For Your Eyes Only - Larry

III

CAPÍTULO 3

Harry

El hecho de que papá me estuviera esperando fuera de la escuela, de brazos cruzados, recargando su peso en el auto con sus ojos cubiertos por aquellos oscuros anteojos de sol y un muy elegante traje de color azul solo decía una cosa: estaba molesto. Si había venido directo desde su oficina para hablar conmigo, claro que lo estaba.

Mierda.

Ninguno de los profesores detuvo mi marcha en cuanto salí de la institución lo que me hacía saber que él ya había informado a la directora sobre mi salida. A veces quisiera tener una familia normal y no una que tuviera tanto poder como para salir librado de todas.

Me detuve para ver el negro auto con ventanas polarizadas estacionado a tan solo un par de metros, di un largo suspiro y reanudé mi marcha hasta llegar al auto, papá abrió la puerta antes incluso de que yo pudiera hacerlo.

—Entra. Rápido. — espetó molesto.

Condujo en silencio todo el camino hasta casa, con su semblante duro e impasible, imponiendo tanto respeto como miedo. Su cara de póker ni siquiera me daba la oportunidad de llegar a entender un poco lo que sea pasara por su cabeza en esos momentos y el porqué de su urgencia para hablar. En cuanto llegamos a casa bajó del auto dando un fuerte portazo, suspiré nuevamente y bajé, siguiéndolo, preparándome para lo que sea viniera luego.

Entró a su gran oficina a un ligero paso, dejando la puerta abierta a la espera de que entrara tras él, pero lo único que quería hacer era subir corriendo las escaleras y encerrarme bajo llave hasta que se le pasara. Pero entré tras él. Cerrando la puerta tras de mí. Las paredes blancas hacían contraste con los muebles de color negro, una de las paredes iba recubierta por una gran biblioteca con una enorme colección de libros, mayormente de finanzas y política.

Sobre su escritorio una foto de mamá, Gemma — mi hermana —, él y yo. Estábamos de vacaciones en un lago, nos veíamos tan felices, y por supuesto, la foto tenía un buen tiempo. En casa ya nadie era así de feliz.

Papá se sentó en su silla, detrás del escritorio, mirándome fijamente, haciéndome un movimiento con su cabeza para que tomara asiento frente a él.

Hice mi camino al asiento de una manera tan penosamente lenta que papá adivinó mis intenciones, frunciendo su ceño y apurándome. Ni siquiera había logrado sentarme del todo bien en cuanto habló.

—¿A dónde fuiste ayer luego de la escuela?

—Papá...

—¡Respóndeme! — vociferó, golpeando el escritorio con su puño.

—Yo... — decidí que lo mejor sería mentir. — Fui a la biblioteca, tenía un trabajo que hacer.

Eso le había causado gracia y no entendía por qué. Comenzó a reír cada vez más fuerte, algunas lágrimas escapando de sus ojos. Lo miraba aturdido, no entendía a qué venía ese cambio tan repentino.

Él podía llegar a asustarnos con cualquiera de sus reacciones.

—Estuviste con una chica. — murmuró recuperando el aliento.

Me descolocó. Eso no era algo que esperaba que dijese, en realidad no esperaba siquiera algo salir de su boca. Entreabrí un tanto mis labios, denotando sorpresa. Eso le causó más gracia.

Yo ni siquiera entendía qué se suponía era lo gracioso. Fruncí mi ceño, mirándole aturdido por la creciente felicidad en su rostro.

—¡Es cierto! ¡Estuviste con una chica! — se estiró sobre su escritorio, acortando nuestra distancia. — ¿No es así?