-42- Llegó el momento

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Estoy esperando a Thiago mirando por la ventana, al verlo bajar cuadro mis hombros, respiro hondo varias veces y le abro la puerta.
Con elegancia como el de Francia, pasa dentro tomando asiento en el sofá.
Yo me siento enfrente de él proponiéndole de ir al grano.
Su sonrisa es pícara y atrae todos mis sentidos.

— ¿Quieres que comamos un poco? — Me pregunta viendo lo callada que estoy.

— Vale, sí. Hablemos mejor con la panza llena.

Quito de los envoltorios de plástico la comida para ponerlos en los platos y pongo la mesa. Thiago me mira algo distraído, al chasquear mis dedos lo devuelvo a la realidad.
Al parecer estaba viviendo una foto de Orlando, mía y Leandro cuando nació.

— Masiel, ¿Amas a Orlando? — Su pregunta me hace de que pensar.

— ¿A qué viene eso ahora?

— Quiero saber, necesito saber quién va cuidar de mi hijo y de la mujer que quiero. Lo he pensado mucho Masiel, y aunque entiendo que no tengo ninguna posibilidad contigo, te pido permiso para reparar mis errores y querer remediar todo el daño que te he hecho.

— Thiago, ya no existe amor hacia tí. Eres el padre de mi hijo, solo eso. Yo quiero enamorarme nuevamente, pero Orlando está demasiado entretenido con mi hermana en la cama. — Thiago abre los ojos sorprendido.

— ¿Cómo? ¿Orlando ha vuelto con Raquel? Será... — En menos de décimas de segundo Thiago ha cambiado su actitud.

— A ver Thiago, que para nadie es un secreto que esos dos se ladran pero no sé muerden.

— ¡Maldito sea! Él mismo me juró que estaba perdiendo la cabeza por tí, que solo te ama a tí y que jamás volvería a tener nada con Raquel. Él mismo me aseguró que os conoce muy bien a las dos. Yo mismo le pedí que ...

— ¿Qué le pediste Thiago? ¡Responde!

— Que se casara contigo porque él es el hombre indicado para tí. — La madre que los parió a los dos. Dices tú lo que planean a espaldas de una.

— Escúchame Thiago — Hablo despacio segura de mí misma y muy enfadada — Ni tú ni Orlando estáis a la altura.
Tú por cobarde y Orlando por ser un pichafloja.
Y una cosa más, yo soy la que decido con qué hombre quiero compartir mi vida, y desde luego con vosotros dos no.
Me enamoré de tí, jamás me había entregado a un hombre, fuiste mi primera vez y también mi virginad se rifó, ahora me vienes con estas.
Mira, lleguemos a un acuerdo justo por nuestro hijo y cada cual que continúe por su camino.

— Habla por tí Masiel, porque ahora que sé lo que está haciendo Orlando no te dejaré tranquila.

— Si me molestas acabaré por ponerte una orden de alejamiento.

— Aunque tenga que ir a la cárcel no dejaré de luchar por tí y mi hijo. Ambos sois mi familia y sí, admito que fui engañado, reconozco que me dejé manipular por Raquel y mi madre, admito que mi error fue dejarte ir, admito que eres una mujer valiosa, fuerte y hermosa y sabes cuidar de nuestro hijo, pero yo te amo, te necesito, y lucharé por conseguir que creas en mí y me vuelvas amar.

— En tus sueños querido. En tus sueños querido señor Ankara.

Al decir eso, Thiago me agarra por mí cintura y sin darme tiempo a decir algo su boca busca la mía con desesperación, su lengua salvaje empieza una batalla con la mía, su fuerza es severa y mi cuerpo no se quiere separar de él, si no todo lo contrario. Se pega más, mi mente se queda en blanco, y mi cuerpo ardiente y enfermo busca la cura en el cuerpo de Thiago.
Sus manos prenden fuego por el mapa de mi piel creyendo morir con cada uno de sus besos, ahora que lo tengo cerca mirándonos en silencio no puedo huir de lo que siento, de lo que me hacer sentir y de lo que quiero.
Y lo quiero a él, necesito su besos, cada una de sus caricias haciéndome flotar en una nube de fantasía aunque sea por unos minutos.
Tumbados en mi cama abrazada a él en silencio nos miramos sonriendo.

Nada Es Aquello Que EsperamosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora