Esta noche Leyre me ha convencido, no sé ni cómo, para ir a una discoteca con los chicos. Mis ganas están entre cero y nada pero últimamente es difícil conseguir juntarnos a todos y estas ocasiones hay que aprovecharlas al máximo. Me pongo un vestido negro liso y unos pendientes, nada del otro mundo. En la puerta me esperan ella y Carl dentro del coche del segundo.
Espero que esta noche pase rápido.
— ¿Cómo estás, Hela?— me pregunta Carl nada más cerrar la puerta.— Como siempre, nada nuevo.
— Quita esa cara de amargada. Verás como nos lo pasamos bien— lo dudo.
Llegamos y allí nos encontramos con los demás. Hacemos cola para entrar durante mínimo veinte minutos. La mayoría de mis amigos son fumadores así que al menos ellos se entretienen con algo. Yo me limito a rezar porque mis dedos no tengan que ser amputados por congelación. A ellos parece no importarles la espera. Yo no puedo pensar en otra cosa. Vemos a gente que nada más llegar el portero les abre la puerta para pasar antes que nadie y eso me repatea. Qué injusta es la vida.
Por fin la cola parece que avanza y logramos entrar al local. Para variar, está hasta los topes. Cuando logramos encontrar un rincón en el que todos podamos estar medianamente a gusto, los chicos se ofrecen para ir a por nuestras bebidas a la barra que está a nuestra derecha. Ser mujer de vez en cuando te da alguna que otra ventaja.
Cuando vuelven, Leyre tira de mí hacia la pista de baile. Ya que estoy aquí, al menos intentaré disfrutar.Aquí sólo hay lobos, puede que un puñado de humanos pero poco más. Bailo sin pensar en nada más mientras bebo de mi copa. Noto como alguien pasa sus manos por mi cintura y me pega a su cuerpo. Yo me intento apartar y con la ayuda de Leyre conseguimos ahuyentar a ese asqueroso. No quiero lobitos en mi vida que puedan dejarme tirada en cualquier momento por su mate, aunque sea muy hipócrita por mi parte decir esto. Prefiero quedarme sola a arriesgarme.
Volvemos con los chicos y ahora son más de los que eran antes de irnos a bailar. Veo a Adam junto a la hermana de Marc, que está abrazada a un chico con rasgos muy parecidos a los del primero por lo que supongo que es su mate. Trago saliva pensando en que si Adam está aquí, hay muchas posibilidades de que Leiv también esté. Le busco con la mirada pero fracaso en el intento. Leyre y yo saludamos a todos por cortesía y nos unimos a la animada charla que tienen.
— Voy al baño— a causa de la alta música, me veo obligada a gritar a Leyre cerca de su oreja.
— ¿Quieres que te acompañe?— vocaliza para que la entienda pero yo niego con la cabeza.
El camino hasta la planta de arriba hasta los baños se me hace eterno. El que chicos me tocasen el culo o se pusiesen ante mí impidiéndome el paso, no me ayudaba mucho, y mejor no comentar el momento "escaleras". ¿A quién se le ocurrió poner unos baños en un segundo piso? Cuando por fin veo un letrero con la palabra "Toilet" aplaudo mentalmente al ver que he conseguido mi objetivo, pero mi gozo queda en un pozo cuando me doy cuenta de la cola que hay para entrar en ellos. Mínimo media hora esperando me queda.
Me entretengo ojeando de forma distraída mi teléfono móvil, sin hacer mucho más que abrir y cerrar aplicaciones para hacer un poco de tiempo. Parece que la fila de chicas no avanza. Miro hacia la de chicos y sólo hay uno esperando. Achino los ojos al ver que me resulta familiar. Los abro por completo al darme cuenta de quién es. Me acerco poco a poco para comprobarlo pero más que por curiosidad, lo hago porque necesito volver a olerle. Parezco una psicópata pero me da igual. Necesito comprobar algo del chico misterioso. Él parece que no se ha percatado de mi presencia. Me coloco tras él e inhalo su aroma pero arrugo mi frente al notar algo extraño. Se da la vuelta y sus ojos chocan con los míos.
— ¿Por qué hoy hueles a lobo?— las palabras se escapan de mi boca sin yo poder hacer nada para controlarlas.
Por primera vez, el gesto de Leiv se modifica. Algo en lo que he dicho no le ha gustado porque pasa por delante de mí tirando de mi brazo y llevándome a un almacén. Intento zafarme de su agarre pero no lo consigo. Enciende con rabia una luz que ilumina el pequeño cubículo de forma pobre. Me suelta pero pone las palmas de sus manos a ambos lados de mi cabeza impidiéndome escapar. Si ya es una persona intimidatoria al natural, no puedo definir lo que es cuando está enfadado.
— ¿Qué has dicho?— es la primera vez que escucho su voz; parece un híbrido entre la de un locutor de radio que se ha pasado la noche fumando purillos y la de Batman.
— ¿Cómo?— ni siquiera he escuchado sus palabras, sólo su increíble voz.
Mete su cabeza entre mi pelo y mi cuello, rozándome con su afilada nariz. El roce con su barba me provoca unos escalofríos que no puedo disimular. Todo en mí se tensa. Las sensaciones que este hombre provoca sobre mí son adictivas.
Poco a poco sale de mi cuello y fija sus increíbles ojos azulados en los míos.
— Hela,— mi nombre nunca ha sonado tan bien,— contéstame a una pregunta,— se toma su tiempo para decir cada palabra que sale de su boca y yo agradezco el hecho de que me deje disfrutar de su melodía,— dime, ¿a qué huelo?— frunzo mi ceño sin entender a dónde quiere llegar pero Dios sabe que en estos momentos no podría negarle nada.
Me mira serio, con su penetrante mirada aguijoneándome por completo. No sé de dónde saco el valor pero me pongo de puntillas y apoyando mis manos en su duro pecho cubierto por un jersey grueso negro, me acerco a su cuello sin llegar a tocarlo e inspiro profundamente. Me tenso al instante y me separo de él como si quemase. No entiendo nada. A él se le ha formado una sonrisa ladeada en sus labios que expresa mandad y suficiencia. En estos momentos me siento, irónicamente, la presa del lobo.
— ¿C-cómo es posible?— él asiente detenidamente mientras sonríe, como si disfrutase de mi miedo.
— Dilo, Hela, cómo es posible el qué.
— En... en el baño olías a lobo pero ahora... ahora no hueles igual. No soy capaz de reconocer tu olor— estoy atemorizada.
Ahora sí que lo puedo decir sin duda alguna: estoy muerta de miedo. No sé lo que el chico misterioso puede llegar a hacerme. Ya no puedo pensar en lo atractivo que me resulta, sólo en lo que es y lo que pueda llegar a hacerme
— ¿Qué eres?— vuelve a mirarme serio.
— Un hombre lobo.
— No es verdad.
— ¿Quieres que te lo demuestre?— comienza a transformarse y antes de que rasgue su ropa le detengo.
— Si sólo eres un lobo, ¿por qué no hueles como tal?— no me responde y dudo que lo haga.
Aprieta sus labios y se limita a mirarme. Acerca de nuevo su cara a la mía y cierro los ojos asumiendo que recibiré un beso por su parte pero no. Vuelve a introducirse entre mis rizos sin a penas tocarme a mí.
— Tu pelo es tan rizado...— murmura muy bajo, seguramente más para él mismo.
No veo qué es lo que puede tener de interesante mi pelo para este chico, pero si eso hace que tenga prácticamente su cuerpo pegado al mío, ¡bienvenido sea!
¿Y se supone que la atracción que tendría que tener por mi mate supera a todas las que haya podido tener antes? No creo que eso sea posible después de haber conocido a Leiv.
Vuelve a separarse de mí y sin mirarme se marcha dejándome de nuevo sola. ¿Por qué actúa de esa manera? Cuando consigo recomponerme, vuelvo a hacer cola en el baño pero esta vez más por inercia que por otra cosa. Mi cerebro no sé a dónde se habrá marchado pero puedo estar segura de que no está aquí conmigo.
Al fin bajo al piso de abajo para reunirme con mis amigos. No sé siquiera el tiempo que habrá pasado pero tampoco me importa mucho. Mis pies se mueven solos sin que yo les ordene nada. Al llegar junto al resto, Leyre me echa la bronca por haber tardado tanto pero yo lo achaco a la cantidad de gente que hay en el lugar, excusa que la sirve para no hacer más preguntas. Desde ese momento, el resto de la noche la paso ausente, pensando en el chico misterioso al que cada vez que veo me deja sin aliento.
Al fin mis amigos deciden dar la fiesta por finalizada. Carl, al cual le ha tocado hoy ser el conductor responsable que no bebe, nos acerca en su coche hasta nuestras casas. Cuando me meto dentro de mi cama y cierro mis ojos, dos gotas de agua se instauran en mi mente sin permitirme pensar en otra cosa que no sea en él.

ESTÁS LEYENDO
MI MATE ME MATA
Manusia SerigalaHela ya ha rechazado a su mate antes de conocerse. Ése siempre fue el plan. Ahora ha conocido a Leiv, no es su mate, pero se enamoran. ¿Podrá rechazar a su mate por la persona que más ha querido nunca?