-14- Reconciliación

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Me dejé llevar por una vez en mi vida por mis ideas,  diciéndole a Orlando de seguir trabajando en el restaurante.
He entendido todo perfectamente, y a parte de eso conozco demasido bien a Raquel y sé que haría cualquier cosa por dinero olvidándose por completo de lo más importante. La humildad y sencillez conformándose con lo que una pueda obtener en la vida y si la suerte le sonríe, que no es mi caso, adelante, a disfrutar de la vida que son cuatro días.

Fernando me avisa de preparar el comedor para el medio día porque van a venir a comer unos empresarios.
Confirmo que haré todo listo, y comienzo cambiando los manteles, poniendo vajilla de porcelana de la Cartuja, cualquiera rompe un plato con lo que cuesta y ojo las copas de cristal, de estas ni los nobles beben en ellas.
Ya tengo todo listo, me voy hacia la cocina para asesorarme de que está todo listo, los comensales comienzan a llegar.
Me asomo por la puerta para ver a los comensales que debo atender cuando al ver pasar a Thiago y detrás a mi hermana me quedo estupefacta hasta nerviosa me pongo.
¡Madreee! ¿Y ahora qué hago yo?
Pues mi trabajo que voy hacer.

Cuadro los hombros como si fuera un soldado, camino hacia la mesa cuando la mano de hermana me hace de voltearme a punto de perder el equilibrio.

— ¿Se puede saber qué estás haciendo? — La mirada de mi hermana es más que asesina, tanto que creo que debo de llamar a la policía.

— Trabajando, ¿Es que no lo ves?

— Te dejé bien claro de que te fueras de aquí. Además yo vengo a comer con frecuencia a este restaurante y no quiero que te vean aquí.

— ¿Te avergüenza que vean a tu hermana vestida como camarera y serviendo mesas? A lo que yo llamo trabajar.

—Sí, entiende mi posición Masiel. Somos idénticas, gemelas y mi prestigio está en juego.

— ¿Y tú moralidad, dónde queda hermanita?

— Has hablado con Orlando. Me lo suponía, ese desgraciado te ha contado mentiras.

— Mis palabras son verdaderas señorita Abara. Simplemente es que la verdad nos duele cuando actuamos mal. — Orlando viene a mi rescate.
¡Qué hermoso!

— No tengo nada que hablar contigo. Y tú, te vas ahora mismo de aquí.

Veo como se marcha Raquel resonando sus tacones en el piso con esos andares de modelo de pasarela haciendo mover su sedosa y brillante melena con elegancia tomando asiento en la mesa con los demás comensales.
No lo puedo evitar pero un dolor fuerte se ha producido en mi pecho a consecuencia de las palabras de mi hermana.

— Tranquila Masiel, todo está bien. Te pondré en otro lugar donde no avergüences a tu hermana.

— A veces me siento como una pequeña hormiga que trabaja duro y con un pequeño pisotón se han esfumado todo lo llevo construido.
No entido porque mi hermana debe de sentir vergüenza por mí cuando no estoy haciendo nada malo.
Esto es un trabajo honrado, no hago mal a nadie.

— El problema es que tú hermana nunca te ha mencionado. Ni yo mismo sabía que tenía una hermana hasta que te vi aquella noche en el barco, y aún así pensé que era ella hasta que nos presentamos.

— ¡Wuau! Me dejas sin palabras. De Raquel puedo esperar cualquier cosa.
En fin, dime dónde debo seguir trabajando. — Desvío la conversación porque no deseo seguir hablando de algo que tenga que relacionarse con Raquel porque me daña.

— Ven, en este salón donde se encuentra Donatella Serle, una empresaria muy importante, tiene una cadena de tiendas de cosméticos, perfumes y ahora está probando suerte con el mundo de la moda.

— ¿Donatella Serle, no es la mujer del señor Nelson Azral?

— Ex mujer. Hace poco que se han divorciado después de haberse casado tres veces. ¿Lo conoces, trabaja como socio para Thiago?

Nada Es Aquello Que EsperamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora