Capítulo 19

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Leiv aparca su coche detrás del de mi padre. Durante todo el camino estaba contento, hablándome de los últimos líos en los que se ha metido Tor. Me encanta ver el amor que siente Leiv por su hermano. Se nota que es su mejor amigo y, por mucho que Tor diga que es malo, sé que él también ama su hermano con locura y yo estoy agradecida de que ambos se tengan para que Leiv no se sienta solo.

Lo que más me ha partido el corazón fue la mirada de Leiv cuando Tor me acariciaba. Él sabe que nunca podrá hacer eso conmigo. Quizás no esté bien que cree en mi cabeza estos pensamientos, pero creo que si Leiv lo intentara, podría controlar a su otro yo y podríamos vivir esas cosas entre nosotros.

— ¿Preparado?— veo en su cara que está nervioso.— Hey, ¿estás bien?

— Hela... Normalmente cuando alguien sabe quién soy, bueno... Ya viste lo que pasó en aquel restaurante,— dice con culpabilidad.

— Escúchame,— le sujeto del brazo para darle más confianza y me sonríe con cariño,— si no les gustas a mis padres, no te tienes que preocupar. Lo que importa es que me gustas a mí.

Leiv sonríe ante esa confesión. Nunca le había dicho algo así y sé que le hace feliz.

— Pero Hela, son tu familia...

— ¿Confías en mí?— asiente con una sonrisa genuina que llena mi corazón.— Si te sientes incómodo, júntate a mis hermanos. Ellos son más normales.

Abro la puerta con mi llave y pasamos. Se escucha mucho bullicio. Miro hacia Leiv y veo que su gesto está tenso. Le aprieto de nuevo el brazo y le sonrío y él me devuelve la sonrisa. Llegamos al salón principal y allí están Marcus, Esben y Elisabeth.

— Hola a todos,— mi madre y Señora llegan al escucharnos,— os quiero presentar a Leiv, mi novio,— noto la sorpresa en el rostro de Leiv y siento su felicidad.

— Encantado,— mi hermano estrecha su mano con la suya.

Esben le presenta a Elisabeth y hacen lo mismo.

— Así que tú eres el chico que anda con mi hija,— Marcus no le da la mano, pero a Leiv parece no importarle.

— Así es,— dice mientras pasa el brazo por mi espalda.

— ¿A qué manada perteneces?

Mi madre rompe esta incómoda escena entrando en acción, cosa que agradezco.

— Hola, Leiv,— le da un repaso de arriba abajo y sonríe.— Mucho gusto, dice con su sonrisa falsa.

Parece que Leiv ha pasado el examen de la ropa. Lleva una camisa azul cielo y un pantalón azul oscuro casi negro. Va elegante y guapo; más de lo normal. Me encanta ver que ha querido darles una buena impresión a mis padres.

— ¡Llegáis justo a tiempo!— exclama mi madre más alto de lo normal.— La comida está preparada.

Todos comienzan a pasar al comedor y yo miro a Leiv.

— Que comience el juego.

Una vez sentados, noto todas las miradas puestas sobre Leiv. En parte es normal; es la  novedad. Lo que realmente me sorprende es que, a pesar de su aparente nerviosismo antes de entrar, Leiv tiene su gesto imperturbable, la clásica expresión que tiene casi siempre. La misma que tenía la primera vez que le vi.

MI MATE ME MATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora