— No me lo puedo creer,— mi madre se ha quedado boquiabierta cuando le he contado lo de Leyre y su mate.— Ese chico debe de estar hecho polvo.
— Pues como Leyre...— murmuró entristecida pensando en mi amiga.
— Nada en comparación con lo que ha debido de sentir él.
— ¿Cómo dices?— entiendo que mi madre empatice con él, pero no que se ponga totalmente de su parte.— ¿Y Leyre, mamá?
— No dudo que ella se encuentre mal, pero hay mucha gente que rechaza a su mate de buenas a primeras y eso sí que es doloroso,— comenta mi madre distraída mientras lee el periódico.
— No puedo creer lo que estás diciendo,— mira que mis padres me irritan con facilidad, pero esto ya es por demás.
— Solo digo que el hecho de que una persona a la que esperas te rechace sin miramientos, que deje entrever que no eres lo demasiado bueno para ella... Pues que quieres que te diga, Hela, pero pena, lo que se dice pena, siento poca,— estoy estupefacta. ¿Por que mi madre tiene tanto rencor por Leyre?
— Mamá, ¡conoces a Leyre desde que éramos pequeñas!— le acuso exasperada.— ¿Cómo no puedes apoyarla?
— No te confundas, Hela,— me mira enfadada.— Yo a Leyre la quiero como a una hija, pero no puedo defender que haya actuado bien.
— ¿Y qué debería haber hecho?— pregunto retándola.— ¿Vivir una vida de infelicidad?
— Leyre no ha rechazado a su mate por una cuestión de felicidad. Leyre se ha portado como una niñata egoísta y desconsiderada. Y se acabó de hablar de la estupidez que ha hecho la insensata de tu amiga,— dice volviendo a abrir de forma brusca el periódico.
Me quedo callada, pero no porque ella me lo haya ordenado, sino porque no me esperaba esa reacción por su parte. ¿Qué narices le pasa? Un pensamiento triste pasa por mi mente.
— Mamá... Cuando yo rechace a mi mate, ¿también me odiarás?
Mi madre se queda quieta. Lentamente cierra su periódico, lo deja en la mesita del salón y me mira fijamente.
— Hela, sé que siempre ha sido tu plan y que nunca te hemos tomado en serio,— ruedo los ojos ya harta de escuchar eso,— pero me decepcionarías si lo hicieses.
Me entristece escuchar eso. Nunca me había hablado tan en serio sobre ese tema.
— Yo solo te pido que, de llegar ese momento, te lo pienses muy bien antes de hacer algo de lo que te podrías arrepentir toda la vida,— por primera vez no me habla enfadada, sino que en su rostro refleja tristeza.
— Lo haré, mamá. Te lo prometo,— mi madre me sonríe con ternura.
— Además,— vuelve a hablar ahora más tranquila,— quizás le veas y te vuelvas loca por él.
— Lo dudo mucho, mamá,— sonrío con burla.
— Si ni siquiera tienes novio, Hela. No sabes de lo que hablas,— se ríe de mí como si fuese una niña de siete años.
— Quizás sepa más de lo que tú te crees...— las palabras se me escapan de la boca y me arrepiento al instante de decirlas, sobretodo cuando veo la expresión de sorpresa de mi madre.
— ¿De qué estás hablando?— dice emocionada.
— De nada, mamá. Olvídalo,— murmuro avergonzada.
— ¿Quién es?— pregunta agarrando mi brazo para apremiarme.
— Quién es, ¿quién?— pregunta mi padre entrando al salón.
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MI MATE ME MATA
Hombres LoboHela ya ha rechazado a su mate antes de conocerse. Ése siempre fue el plan. Ahora ha conocido a Leiv, no es su mate, pero se enamoran. ¿Podrá rechazar a su mate por la persona que más ha querido nunca?