No negaré que me haya dejado sin palabras. El mate de Leyre..., ¿un vampiro? Es totalmente surrealista y lo digo yo, que no estoy como para ponerme a dar lecciones de normalidad a nadie.
— No puedo más, Hela,— deja caer su cabeza en mis piernas mientras solloza desconsoladamente.— No puedo vivir así. Este dolor no se va a ir nunca, lo sé. No quiero vivir así,— llora y a mí se me hace un nudo en la garganta.
Nunca en toda mi vida he visto a un vampiro en persona. La parte más morbosa de mí muere de ganas por preguntarle mil cosas sobre él, pero claramente nunca le haría eso a mi amiga.
O al menos por ahora.
— ¿Tu madre no sabe nada de esto?— pregunto mientras le acaricio la cabeza y ella niega.— Deberías contárselo.
— Imposible, Hela,— niega de forma rotunda.— Tú más que nadie sabes cómo es mi madre.
— Como tú,— pienso en voz alta.
— Exacto. Si le cuento que he rechazado a mi mate...
— Entonces, ¿qué piensas hacer?
— Solo quiero encerrarme en mi cuarto y no salir por el resto de la eternidad.
De pronto mi teléfono vibra en mi bolsillo. Sin dejar de acariciar a Leyre, lo miro y veo que es Leiv preguntándome que si estaba bien. Yo le contesto y un pensamiento pasa por mi cabeza.
— Oye, Leyre,— le digo con una voz dulce; sin querer alterarla más de lo que está,— no sé si esto que te voy a preguntar te hará sentir peor, pero..., ¿cómo es?
Leyre detiene un poco su llanto y se incorpora poco a poco en la cama, hasta que termina sentándose a mi misma altura.
— ¿Qué?— pregunta confusa.— ¿Rechazar a tu mate? Pues una tortura en vida, está claro.
— No, no me refiero a eso,— le digo antes de que vuelva a entrar en un bucle depresivo.— Lo que quiero decir es cómo es tu mate.
Mi pregunta le sorprende. Quizás no se lo esperaba o quizás ni siquiera se lo haya planteado.
— Bueno... Físicamente es muy atractivo, supongo,— se encoge de hombros.— Tenía entendido que los vampiros poseen una belleza atrayente para sus víctimas,— por primera vez desde que he llegado, habla sin sollozar.— Cuando nos vimos...— se detiene un momento pensando, pero retoma en seguida.— Yo estaba volviendo a casa porque había tenido que pasar por la tintorería para recoger un traje de mi madre. Eran las cuatro de la tarde y la calle no estaba muy transitada, pero al pasar por un restaurante, salía de allí un grupo de hombres trajeados unos años mayores que nosotras. La verdad es que todos era muy atractivos,— sonríe y yo lo hago con ella.— Entonces, noté algo extraño dentro de mí. Él, quien estaba contando algo que les hacía mucha gracia al resto de hombres, se detuvo por completo y borró su sonrisa. Entonces sus amigos se percataron de mi presencia al seguir su mirada, y me miraron a su vez con algo de sorpresa.
— ¿Y qué pasó entonces?— Leyre lo ha conseguido. Me tiene totalmente dentro de su historia.
— Él comenzó a caminar hacia mí, como si no existiese nada ni nadie a su alrededor. O al menos así fue como yo lo sentí. Yo no movía ni un solo músculo. Él apartó el pelo que caía a un lado de mi cara y se acercó a mi cuello.
— ¿¡Te quería morder!?— grito histérica.
— ¡No, no!— me detiene negando también con sus manos.— Se acercó a mi cuello para olerme.
— ¿Para olerte?— pregunto extrañada y ella asiente.
— Así es. Entonces me dijo: "¿por qué hueles tan bien?" Y al escuchar su voz lo supe al instante,— suspira.— Ese chico era mi mate. Al principio sentí emoción, no lo negaré. Incluso creo que se me escapó una sonrisa, pero de repente frunció su ceño y preguntó: "¿eres un lobo?". Y ahí me di cuenta. Sus pupilas comenzaron a dilatarse y sus colmillos crecieron.
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MI MATE ME MATA
Hombres LoboHela ya ha rechazado a su mate antes de conocerse. Ése siempre fue el plan. Ahora ha conocido a Leiv, no es su mate, pero se enamoran. ¿Podrá rechazar a su mate por la persona que más ha querido nunca?