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Sintiendo el frío de la noche de Nueva York impactando su rostro, caminaba por las calles de la iluminada ciudad dirigiéndose hasta su lugar de trabajo. Intentando acostumbrarse al frío, arrugó la nariz mientras suspiraba pesadamente, soltando vapor caliente al ambiente frío en el que caminaba; calles totalmente iluminadas por gigantes letreros de publicidades o por los mismos bares y faroles de su alrededor. A pesar de que fueran casi las diez de la noche, el conocido dicho sobre aquella ciudad no mentía; las calles de Nueva york jamás duermen

A la lejanía, con sus manos en sus bolsillos mientras apuraba el paso debido a que iba tarde tras su sueño reparador, divisó el bar en el que trabajaba, haciéndola bufar ínfimamente al verlo aún ahí, funcionando. Entró por la parte trasera de éste, caminando por el costado del local encontrándose con sus compañeros y compañeras de trabajo que saludó cortamente con una sonrisa para correr a cambiarse a su uniforme de siempre, su camisa blanca y pantalones de color negro acompañado de un delantal del mismo color de su traje.

A pesar del tiempo que llevaba trabajando en ese lugar, Maddison no se sentía conforme o adaptada a su trabajo siendo bartender, pero debía admitir que preparaba los mejores tragos de ese bar. Y podía apostar su vida a que no se equivoca.

Ya llevaba un par de años trabajando en ese lugar, por coincidencia, o tal vez para su mala suerte, el hijo del jefe del lugar estudiaba en la misma universidad que la castaña, cosa que la ayudó a obtener ese trabajo luego de que Jordan le ofreciera algo de ayuda al verla tan necesitada por un trabajo para pagar sus cuentas pendientes.

Al principio, la joven de ojos verdes estaba totalmente agradecida por su acción, comprometiéndose con su trabajo con responsabilidad y dedicación. Lo que no sabía era lo arrepentida que se iba a sentir un tiempo después. Pareció ser, que el hombre de cabellos negros le había ofrecido el trabajo sólo porque encontraba realmente atractiva a la castaña; pero al notar sus intenciones y rechazarlo, éste le comenzó a hacer la vida imposible hasta el día de hoy.

Y para la mala suerte de la castaña, no podía darse el privilegio de dejar su trabajo; y Jordan lo sabía completamente.

—Madd —la castaña a regañadientes levantó su mirada, encontrándose con una de sus compañeras de trabajo con la que compartía turno. Odiaba que la llamaran así— Bill no vendrá a trabajar hoy, tendrás que cubrir barra y mesas.

"Me lleva el caraj..."

—Está bien —acató fingiendo sonreír, viendo a su compañera como se alejaba para rodar los ojos molesta.

Iba a ser una larga noche de trabajo.

Se puso sus guantes negros y comenzó a ponerse manos a la obra preparando los tragos que pedían en la barra donde se encontraba como los pedidos de las mesas cercanas. Cuando completaba por un momento todos sus pedidos, se sacaba rápidamente sus guantes de látex para dirigirse a las mesas de su alrededor.

No tenía idea cómo iba a sobrevivir a ese paso toda la noche sin caer en una crisis nerviosa, sin mencionar que al día siguiente tenía que seguir estudiando.

—Maddison, la mesa del ventanal aún no es atendida —le recriminó su jefe mientras la castaña le entregaba los tragos a su compañera para que fuera a entregarlo en su bandeja— ¿Puedes ser un poco más eficaz y hacer bien tu trabajo?

La castaña suspiró rogando paciencia.

—Voy en seguida.

—Más te vale —murmuró de mala manera mientras se alejaba de su posición, haciendo que la castaña rodara los ojos, ya harta de la actitud arribista de su jefe.

Jorean sólo era un hijo de papá con el puesto que su padre le había dado; sin dar ningún esfuerzo. Pero, para su desgracia, era su jefe.

Tomó un libro de notas quitándose nuevamente los guantes de látex negro para dirigirse a la mesa que le había indicado el pelinegro, encontrándose a la distancia con cuatro hombres muy bien vestidos, específicamente de etiqueta, conversando a viva voz, riendo a carcajadas. Maddison no pudo identificar marcas en sus atuendos, pero supo lo costosas que eran sus prendas y sus relojes de Rolex en sus muñecas sin mayor esfuerzo.

just him | sebastian stanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora