Capítulo 2

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Las farolas de la ciudad comienzan a iluminarse antes de que el sol se haya puesto aún. Mis padres mantienen una conversación animada y, de vez en cuando, mi hermana intenta llamar la atención para que la incluyan en la charla sobre la novia de Esben. Mientras tanto yo me limito a observar los increíbles edificios que vamos dejando a nuestro paso.

- Seguro que es rubia y alta- al parecer Anna está muy convencida de que Elisabeth será una modelo sin defecto alguno.- Vestirá súper bien, siempre a la última moda y tendrá un cuerpo divino- ¿era yo así de frívola a los dieciséis años?

- ¿Qué importa su físico?- las palabras se escapan de mi boca y nada más pronunciarlas me arrepiento en el acto.

Ahora tendré que soportar un sermón por parte de mi hermana sobre lo importante que es la apariencia en la sociedad en la que vivimos.

- ¿Que qué importancia tiene?- pregunta como si hubiese dicho la mayor barbaridad del mundo.

- Olvídalo...

- Ella es la novia del primogénito varón de esta familia. Será nuestra única cuñada y yo quiero ir de compras con ella y que salgamos juntas por ahí. ¡No me puedo permitir que me vean andando junto a un orco!

- Mientras le guste a Esben, da igual cómo sea- mi madre es la más, por no decir la única, un poco cuerda de esta familia.

- Y que viene de una buena familia- murmura mi padre y yo pienso que es una pena que ella no pueda decir lo mismo de mi hermano.

No podía faltar un comentario de mi padre con desdén. Seguramente esta sea la familia más hipócrita e interesada que nunca haya existido. A veces me pregunto si soy adoptada. Soy la única morena, los demás son rubios con ojos claros. Y ya no solo por el físico, sino también por la forma de ser. No me tiro flores, yo misma estoy muy lejos de la perfección. Soy orgullosa, algo pedante en ocasiones y muy celosa con lo mío. No sé expresar mis sentimientos y a veces pienso que soy muy poco sensible. Es por esto último que, la otra noche en casa de Erik, cuando conocí a Leiv me sorprendieron las sensaciones que experimenté con tan solo su presencia. Ahora tengo ganas de volverle a ver. No sé por qué, pero es como si lo necesitase. Sobre todo su olor me inquieta y me atrae. Es un hombre lobo pero, ¿por qué no huele como tal? Quiero averiguar más cosas del chico misterioso que tanto interés despertó en mí.

- Oh Dios mío...- el murmullo de mi madre llama mi atención.

Se ha quedado embobada mirando la enorme mansión que se alza ante nosotros. Si ésta es la casa del Beta, no me imagino cómo será la del Alpha.

- ¿Es aquí? ¡Nos ha tocado la lotería!- aplaude Anna eufórica.

Se creerá que vamos a vivir con ellos o algo parecido.

Llegamos a un enorme portón y nos identificamos ante los guardias de seguridad para poder pasar. Cuando llegamos a la puerta principal, un hombre reclama las llaves del coche para aparcarlo él mismo y mi padre se las entrega complacido. Una mujer del servicio nos apremia a entrar y allí nos encontramos con una escena que podría haber sido sacada perfectamente de "La casa de la pradera".

- ¡Bienvenidos!- una mujer de metro sesenta nos da besos a todos mientras que el hombre que antes la abrazaba por la cintura, nos da apretones de manos con una gran sonrisa.

Mi mirada se desvía detrás de ellos. Allí se encuentra Esben sujetando de la mano a una chica menuda que parece una muñeca de porcelana. Su pelo es de un rubio casi blanco y mi hermano le saca dos cabezas de altura. Ella tiene la mirada fija en el suelo mostrándose nerviosa.

- Familia,- se aclara mi hermano la voz para llamar nuestra atención,- ella es Elisabeth,- dice orgulloso y mi madre, como era de esperar, se tira a sus brazos emocionada.

MI MATE ME MATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora