacía todo lo posible para evitar ser golpeado por las rocas de pequeño y mediano tamaño.

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