Capítulo 6

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Leiv está de pie frente a mí. Me mira con su típico gesto serio ya característico en él.

— ¿Qué haces tú aquí?— pregunto sabiendo que no voy a obtener respuesta por su parte.

— Levanta de ahí. Hace frío— se limita a decirme, pero no estoy de humor para aguantar nada de nadie.

Por mucho que este chico revolucione mis hormonas, todo lo ocurrido me preocupa más. Hace frío y yo no llevo un abrigo muy grueso que digamos, pero en estos momentos es lo que menos me importa.

— Leiv,— es la primera vez que digo su nombre en voz alta y la naturalidad con la que lo hago me sorprende,— déjame tranquila, por favor. Ya he tenido suficiente por una noche.

— Hela, no soy una persona con mucha paciencia. Te estoy pidiendo que te levantes y me acompañes— alzo la cara y le miro a los ojos.

Le noto tenso, pero no sé la razón. Tengo frío y el bus no tiene pinta de querer aparecer pronto.

— De acuerdo,— termino accediendo.

Le miro y parece complacido. Comienza a andar y yo camino tras él siguiéndole. Guarda las distancias conmigo. Sus piernas son más largas por lo que sus pasos también, lo que provoca que me cueste seguirle el ritmo a pesar de que no va más rápido de lo normal.

— ¿Dónde vamos?— no recibo contestación.

No sé por qué, pero algo me dice que seguirle es lo correcto. Continuamos caminando hasta que se detiene frente a una taberna poco frecuentada. Abre la puerta esperando a que pase yo primero y así lo hago.

Es un lugar poco iluminado. La gente fuma obviando el cartel que lo prohibe. Hay unos pocos hombres sin compañía en la barra, concentrados en sus cervezas, ignorando todo aquello que les rodea. Nadie repara en nosotros.

  — ¿Qué quieres tomar?— habla por fin. 

  — Nada.

Leiv se marcha y vuelve con dos botellas de agua en su mano, dejando una de ellas frente a mí. No digo nada. He desistido en mi intento de sacarle alguna palabra. Él me mira fijamente y me pone nerviosa. Ni siquiera sé por qué estaba en la misma zona de la ciudad en la que estaba yo. Demasiada casualidad. Me gustaría preguntárselo y así salir de dudas pero como sé que no voy a recibir contestación alguna, me limito a dar un trago a mi botella.

Después de estar diez minutos en silencio, la situación se vuelve demasiado incómoda para mí.

— Creo que me voy a ir a mi casa.

— ¿Cómo te ha ido el día?— le miro sorprendida por su pregunta pero no encuentro sus ojos.

No hay que ser muy perceptivo para darse cuenta de que está nervioso.

— ¿Te ocurre algo?

— No. ¿Qué me va a ocurrir?— se pone a la defensiva y eso no me gusta.

Decido ignorar su contestación y aprovechar el hecho de que esté intentando sacar conversación. Prefiero pasar tranquila esta noche.

— Mi día normal, como cualquier otro.

— Mientes.

— ¿Perdón?

— Eres demasiado expresiva, Hela. No puedes ocultarme nada— noto que cada palabra que sale por su boca tiene un doble sentido que nunca llego a entender.

— Y tu día, ¿qué tal?

— Aún no has contestado a mi pregunta— mi intento por cambiar de tema ha sido inútil.— Tienes muchas ojeras. ¿No has dormido bien?— desde fuera puede parecer que somos una pareja teniendo una conversación totalmente normal pero tratándose de Leiv, nada es normal.

MI MATE ME MATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora