Capítulo 21

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POV: Leyre

Estoy segura de que si me pudiera ver desde fuera, mi piel sería casi igual de pálida como la de mi mate por el shock que me ha producido verlo aquí. Pensé que no le volvería a ver; no quería, o al menos eso me repetía a mí misma una y otra vez en mi cabeza.

Ander camina lentamente hacia mí y, como la primera vez que nos vimos, se acerca a mi cuello e inhala.

— Deliciosa,— susurra.

Tomo aire de la impresión, pero mi respiración se entrecorta.

— Aléjate de mí,— intento que haya firmeza en mis palabras, pero mi voz suena temblorosa.

— No me pidas lo imposible, mi querida loba,— murmura con la voz ronca mientras juega con mi pelo.

— Deja al menos que mi amiga se marche.

— Leyre, no...,— Hela intenta negarse, pero uno de los secuaces de Ander le cubre la boca con su mano.

Mi mate hace un gesto con la mano y el vampiro que retenía a Hela la suelta.

— No te dejaré sola,— me dice Hela decidida.

Es raro, pero con una sola mirada que le dirijo, Ander obliga al hombre que me retiene con otro gesto de mano a soltarme. Es como si nos conociéramos desde hace años y estuviéramos compenetrados; como si nos sobrasen las palabras.

Camino hacia mi amiga intentando transmitirle tranquilidad con cada paso.

— Hela, escúchame...,— ella niega con la cabeza.

— Ni lo pienses.

— Escucha,— la sujeto por los hombros.— Ander no nos va a dejar salir de aquí.

— Pues aquí nos quedamos, pero nos quedamos las dos,— yo niego.

— Hela, es mi mate,— no entiendo por qué lo digo con tanta naturalidad.— No me va a hacer nada.

— ¿¡Tú te has vuelto loca o qué te pasa!? ¿Pretendes que te deje sola en este nido de murciélagos?

— Un respeto, señorita,— la voz de Ander se hace escuchar por encima de la música.— No querrá herir los sentimientos de Gregor,— miro en la dirección en la que señala y me fijo en que el tal Gregor es un armario de dos metros de alto y casi otros dos de ancho, con cara de pocos amigos.

— Si te quedas,— ignoro el comentario de Ander,— es posible que esta gente te haga algo. De ti no quieren nada. Estaré bien.

— Pero Leyre...

— Tranquila,— le intento dar una sonrisa tranquilizadora mientras acaricio su pelo rizado,— llama a Leiv y que te venga a buscar. Seguro que estará encantado de hacerlo.

Hela parece pensarlo y al final claudica.

— Quiero un mensaje cada treinta minutos.  Si te retrasas un solo minuto, vendré abrazada a Leiv. Sabes a lo que me refiero, ¿verdad?— asiento riendo, pero Hela no parece muy convencida.

— Ve,— la animo a marcharse antes de que se arrepienta.

Una vez se ha ido, me doy la vuelta para volver a Ander, pero no puedo dar ni un solo paso porque me le encuentro cara a cara, lo cual hace que de un respingo y un grito ahogado. Esto al parecer le parece divertido.

— Vayamos a un lugar más privado.

Sujeta mi mano y yo estoy tan bloqueada que no le aparto. Caminamos sorteando a la gente del local quienes fingen ignorarnos, pero todos ellos saben perfectamente lo que pasa. Al llegar a una puerta de metal, el portero gigante que la custodia se hace a un lado para permitirnos entrar y los vampiros que iban con Ander se quedan fuera.

MI MATE ME MATADonde viven las historias. Descúbrelo ahora