II

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CAPÍTULO 2

Louis

Aquella tarde había vuelto a casa molesto. Tenía razones para estarlo. Por supuesto que las tenía.

Primero, el profesor ni siquiera me había dejado explicar el porqué de mi tardanza, y de todas formas el que se me averiara el auto no iba a ser suficiente para él. Ni que fuera tan bueno inventando excusas como para largar lo de mi auto.

En cuanto quise salir de casa esta mañana, que, sí, salí un poco tarde, pero ¡es que iba en auto!, el desgraciado ni siquiera arrancó, tuve que llamar a un mecánico y una grúa para ver si podía ser reparado con rapidez y salí corriendo hacia la escuela. Estaba por cruzar una esquina en cuanto un auto negro pasó a toda velocidad doblando por el mismo sitio, frenándome. Maldije antes de seguir mi camino, viendo cómo una cabellera de rizos bajaba del auto y se adentraba corriendo.

Ni siquiera había logrado poner un pie dentro en cuanto el timbre sonó. Por supuesto que no llegaría a la primera clase.

Segundo, mi castigo. ¡Mierda de castigo! ¿Ir a un asilo? ¿En serio? ¿En qué ayudaría eso en mejorar mi puntualidad?

Exacto, en nada. Se estaban quedando sin ideas.

En cuanto entré a casa me fui directo a mi habitación, donde arrojé mi mochila sobre la cama. Había esquivado a toda costa a mis papás, no quería tener que explicarles que el auto estaba en el mecánico y que había sido castigado, eso no ayudaría por el momento, el partido que jugaría mañana es demasiado importante. De todas formas, lo descubrirían eventualmente.

Me di una larga ducha, eso era lo único que podría calmar mi estado de nervios y molestia. Dejé de pensar por un buen rato y en cuanto pasaron, lo que parecieron ser, 10 minutos, salí de la ducha, cambiándome y acostándome.

Tomé mi celular, entrando a mis redes sociales y encontrándome con un par de solicitudes que no acepté. Últimamente me había convertido en un maldito asocial en redes.

Comencé a ver publicaciones al azar, la mayoría eran relacionadas con el fútbol hasta que una fotografía me hizo detener y prestar atención.

Eran unos ojos, solo eso y ni siquiera seguía a la cuenta, sino que era recomendad; pero el color de esos ojos había captado mi completa atención, eran iguales al color de ojos del chico que había conocido en el asilo, solo que los ojos de él eran aún más profundos.

¿Cómo carajos sabía que su verde era más profundo?

De pronto me encontraba pensando en él, en Harry. Había sido amable conmigo al mostrarme el lugar, y no había podido evitar observar cómo los demás se le acercaban con sonrisas enmarcadas en sus rostros, no tenía ninguna duda de que él tenía buena estima.

Sin embargo; nunca lo había visto, no hasta el día de hoy. Tampoco es que fuera muy bueno con los rostros, a decir verdad.

Harry se había marchado del asilo luego de haberme servido de guía allí dentro, mientras que yo me había quedado en el lugar ayudando en lo que pudiera hasta que se cumplieran las dos horas de castigo. Y no se crean que podría haber escapado, para nada, la directora del colegio llamaba cada veinte minutos para saber si yo seguía en el lugar.

Me dormí al cabo de un rato, escuchando Wonderwall, de Oasis. 

 

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For Your Eyes Only - LarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora