Harry Styles, un chico un tanto retraído, alguien que prefiere quedarse en las sombras para evitar comentarios y solicitudes debido a su apellido y a su impacto en la sociedad.
Louis Tomlinson, ese tipo de chico que ama de la compañía y el hacer nu...
La hora del almuerzo se acerca y Harry me había pedido que saliera a cortar un poco de leña para la chimenea.
Luego de nuestro casamiento nos habíamos mudado a la cabaña frente al lago que John le había legado a Harry. El alejarnos un poco de la ciudad nos había servido demasiado, habíamos vivido bajo el foco de la sociedad por bastante tiempo gracias a su padre. Por supuesto que los hijos de John se molestaron, pero nada pudieron hacer, todo era legítimo y Harry poseía todo el patrimonio de John.
—¡Mierda! — profané en cuanto una astilla se clavó en mi dedo anular.
Una mota de rulos hizo acto de presencia en el lugar con una pícara sonrisa y sus labios formando una perfecta "O". Me puse nervioso instintivamente, intentando acercarme.
—¡Papi! — gritó la pequeña para luego salir corriendo al interior de la casa.
—¡Darcy! — llamé, pero ya era tarde, la pequeña ya había ingresado a la casa — Maldición.
Habíamos adoptado a la pequeña Darcy luego de dos años de matrimonio. Ella era una pequeña bebé de un año cuando fue hallada en un callejón, y Harry se enamoró de ella en cuanto la vio. La pequeña se había comprado nuestros corazones con solo una pequeña sonrisita.
Tenía sus ojos de color azul, su chocolate cabello caía en rizos a cada lado de su carita. Tenía unos preciosos hoyuelos y asemejaba a un hermoso ángel. Pero no lo era. Podíamos decir que su carácter era muy similar al mío.
Tomé mi teléfono, marcando a James. Sabía que Harry me regañaría por haber insultado frente a Darcy, y necesitaba escapar de eso.
James atendió en el momento exacto en que Harry ponía un pie fuera de la cabaña con la pequeña Darcy pisando sus talones con una sonrisa en sus labios. Harry frunció el ceño en mi dirección y le hice señas de que estaba al teléfono. Sonrió de lado y entró a la casa, llevándose a Darcy consigo.
—¡Hey, hombre! ¿Qué pasa? — habló James.
—Nada, solo... necesitaba escapar de algo — confesé.
—¿Insultaste frente a Darcy de nuevo? Sabes que a Harry no le gusta — acusó, mofándose.
—Oh, vete al diablo.
—Le diré a Harry — acusó, cortando la llamada.
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Entré a la cabaña con todo el cuidado posible, intentando no hacer ruido. Cargaba entre mis brazos la leña que debía de cortar y me acerqué lentamente a la chimenea, fallando en mi intento de mantener silencio cuando uno de los troncos cayó al suelo provocando un estridente sonido. Maldije por lo bajo en cuanto escuché la voz de Harry llamándome.
