Capítulo 24

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— Vas a olvidar lo que acaba de pasar y vas a dejar a estos chicos pasar,— le dice de forma calmada.— No recordarás nada y olvidarás haber visto a estos dos esta noche. ¿De acuerdo?— el hombre asiente de forma robótica.

Ander ha debido de realizarle algún tipo de control mental porque se aparta y parece totalmente en calma. Yo miro a Ander confusa.

— ¿A qué esperáis?— nos pregunta.

— Hela, vámonos de aquí,— me dice Leiv.

— ¿No tenías tantas ganas de entrar, joven Lundvic?— pregunta con soberbia.

— Cómo sabes quién soy.

— Llevas maldito tatuado en la frente,— nos mira a ambos y sonríe.— Pasad, me gustaría hablar un rato con tu novia.

— ¿Sobre qué?— le pregunto dudosa.

— Sobre la crisis migratoria de Europa,— rueda sus ojos.— ¿De qué va a ser?

— Preferimos irnos con nuestros amigos,— respondo.

— Ves a ese hombre con jersey rojo de ahí abajo,— miro hacia donde señala y veo que el hombre está cerca de Leyre.— Si no entráis, le ordenaré que le rompa el cuello a tu amiguita.

Pensar que alguien le haga algo a mi mejor amigo me aterra.

— Como le hagas algo te juro que...

— De acuerdo,— digo interrumpiendo a Leiv,— entraremos.

— ¿Qué? No dejaré que vayas con él.

— Te he dicho que puedes venir con nosotros, monstruito.

— No me vuelvas a llamar así.

Pasamos junto a Ander y nos sentamos en unos sofás rodeados por unas cortinas azules. Allí hay más vampiros y vampiresas haciendo cositas.

— Poneos cómodos y tomad una copa,— dice señalando a una mesa en ella que hay un par de botellas de ginebra.

— No, gracias. Estamos bien así,— le digo y Ander se encoge de hombros mientras se sirve una copa.

El reservado es grande y la gente nos ignora. Me alegro de ello porque no me gustaría ser la cena después de la borrachera de esta buena gente.

— ¿Os lo estás pasando bien?— pregunta Ander mientras toma asiento frente a nosotros.

— Hasta que llegaste tú, sí,— le responde Leiv molesto.

— Uy, sí. Tu novia tenía una cara de diversión cuando casi consumes al de seguridad...,— responde Ander con sorna y Leiv aprieta sus puños.— Relájate, monstruito. Sé lo que eres.

— ¿Por qué nos has retenido aquí?— interrumpo.

— Yo nunca retengo a nadie,— contesta fingiendo indignación.— Tenéis la puerta abierta para iros cuando queráis.

— ¿Y eso de amenazar a Leyre si no te seguíamos?

Ander resopla aburrido.

— ¿De verdad creéis que yo podría hacerle el más mínimo daño a la persona más importante de mi vida?— y no lo dice con ironía.— Los lobos sois tan fáciles de manipular... Y con vosotros nunca hace falta el control mental,— ríe.— Sois todo fuego y pasión, no sabéis controlar vuestros impulsos más primitivos.

— Basta ya, Ander,— le interrumpo llamando su atención.— Dinos qué hacemos aquí; qué es lo que quieres de nosotros.

Juega con su copa pensativo.

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⏰ Última actualización: Sep 20, 2022 ⏰

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