XVIII.- El Poder de Dios

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― ¿Estás seguro de esto? ―preguntó Krani, visiblemente preocupada.

―Lo estoy ―dijo con seguridad Charlie―. No hay nadie más que esté capacitado para esta misión, sólo yo puedo hacerlo.

―Ministra Krani ―alzó la voz uno de los alquimistas de la sala―, ¿por qué no cerramos el portal del End? ¿Eso no debería de mitigar el poder de Tenebris?

―Estás en lo cierto, pero como has de saber, hay más portales del End que están activados. Aunque cerremos el portal número dos, el resto sigue activo hasta donde sabemos. Es más peligrosa emprender una misión para cerrar todos y cada uno de los portales al End, que enfrentar a Tenebris directamente.

Los preparativos estaban listos. A Charlie se le dio una ropa especial muy resistente a la fricción y desgarres, eran un pantalón azul y playera de un verde acuoso; esto con la finalidad de que sus ropas soportaran el proceso de conversión. Entró a un cuarto rodeado de obsidiana, pobremente iluminado. En el medio de la habitación yacía una pequeña mesa que tenía sobre de ella una manzana azul, una de esas manzanas creadas en el proyecto Eterno.

―Trata de comerla lo más rápido que puedas ―aconsejó Krani desde el marco de la única entrada―. Te deseamos mucho éxito ―y cerró una pesada puerta de hierro.

Charlie dudó un poco, no sabía qué ocurriría exactamente una vez comiera esa manzana resplandeciente. Ni siquiera los más sabios alquimistas reales tenían certeza sobre lo que le ocurriría a una persona si asimilara colosales cantidades de magia. Sin embargo, no tenía tiempo para la duda, era la única opción, tener poderes que equivalieran a ser los de dios y de esa manera corregir las consecuencias de sus acciones, ponerle un alto al maldito de Tenebris.

Tomó la manzana, era más pesada de lo que parecía e irradiaba un calor tolerable, al menos por un par de segundos. Cerró los ojos y pensó en su familia, sus amigos, en Steve, en todos los paisajes que había atestiguado, y en su vida como algo que no pudo explotarse mucho más. Aun así se sentía satisfecho, vivió al máximo, estaba seguro que tomó las decisiones correctas y que su vida tenía intrínsecamente un valor incalculable por todas las experiencias con las que la nutrió. Llevó la manzana a su boca, y de cinco enormes y presurosos bocados, se la comió entera.

Su cuerpo se sintió extrañó. En torno a él emanó un brillo azul que iluminó la oscura habitación. De pronto sintió que sus huesos crujían, que sus músculos se retorcían y que su cabeza explotaría. Sentía un enorme dolor en cada fibra de su corporeidad y alma. Se dejó caer y, repentinamente, el dolor se esfumó así como el brillo.

Cuando todo parecía seguro, los alquimistas entraron para verificar el estado de Charlie. Estaba inconsciente, pero en cuanto lo tocaron, abrió los ojos y se puso de pie con un enorme salto. Todos quedaron impactados.

― ¿Cómo te sientes, Charlie? ―preguntó Krani, brotando excitación desde sus ojos.

―Me siento bien, de hecho, mucho más que eso. Me siento muy fuerte, siento que soy capaz de hacer lo que sea ―y de un solo golpe pulverizó una de las paredes de obsidiana, dejando boquiabiertos a todos.

―Excelente ―aplaudió Krani, sin importarle que estaba llorando de la alegría por el enorme éxito de su proyecto―. Literalmente tienes el poder de un dios, quizá sólo Notch pueda derrotarte.

―Estoy listo para ir al Nether ―dijo, realizando veloces golpes en el aire, tanto así que se podía escuchar cómo rompía la berrera del sonido con cada uno que daba.

Krani lo llevó a otra habitación donde le entregó una armadura de netherita, un arco con Poder V, flechas e industriales cantidades de adoquín. Era sorprendente ver cómo Charlie era capaz de cargar con docenas y docenas de toneladas de adoquín sobre de sí mismo.

―Debo de advertirte que, según mis cálculos, este pico de poder irá descendiendo hasta estabilizarse. Seguirás siendo muy fuerte, por supuesto, pero ya no al nivel en el que estás ahora ―dijo Krani, revisando unos papeles.

― ¿Cuándo comenzaré a experimentar un descenso de mis poderes?

­―No te preocupes ―dijo, apartando los papeles―. Incluso las estimaciones más conservadoras arrojan valores de días, es decir, tendrás tiempo suficientes para atacar directamente a Tenebris.

― ¿Estás seguro de que no deseas apoyo? Aún nos quedan dos manzanas más ―preguntó un soldado.

―No, es riesgoso apostar todas nuestras cartas en un solo movimiento. Si llegara a fracasar, pueden enviar un nuevo ataque conformado por una pareja que coma las dos manzanas ―respondió severo, terminándose de equipar.

Por último, armaron un portal al Nether. Había dos warden custodiando la entrada, así como decenas de soldados. Le dieron el paso libre a Charlie, preparado para emprender la misión más importante de su vida. Un alquimista tomó un mechero y encendió el portal, todos adoptaron posiciones defensivas por si no vivos entraban a través de él.

―Mucho éxito, Charlie. Eres nuestra esperanza ―dijo Krani, sonriendo.

Charlie dio media vuelta y observó los rostros cargados de esperanza de todas las personas en el lugar. Tenía sobre su espalda el peso de hacer valer toda esa esperanza, de salvar a todos y cada una de las personas que aún sobrevivían.

―Espero verlos pronto ―Charlie correspondió la sonrisa, y sin más, cruzó el portal.

­― ¡Destrúyanlo! ­―ordenó Krani, y los warden desmontaron el portal en un santiamén.

― ¿Cómo sabremos que tendrá éxito? ―preguntó Franz.

―Tenemos una medida métrica que indica cuánta magia emerge un solo bloque de almas. Ahora mismo está a niveles históricos, así que cuando el indicador descienda a niveles normales, sabremos que Charlie tuvo éxito. La magia habrá perdido este monstruoso poder y no habrá modo de que Tenebris siga controlando su ejército ―respondió, mostrando una especie de máquina que tenía muchos tubos y líquidos extraños en torno a un bloque de arena de almas―. Sólo nos queda pedir a Notch que le ayude, que todo salga bien. 

Minecraft. El Origen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora