Capítulo 11

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Necesito pensar. Me siento repetitiva si digo que tengo miles de preguntas en mi cabeza, pero es que no lo puedo evitar y creo que cualquier persona que estuviese en mi situación, sentiría lo mismo.

— Leiv, yo...— intento reordenar mis pensamientos para ser lo más sutil posible en un momento tan crítico de nuestra relación como es éste.— No quiero que pienses que me quiero alertar de ti, pero no te sería sincera si te dijese que todo me parece muy normal y que podemos continuar como si nada,— espero no haber sido demasiado dura; si lo he sido, no ha sido mi intención.

— No esperaba menos,— está tenso y nervioso; no hay que conocerle para saberlo.— Tenía asumido que este momento llegaría tarde o temprano y que todo cambiaría. Yo ya he cumplido con mi parte, ahora te toca a ti decidir qué hacer.

— Gracias por no presionarme,— cuando estoy nerviosa, la ironía es mi mayor defensa.

— No quiero obligarte a que te quedes a mi lado, aunque literalmente sí que podría.

— ¿A qué te refieres?— achino mis ojos.

Todavía hay mucho que no me ha contado.

— Control mental,— abro mi boca sorprendida.— No lo domino porque no lo practiqué mucho en el pasado, mis padres me lo tenían prohibido. Pero te aseguro que podría entrar en tu cabeza con facilidad.

Si estaba asustada, ahora estoy aterrada. Por lo que sé hasta ahora, el chico que tengo delante podría ser comparada con una de las más peligrosas armas que se hayan creado. En el colegio estudiamos mitología, pero no soy capaz de asemejar a Leiv con ningún ser que haya visto antes.

— No me gustaría que entrases en mi mente,— bajo mi cabeza temerosa.— No lo hagas nunca, por favor.

— Nunca lo haría, te lo he dicho,— levantó mi cabeza para mirarle y veo que su gesto es serio e incluso enfadado.

Le ha molestado mi desconfianza hacia él.

— Lo que te intentaba decir era que voy a salir de esta habitación sola,— no le gusta mi comentario.— Necesito tomar el aire y pensar; ha sido demasiada información de golpe por un día,— asiente dudoso lentamente.— Ahora soy yo quien te pide tiempo, Leiv.

— Por supuesto,— asiente más decidido que antes,— te daré todo el tiempo que necesites. Eso sí soy capaz de hacerlo.

•••

La pieza de baile termina y todos en la pista aplaudimos a la orquesta.

— Nunca pensé que serías tan buena bailarina, Hela,— me dice el abuelo con el que he bailado.

— No sea mentiroso,— ambos reímos.— Dé saludos a su mujer de mi parte.

Ambos nos despedimos y yo camino hacia unas sillas para descansar. Charlar sobre su matrimonio con un completo desconocido, ha sido bastante entretenido y, sobretodo, ha sido una experiencia de distracción maravillosamente efectiva.

Sé que debo recapacitar sobre lo ocurrido, pero no soy lo suficientemente fuerte ni valiente para enfrentarme a la realidad. Evadirme de los problemas me ha resultado un trabajo difícil ya que siento la mirada penetrante de Leiv sobre mí constantemente. Está al otro extremo del jardín junto a su hermano Paul, con quien habla, pero sin apartar su vista de donde estoy yo.

Suspiro cansada. Dudo que haya entendido el concepto "darme espacio". Tenía pensado desconectar un poco y plantearme cómo continuar con lo que sea que tengamos. No somos novios ni nada por el estilo, pero como me dijo Tor, no puedo negar que exista algo entre nosotros. Leiv ya me confesó sus sentimientos hacia mí, pero yo necesito conocer más a una persona para comenzar a sentir. Bueno, quizás después de este día sí que se podría decir que le conozco bastante más.

MI MATE ME MATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora